viernes, 30 de marzo de 2012

15. Mordiscos Al Desnudo






Nos materializamos en la parte trasera de casa. Recorremos en silencio los pasos que nos distancian de la puerta y me doy cuenta de que todavía tengo atrapada su pequeña mano en la palma de la mía, sigo admirándome de la familiaridad que me da ese gesto. Todo el mundo que me conoce tiene claro que “Nadie toca a Zsadist”, pero a ella parece no importarle. Ella no me tiene miedo, ni lo pretendo; pero me sorprende la soltura con la que me habló en el parque, su osadía, no solo con sus gestos, sino con las palabras... Es una hembra de valía. Alguien que, como yo, ha sido liberada de las garras de su destino, y , aunque sigue siendo como un cachorro dulce y juguetón al que te acercarías sin dudar, ha aprendido a mostrar sus garras y luchar por su individualidad, sus deseos y su autonomía. Dios! Podrían haberla matado hace unas horas y cuando se lo eché en cara se enfadó defendiendo sus derechos ante todo... Es testaruda y me gusta... me encanta verla exaltada, ruborizada y poniendo las cartas sobre la mesa. Desde el primer día que llegó a esta casa lo hizo, aunque jamás faltando al respeto. Es valerosa y educada, justo al contrario que yo y sigo sin entender qué pueda haberla hecho fijarse en este guerrero solitario y amargado...
La voz en grito de Nalla me saca de mi ensimismamiento y en cuanto se oyen sus pasos a la carrera por las escaleras, Selena suelta mi mano... Sé que no es vergüenza ni timidez, sino que se trata sólo de no confundir a la pequeña, pero ese gesto me recuerda que hemos vuelto a casa y que no sé si deseo que las cosas sigan como antes....
Me agacho para recibirla y Nalla se abalanza sobre mi pecho en un fuerte abrazo. Suelta el aire en un suspiro como si lo hubiera retenido dentro y por fin se viera sin temor a expulsarlo. Recuerdo el día que es y lo sola que seguramente se ha sentido, y vuelvo a maldecirme por haberla apartado de su familia. Gracias a la virgen que Selena pasa la mayor parte de su tiempo con ella, pero no quita que me sienta como un desgraciado por aislarla, por aislarlas! Pero dios sabe que no puedo volver a vivir en esa casa de nuevo...
Distraído y con la cabeza llena de mil pensamientos a la vez, no he reparado en la otra presencia. Alzo la vista y veo a Phury, que baja despacio la escalera y se acerca a nosotros con una sonrisa.
- Siento haber invadido tu intimidad, hermano, pero quería pasar un rato con mi sobrina. Tienes el móvil apagado y Tohr me dijo que te habías marchado de... bueno, que no quise llevarme a Nalla sin haberte avisado para no asustarte. He venido a llevármela al rancho, si te parece bien.
Mira a Nalla con esa sonrisa que sólo su tío Phury puede dedicarle a su sobrina y se dirige a ella muy serio.
- Cormia cree que necesita ayuda con Aggie, y hemos recordado lo buena que es Nalla echando una mano... Además hoy quiere preparar el plato preferido de esta personita, y me ha pedido expresamente que la traiga para que compruebe si le sale en su punto...
Nalla suelta una grito y se acerca a las piernas de su tío Phury. Suspiro y lo miro con indulgencia. Hoy es el día de San Valentín, y aunque sea tan sólo una tradición humana, él debería estar a solas con su shellan... Pero, como leyendo mis pensamientos, se acerca y me palmea la espalda.
- No te preocupes por eso, hermano. No hay ningún problema y en serio que quiero llevarme a la niña. *la mira, agarrada a su pierna* y no vas a decepcionarla, no es cierto...?
Se acerca a Selena y la besa con cortesía, como hace con el resto de sus protegidas, las elegidas. La mira de arriba abajo y me reprende con la mirada. Me percato entonces de las sucias ropas de Selena, de los restos de sangra y de la mía propia y de su blusa desabotonada. Niego con la cabeza y avanzo hacia ella en un gesto demasiado posesivo, a cerrar el escote que descubre la perfecta redondez de sus pechos... ella toma el relevo de mis manos y cierra los botones uno a uno sin decir palabra, cubriendo su rostro de un rubor delicioso y vuelvo mi mirada a Phury.
