sábado, 3 de marzo de 2012

11. Tú ganas, pero... sabe tan bien!




‎Escucho las palabras de Wrath hasta que termina de hablar y me giro para marcharme. Lección número uno: “No joder al rey”. Bajo despacio las escaleras, en realidad no tengo ninguna prisa...
Me materializo a unos 10 metros del porche de casa. Observo las luces de las ventanas de lejos y una silueta recortada por la farola de la entrada. Su pelo brilla dorado bajo la luz. Está sentada en las escaleras, sus manos cruzadas en su regazo e incluso desde esta distancia, puedo sentir lo triste y preocupada que está. Me marché de repente, sin apenas mediar palabra, después de comportarme como un loco y sin darle una explicación...
Me acerco despacio, andando lentamente y sintiendo como se hunde la hierba bajo mis botas. Ella levanta su mirada hacia mí y todo su cuerpo se encrespa... Bien Zsadist... Lección número dos: “Tratar con más delicadeza a los que están a mi alrededor”, sobretodo si me importan tanto como ella...
Cuando llego a las escaleras vuelve a bajar la mirada y me siento en el escalón, a su lado. La observo frotarse las manos inquieta.
- Lo siento Selena. Mi comportamiento es intolerable. Entenderé que quieras marcharte, incluso si no quieres recoger tus cosas. Puedo mandar por ellas y que te las lleven donde quieras. Wrath ha dicho que eres bienvenida en su casa... *Freno mi discurso* No quise incomodarte ni lastimarte, Selena. Espero que me creas...*Hago una pausa, buscando las palabras correctas para no seguir lastimándola ni ofendiéndola.
- Si... si decides marcharte... no te incomodaré más pidiéndote si todavía quieres darme de tu vena... Sé que me lo ofreciste voluntariamente, pero también sé que viniste aquí para alimentarme. No tienes que hacerlo si no quieres.
No digo nada más. Cierro mi boca y espero en silencio su respuesta...



‎Aparece de repente a escasa distancia de la casa. Supongo que es lo que he estado esperando todo este tiempo, pero ahora mismo no consigo recordar qué tenía pensado decirle o qué esperaba que él me dijese... desde luego no esto, no verle disculpándose, pidiéndome perdón por algo de lo que en realidad no tiene la culpa. Se sienta a mi lado y su calor se transmite a mi piel a pesar de la distancia que nos separa. Puedo sentirlo emanando de él como un perfume calmante y e hipnótico. Todo él huele a tristeza, con un resto de rabia que comienza a disiparse, a hambre, a dolor... ninguno de los aromas que una hembra de valía permite en su macho... un recordatorio más de lo que no soy.
Escucho sus palabras y dejo que se filtren despacio: El rey me ofrece su casa. Es bueno saber que el amanecer no me encontrará en la calle, aunque siempre he sabido que Phury me acogería entre sus elegidas hasta que encontrase un lugar propio, o Lugar Seguro, o quizás incluso Rehvenge o Saxton, el abogado de la raza. No me dejarían morir en las calles, así que podría hacerlo lentamente, lejos de él, en cualquier otro lugar.
Me vuelvo despacio hacia Zsadist y le dejo terminar de hablar sin decirle nada... la verdad es que no sé qué contestarle. Estoy demasiado cansada de malentendidos, de secretos y misterios, de palabras calladas y sentimientos ocultos... quizás la única salida posible para mí, para los dos, sea ignorar todo lo que nos separa y continuar adelante, como si nada hubiese sucedido. Elevo mi mano muy lentamente para darle tiempo a retirarse, porque sé que odia que le toquen, y separo su abrigo de cuero y el cuello de cisne de su jersey negro. Miro su espalda, a la herida que ha manchado de nuevo el apósito con su valiosa sangre. Regreso la ropa a su posición, me pongo de pie y le tiendo mi mano... no sé qué más puedo hacer y espero que entienda todo lo que significa mi gesto, todo lo que ofrezco y todo lo que no me atrevo a decir en voz alta. Tampoco para mí ha sido fácil ofrecer mi vena una y otra vez para ser ignorada o rechazada. Ahora que ha sido él el que me lo ha pedido, comprendo lo difícil que es verse obligado a hacer algo que se detesta.
- Vamos arriba, Zsadist, sé que es difícil para ti y sólo espero que no me odies por... por ser yo misma y no otra hembra. Quizás sea mejor que lo hagamos de una vez por todas para que puedas olvidar este asunto cuanto antes.
Desaparezco por la puerta y comienzo a subir las escaleras lentamente. No le he consultado, pero me dirijo a su cuarto. No hay en él recuerdos asociados a su alimentación y es un lugar en el que se sentirá más cómodo. Me paro frente a su puerta y me giro para mirarle.
- Después podrás retirarte el apósito, en unos minutos se cerrará la herida.