- No preguntes, está todo bien...
Sé que mi respuesta no le es suficiente, pero aunque se preocupe por Selena, ya no es uno de sus pajarillos desprotegidos, ahora soy yo quien provee para ella, y aunque esta noche no debería haber salido sin protección, ella es mi responsabilidad, algo que sólo me concierne a mí y no voy a contarle absolutamente nada de lo ocurrido.
Veo que el vestidito de Nalla también se ha manchado al abrazarme y me vuelvo hacia Selena, la primera vez que la miro a los ojos desde que hemos regresado.
- Te importaría llevarte a Nalla para cambiarla y cogerle algo de ropa para pasar el día en el rancho?
Ella asiente y coge a la pequeña en brazos mientras yo las sigo con la mirada escaleras arriba hasta que desaparecen. La cara de Phury es realmente de asombro y bajo la vista enseguida. Seguramente ha descubierto el color de mis ojos al contemplar a Selena y, de repente, me siento como si Phury hubiera invadido mi intimidad sin permiso... Vuelvo a alzar la mirada, y sé que mis ojos vuelven a ser negros.
- Has venido por lo que te ha dicho Tohr, no? En serio que estoy bien. Estamos bien. Y gracias por llevarte hoy a Nalla, pero lo que te estás preguntando no es algo que te incumba hermano, así que ni te molestes.
- Vale, Z. Está bien. No necesitas contarme nada. Sé que vas a cuidarla bien, aunque ello no quita que me preocupe, por los dos, por el fade! Además ella no hace tanto que fue una elegida, y el afecto no se rompe con la pérdida de un título. Pero si necesitas hablar de algo, ya sabes donde estoy...
La arruga que se crea en su frente, justo al pronunciar esas palabras, indica que él mismo sabe la respuesta a ese ofrecimiento. Es mi hermano y lo quiero, pero jamás he hablado con él de mis intimidades ni preocupaciones, y no voy a hacerlo ahora...
Selena baja con la pequeña de la mano y se la entrega a su tío. La beso y revuelvo su pelo antes de despedirlos y ella promete portarse como una señorita y obedecer en todo.
Me separo unos metros y me siento al pie de escalera mientras Selena se despide de Phury y la niña. Nos hemos quedado solos... solos en esta inmensa casa y con mil preguntas que hacernos el uno al otro aunque nos invada un silencio absoluto... Ella se acerca poco a poco a mí y siento un nudo en la garganta. Miro de nuevo sus ropas y ella las mías, y sé que sus ojos inspeccionan mi brazo como si pudiera ver bajo el abrigo, preocupada por mi estado.
- Debería darme una ducha... y bueno... dejé tu ropa inservible...
Te espero en mi cuarto. Hay un botiquín... *alzo el brazo* si es que todavía sangra, puedes echarle un vistazo y tomaré de tu vena si es necesario...


Nalla ha saltado a los brazos de su padre con el entusiasmo que sólo los niños poseen . Vale la pena abrir la puerta cada amanecer sólo para que alguien te reciba con ese amor que se desborda en cada gesto, en cada beso y en cada palabra. Su voz resuena en el vestíbulo mientras abraza fuerte a su padre y yo alzo la vista al ver a Phury bajando las escaleras. Tras pedir a Zsadist que le deje llevarse a su sobrina, se acerca a mí y me saluda con un beso, como siempre hacía en el Rancho mientras fui una Elegida... es lo único que lamento de haber abandonado mi status, el sentir que , en cierto modo, he perdido un padre... espero haber ganado, al menos, un amigo. Me observa de arriba abajo y algo en su mirada me dice que no está del todo satisfecho con lo que ve... no puedo pararme en explicaciones ahora mismo, porque Zsadist ha comenzado a abotonar mi blusa y la vergüenza me hace sonrojarme profundamente. ¿Cuánto he mostrado y durante cuánto tiempo? ¿Habrá visto Z... ? Pongo mis dedos sobre los suyos y termino la tarea que él ha empezado intentando aparentar una serenidad que no siento.
Sé que lo de llevarse a Nalla es una excusa para que su hermano pueda estar solo, y eso me hace preguntarme qué habrá pasado esta noche antes de encontrarnos. Atendiendo su petición, subo a arreglar a Nalla y a buscar ropa para llevarla con sus tíos. No sé qué habrán hablado los dos hermanos, pero la situación parece algo incómoda entre ellos cuando regreso. Los acompaño hasta la puerta para despedir a Nalla y al Primale y éste me besa una vez más mientras formula su petición.
- Selena... Cormia, tus hermanas y yo te echamos de menos. ¿Querrías venir a recoger a Nalla esta noche? podríamos tomar juntos la primera comida y ponernos al corriente de las novedades, ¿qué te parece?
Sé que hay más que el deseo de noticias, pero asiento con una sonrisa y cierro la puerta despacio cuando se van. Me vuelvo y veo a Zsadist sentado en la escalera con aire cansado. No me he parado a pensar que ha pasado toda la noche luchando, que apenas duerme y come aún menos... su constitución de guerrero le permite seguir adelante sin problemas, pero eso no quiere decir que no pague un alto precio... el brazo que aún gotea manchando el suelo es una prueba de ello . Sus ojos son negros una vez más y su rostro rebela preocupación, dolor y algo que no sé definir. Me observa lentamente y con voz ronca y baja susurra algo acerca de mi ropa destrozada. Me miro de nuevo y veo ahora la sangre, la ropa arrugada y definitivamente echada a perder; paso mis manos sobre la mancha de mayor tamaño... su sangre sobre mí. Yo misma necesito una ducha y ponerme ropa limpia.
- No tardaré, Zsadist. Iré a tu cuarto en cuanto termine- echo una mirada irónica al brazo que ha alzado y que ha dejado un rastro de sangre en el escalón- y por el aspecto de ese jersey tuyo yo diría que lo de tomar mi vena sí es necesario... ve a ducharte, te curaré y te daré mi muñeca; después, si quieres, podemos hablar.



En cuanto llego a mi habitación guardo las armas me deshago de las sucias ropas una a una de camino al baño. Abro el grifo del agua caliente mientras inspecciono la herida en el espejo. Tiene dos agujeros, el de salida es bastante limpio y está casi cerrado, pero el de entrada debió rozar alguna pequeña arteria, porque de él emana todavía un reguero de sangre sin coagular. Joder, aunque beba de Selena, voy a necesitar un par de puntos de sutura y yo no puedo coserme sólo el brazo derecho.
Me meto bajo el agua caliente recordando como empezó la noche. Mierda! Seguramente Tohr querrá verme mañana en su despacho... Respiro hondo y dejo que el agua ardiendo cale bajo mi piel. Con los ojos cerrados apoyo ambos brazos en los azulejos, aunque el gesto me duela como un puto aguijonazo en la herida. Uno a uno los sucesos de la noche pasan por mi mente, sobretodo lo ocurrido en el parque. Su provocación, mi arrebato, su ofrecimiento, mi rechazo... Pero la Virgen sabe que si hubiera tomado de su cuello, la habría echado al suelo allí mismo y la hubiera poseído una y otra vez hasta sentirme saciado... No es sólo por el hecho de ser una newling, me importa demasiado para tomarla en la oscuridad de la calle como si fuera una cualquiera... Demonios! Realmente no le teme a nada ni a nadie!!
No sé cuánto tiempo llevo bajo el agua, pero los cristales están totalmente empañados y al salir siento su presencia fuera, en mi cuarto, esperándome como le dije... Con el brazo izquierdo y la ayuda de los dientes ato una toalla a modo de torniquete alrededor del brazo herido y enchufo la máquina de afeitar para raparme la cabeza. Ese nimio gesto siempre me relaja y me devuelve algo de mí que cuando estoy en tensión me cuesta encontrar. Maldigo entre dientes haber dejado la ropa fuera y lío una de las toallas grandes a mi cintura. Al abrir la puerta una fragancia a nomeolvides y a limpio invade mis sentidos, y su cuerpo, menudo y precioso como el de un ángel, reposa en una de las sillas con las piernas cruzadas. Aunque percibo un leve temblor en sus labios al verme, su expresión parece tranquila. Busco con la mirada por la habitación y encuentro la ropa que dejé esparcida por el suelo al entrar, en una de las sillas del cuarto y me vuelvo a mirarla. Llevo realmente demasiado tiempo solo como para acordarme de lo que es que mi hembra recoja mis descuidos y mi desorden... Ella no dice nada, tan sólo me mira con curiosidad mientras se revuelve en la silla. Mierda! su excitación y su gesto no ayudan en nada cuando tan sólo una infame toalla me cubre de cintura para abajo...