Sus pasos se dirigen a la casa. Sube lentamente las escaleras, casi sin vida en su cuerpo... la sigo apenas a un metro de distancia y me siento como un hijo de puta por haberle amargado la existencia. Ella era una hembra alegre hasta que se cruzó en mi camino. Parece que esta oscura casa deje a su paso una estela de desolación. Tan sólo Nalla, con su presencia y sus ojos alegres anima nuestras vidas. Siento que les estoy arrebatando la vida y la alegría a ambas... Mis hermanos tienen razón, incluso el jodido ángel... No sé que coño estoy haciendo ni qué pretendo, pero ya no se trata de la razón de mi negativa, ni de mi cabezonería, sino de las consecuencias que acarrean todos mis actos egoístas en los que me rodean.
Se para frente a mi puerta y me mira con esa tristeza infinita que me deja frío y temblando de dolor. Por qué siento su pena como mía...? Es que acaso...?
Paso mi mano por su lado, apenas rozando su vestido para girar el pomo de la puerta. Nunca pongo para mí la calefacción y la estancia estará demasiado fría para ella. Siento su piel erizarse al entrar y me dirijo al termostato para encender la calefacción al máximo. Mi habitación no es elegante ni recargada. Apenas una cama, un armario, un arcón con llave para las armas, una mesa y dos sillas. Siento no poder ofrecerle siquiera una cómoda butaca. Separo las dos sillas del escritorio y le ofrezco asiento. Ella sigue callada y apenas me mira. Remanga su vestido y me muestra su muñeca, apoyándola en el brazo de su propia silla. Realmente podría ser el brazo de alguien sin vida... cojo su muñeca con toda la suavidad de que son capaces mis ásperas manos y al l tocarla siento que su piel se eriza aunque la habitación empiece ya a caldearse. Siento su contacto suave, como cuando levantó mis ropas para revisar mi herida en las escaleras. La miro a los ojos antes de acercarme su brazo a mi boca. Mis colmillos se alargan y muerdo su fina piel llevándome al paladar su pura esencia... Dios... no siento a Bella en este momento, ni siento el vacío que me embargaba al morder a las elegidas... Siento algo cálido fluir a la vez que su sangre por mi garganta, entibiando todo mi cuerpo a su paso...