- Perdona, enseguida estoy...
Me acerco de una zancada al armario y dando las gracias por quedar de espaldas a ella, cojo un pantalón de deporte del cajón y echo la toalla al suelo. Sé que ha visto las cicatrices y tatuajes de mi espalda desnuda otras veces, pero sus pupilas dilatadas y su aroma me dice que no es eso lo que miraba cuando me giro y con un sonrojo aparta la mirada. Joder, joder, joder Zsadist! sólo a ti se te ocurre enseñarle el culo a una hembra! Pero no estoy acostumbrado a remilgos y no voy a volver al baño a vestirme.
Me siento en la silla a su lado y extiendo el brazo sobre la mesa desanudando la toalla. Enseguida se levanta a por el botiquín y, como la última vez, se desenvuelve perfectamente bien en mi cuarto... Yo me deleito siguiéndola con la vista mientras revuelve en el baño, imaginando por un momento que podría ser mi shellan curándome al regresar de las calles. “mi hembra...? mi shellan...?” No acabo de entender qué es lo que ella espera ni desea de mí, pero dudo que esas dos palabras hayan pasado por su cabeza, sobretodo tras su discurso de independencia en el parque. Sí, tenemos que hablar....
- Hay hilo de sutura en...
Me callo cuando la veo llegar con los brazos cubiertos de material de curas incluyendo un paquete de sutura de la clínica de la mansión. Seguramente no soy el primer macho al que sus manos curan, pero vuelvo a encontrarme fantaseando que ojalá fuera así, que ojalá yo fuera el único al que deseara tocar... Esperando a que prepare el material, acerco mi nariz al brazo extendido sobre la mesa y el aroma que desprende, aunque tenue, es inconfundible para mí y para cualquier hembra o macho de la raza...



Me he duchado con rapidez y he cogido la primera ropa que salió de mis bolsas: Una blusa de tirantes, unos vaqueros y nada en los pies; me gusta andar descalza y ahora sólo puede pensar en la herida de Zsadist sangrando sobre las baldosas del vestíbulo... el agua caliente de su ducha no hará nada por frenar la hemorragia, estoy segura, y dudo que él le dé la importancia que tiene en realidad.
Toco a su puerta un par de veces, pero no hay respuesta. Le llamo en voz baja , pero seguramente estará en la ducha y no puede oírme. Abro la puerta despacio, esperando no invadir su intimidad y comprendo el motivo de su silencio: la máquina de afeitar suena en el cuarto de baño. Puedo imaginarle rapándose la cabeza, afeitándose después, vistiéndose con gestos rápidos y prácticos; me siento a esperarle y echo un vistazo curioso a mi alrededor... sus armas no están a la vista, es algo en lo que nunca se descuida por causa de la niña, pero sus ropas están desperdigadas por todo el cuarto como si las hubiese tirado sin mirar. Imaginarle allí dentro, desnudo, mojado, cansado bajo el chorro de agua caliente, no ayuda a tranquilizarme. Ha sido demasiado intenso, demasiado profundo todo lo que ha sucedido esta noche. Curiosamente, la posibilidad de que me hubiesen atacado no ha hecho mella en mí, pero sí lo que ha sucedido después. Recuerdo su contacto, su preocupación por mi seguridad, su cuerpo aprisionándome contra el árbol y su boca sobre la mía en una caricia suave y tierna que me aceleró el corazón y que todavía me hace temblar mientras espero a que salga por esa puerta.
No me hace esperar demasiado; sale envuelto en una toalla negra anudada a sus caderas, su cuerpo aún mojado y el agua resbalando por su torso; la luz de la lámpara, aunque tenue, se refleja en los aros de sus pezones y mi vista no puede alejarse de la imagen de ese pecho amplio y musculado, de la piel dorada brillante de humedad. Se gira de cara al armario y, en un gesto sin duda repetido millones de veces, deja caer la toalla. Percibo claramente que no es un intento de provocación, no creo que se dé cuenta de que lo ha hecho, en realidad, supongo que la fuerza de la costumbre le hace actuar así; los machos de la raza no son pudorosos con respecto a sus cuerpos... viéndole así puedo entender por qué; su espalda, amplia y de músculos poderosos, está cruzada por el nombre tallado de su shellan y su hija. Bajo las letras, la piel rugosa y deformada habla de los castigos sufridos en su pasado. Mis ojos descienden por la firme columna hasta llegar a la parte que veo por vez primera... no puedo compararle con otros machos, aunque he visto ilustraciones y alguna escena en los cuencos, pero no percibo en su cuerpo un ápice de grasa y los movimientos de sus músculos, de esas nalgas firmes mientras se pone los pantalones, me hacen pensar en la belleza de las esculturas de la mansión, en el pasillo de las estatuas, en una pantera negra acechando a una presa. Me sorprende un latigazo de dolor y comprendo que me estoy mordiendo el labio inferior con tanta fuerza que me he hecho sangre. Me apresuro a lamerla y Zsadist elige ese momento para darse la vuelta y sorprenderme mirándole intensamente, lo que hace que me ruborice hasta la raíz del cabello. ¿Se puede ser más estúpida? no me extrañaría que piense que le acoso, o algo por el estilo, y ha dejado bien claro que, por ahora, las cosas entre nosotros no van a ir más lejos de un beso totalmente inocente o de cogernos de la mano sin darnos apenas cuenta. Sea como sea, hay cosas inevitables, y el aroma de mi excitación es una de ellas. Sé que puede percibirlo, y que puede notar mi revolverme en la silla, el movimiento nervioso de mis piernas, que cruzo y descruzo buscando un alivio a algo que ni siquiera logro describir.
Se sienta frente a mí y extiende su brazo. Me levanto a buscar lo necesario. Sé que tendré que darle algunos puntos; no es la primera vez que lo hago, pero nunca me ha puesto tan nerviosa la idea; el pensar en hacerle daño me hace encogerme..., pero no puedo dejarle así, la anestesia local no se lleva bien con este macho tozudo y sé que se negará a ir a la mansión a que Doc Jane o Manny le curen. Coloco el material de las curas en la mesa y examino la herida intentando ignorar el maravilloso olor que desprende su piel, un olor que me hace temblar y me inspira deseos oscuros e impropios. El agujero de entrada necesita sutura; me pongo los guantes quirúrgicos, desinfecto la herida y comienzo a coserle, siempre pendiente de su rostro, pero él me mira fijamente, como si no sintiese dolor alguno. Por un instante puedo ver de nuevo el brillo amarillo en sus pupilas, pero dura sólo un par de segundos y pronto regresa al negro que le es habitual. Han bastado un par de puntos, y sé que en cuanto tome mi vena comenzará el proceso de curación acelerado; sin demorarme más, me paro de pie a su lado, dejo los guantes en la mesa, con el resto del material y extiendo mi muñeca frente a su rostro, a la altura de su boca. No puedo decir nada; mi ofrecimiento en el parque y su posterior rechazo aún me hacen sonrojarme de vergüenza; mientras tanto, Zsadist se demora con su boca sobre mi piel antes de hundir sus colmillos en mi carne y comenzar a alimentarse. Reprimo un gemido y me concentro en su cabeza, en el pelo multicolor que ha rapado casi por completo y en lo que sentí cuando le toqué mientras se alimentaba de mí por primera vez.
Todo termina enseguida. Un acto limpio, educado, no muy distinto de lo que solía hacer como elegida para cualquier macho que me solicitase, salvo por el detalle de que mi cuerpo está temblando y mis rodillas amenazan con hacerme caer. Supongo que la emoción de mi aventura en solitario, la tensión, la excitación, el nerviosismo y la vergüenza me pasan ahora factura. Zsadist se da cuenta y se apresura a desclavar su boca de mi piel, se alza y me sujeta con cuidado haciéndome sentar en su propia silla mientras busca una camiseta en el armario. Me doy cuenta de repente de que, desde que entré en su cuarto, no he cruzado con él ni una sola palabra. Mi voz sale ahora algo temblorosa, apenas audible en el silencio absoluto del cuarto y de la casa.
- Estoy bien, en serio. No tienes que preocuparte, me meteré en cama y el descanso...
No me deja terminar; comienza a disculparse por las marcas de sus dedos sobre mi brazo; no tiene forma de saberlo, pero mi piel siempre ha sido extremadamente sensible; yo misma, simplemente frotándola unos instantes, puedo hacer que enrojezca... no es nada, no significa nada aunque él no parece pensar lo mismo. Extiende su mano buscando la mía y me ayuda a levantarme pidiéndome que le acompañe a la cocina, a comer algo antes de que cada uno se refugie de nuevo en la privacidad de nuestras habitaciones. Bajo mi mirada a mis pies descalzos, al suelo de madera pulida, a cualquier lado excepto a sus ojos, que me escrutan esperando una respuesta. No sé si es un error, no sé si es lo que necesitamos, sólo sé que soy demasiado egoísta para negarme a mí misma el placer de su compañía. Permito que me ayude a alzarme y me sujeta por el codo, temeroso de que caiga al suelo, pero no es el mareo el problema, sino su cercanía.
Bajamos la escalera en silencio y entramos en la cocina al mismo tiempo. Los doggens están terminando de limpiar y, a una orden suya, se despiden hasta la tarde dejándonos solos...



Cojo su muñeca muy suavemente, como si de Nalla se tratara, y la acerco despacio a mis labios. Los poso sobre su suave piel un instante, sintiendo su calidez, la suavidad de su tacto, el aroma de nomeolvides mezclado con su aroma de hembra y lo siento delicioso... mi nariz se demora unos segundos más (quizás minutos, no soy muy consciente del tiempo en este momento) en acariciar esa piel bajo la cual palpita su vena para mí, la que ella me ofrece, la que voy a tomar...
Beso una, dos, tres veces el recorrido de esa línea azulada y finalmente hundo mis colmillos en ella. Mi cuerpo se tensa al instante, igual que el miembro que habitaba dormido dentro de mis pantalones. Mi mano agarra su brazo dejando a un lado la suavidad de que hice gala al tomarla y mis dedos se hunden en su tierna piel, sujetándola como si en ello me fuera la vida... No lo necesito, no necesito su sangre para sanarme; lo hice hace muy poco y estoy seguro de que la herida tarde o temprano se cerraría. Pero ella es como una droga. Si es que nunca pudiera imaginar lo que pueda sentir un adicto, creo que debe ser parecido a esto... ha sido olerla, tocarla... he sentido perforar su piel en toda la longitud de mis colmillos, he notado su sangre manar a mi boca, la he saboreado en mi lengua antes de tragarla y la he notado bajar por mi garganta hasta expandirse por todo mi cuerpo... ella es fuente de vida... mi vida. Éxtasis...
Su cuerpo se revuelve en la silla y soy consciente de que seguramente le he hecho daño. Mierda!! Desclavo los colmillos y separo despacio mis dedos de su brazo. Cuatro enormes marcas rojas rodean su fino contorno. Joder!!!!!!
Apresuro a lamer las incisiones con la lengua y beso despacio cada marca de mis dedos en ella. Sé que no duraran mucho pero que si fuera humana se convertirían en unos cardenales que seguramente estarían presentes muchos días. Aunque el hecho de que vayan a desaparecer no me hace sentir mucho mejor... paso mi mano por ellos en una caricia, intentando con ello borrar esa horrible marca todavía visible... No me atrevo a mirarla a la cara, pero alzo la vista apenado y paso mi otra mano por su mejilla.
- Lo siento Selena, lo siento de veras... no quería hacerte daño... yo sólo... no sé que me ha pasado... eres … eres tú, tu sabor... Mierda, perdóname! Soy un jodido malnacido, primero te acorralo en el parque y ahora esto... joder!
Por un instante la siento tambalearse y me maldigo de nuevo por mi torpeza, además de que en poco tiempo me ha alimentado de ella dos veces.
La tomo de la mano y la siento en la silla. Sus excusas no me sirven.
- Necesitas comer algo. He tomado de ti dos veces en muy poco tiempo y lo de hoy... la experiencia con esos hijos de puta... Si quieres acompañarme a la cocina, sé como podemos remediarlo. Yo no sé cocinar pero... hay algo que sí se hacer.

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