El cuarto de Zsadist parece una nevera, una cámara capaz de conservar cualquier cuerpo, y supongo que es lo que hace, en realidad. Mi piel se eriza al entrar y le observo separar dos sillas mientras curioseo sin disimulo. Es parco, casi monacal en su sencillez, pero extrañamente, siento que es adecuado para él, que le representa a la perfección... cualquier cosa, cualquier pensamiento, con tal de alejar mi cabeza de lo que va a suceder. Me siento y extiendo mi brazo repitiéndome a mí misma que es un servicio más, que es un macho cualquiera el que está ahora mismo hundiendo sus colmillos en mi vena, que son otros labios los que se han anclado a mi piel... pero no funciona. Soy plenamente consciente de que es él, Zsadist, el padre de Nalla, el único macho por el que he sentido algo en mis trescientos años de vida.
Ni siquiera he sentido el típico dolor del mordisco, lo cual me sorprende sobremanera. La succión de su lengua, de sus labios, erizan mi piel una vez más, pero esta no tiene nada que ver con el frío... elevo una silenciosa plegaria a la Virgen, rogando para que no se dé cuenta de la respuesta física que está originando en mí su contacto, el hecho de tomar mi vena... un hormigueo extraño, una especie de dolor, se asienta entre mis muslos, algo que no he sentido nunca mezclado con una humedad que nunca había estado ahí y que, supongo por las lecciones de la antigua directrix, tiene que ver con el deseo. Mis pechos se sienten pesados y puedo notar el roce del sujetador, molesto e incómodo contra mis pezones, como cuando me toco tras la ducha para secarme pensando en él... Santa Madre! elevo mi otra mano hasta dejarla frente a mis ojos y siento en ella un temblor incontrolable que intento frenar antes de que Zsadist lo perciba. No hay reacción alguna en él, gracias al Fade...por una décima de segundo, sólo por un instante, me ha parecido ver el amarillo en sus ojos, aunque enseguida ha retornado el negro a sus pupilas... habrán sido imaginaciones mías, nada más.
Le veo levantar la cabeza lentamente, queriendo dar por finalizada su alimentación, pero puedo oler todavía su hambre. Es un Hermano, un guerrero, sus necesidades son mucho mayores que las de cualquier otro macho y sé que teme drenarme en exceso. No sucederá. Coloco mi mano en su nuca con suavidad, presionando ligeramente, y me inclino sobre su oído para animarle en voz baja a seguir un rato más.
- No es suficiente, Zsadist, puedo olerlo en ti, necesitas más, por favor...
Siento su vacilación, su respiración lenta y profunda saliendo de su pecho como el vapor de una olla a presión, pero también puedo notar cómo su herida comienza a cerrarse... por una vez me alegra ser una hembra de buena crianza, con sangre pura y poderosa. Sus colmillos se hunden de nuevo en mi piel y succiona con ansia mientras sus manos sujetan mi brazo con gentileza... quisiera poder transmitirle tantas cosas... pero me siento incapaz de explicarme con claridad. Sin darme cuenta de lo que hago, comienzo a acariciar lentamente su cabeza, como hago con Nalla cuando se sienta en mi regazo... supongo que estoy acostumbrada a transmitirle calma de ese modo. Es, en realidad, mi único don especial, y sólo he podido ponerlo en práctica con la niña... hasta ahora.
- Yo quería hacer esto, Zsadist, lo he querido siempre, nadie me obliga a ello, nadie me lo ha pedido... Es lo único que puedo hacer por ti y me siento dichosa de que me lo permitas. Sólo lamento las connotaciones negativas que para ti tiene la alimentación. No quería herirte ni forzarte ofreciéndome a ti, por favor, créeme... Pero siento que, en mis trescientos años de vida, esto es lo mejor, lo más puro y valioso que he hecho: Cuidar de Nalla y proveer mi vena para ti.
El tacto de su pelo, tan corto que es casi inexistente, es suave y hace cosquillas. Sé que, cuando termine, mi mano olerá a él y eso me hace sonreir. No se ha apartado, quizás ni se dé cuenta de lo que estoy haciendo, ocupado como está en tomar mi sangre, o quizás sí se haya percatado y no se aparte para no parecer descortés. Ojalá pueda verlo como un gesto tranquilizador, como la caricia de una amiga... sé que puedo proporcionarle calma si me lo permite. Es lo que siempre deseé desde el mismo instante en que perdió a su shellan, traerle la paz... lástima que hasta ahora sólo le haya traído la tempestad, la tormenta, el viento huracanado que ha puesto su mundo patas arriba...


Su sangre es deliciosa, su sabor estalla en mi boca despertando de nuevo mi cuerpo dormido. Mi polla se alza como un mástil pidiendo atenciones; esas que van acompañadas del intercambio de sangre, esas que sólo se permiten las parejas que se aman...
No puedo beber más de ella, pero su enloquecedor sabor en mi lengua y mi boca ha hecho que pierda el sentido. Cuando me detengo, ella presiona mi nuca, rogándome que beba más. Sé que no debo, pero mi cuerpo ha decido por mí que lo necesita; no que lo necesita, que lo quiere!
Su mano, su delicada y fina mano, acaricia mi cabeza rapada con un suave vaivén de sus dedos sobre mi cuero cabelludo...¡¡Dios!! hace tanto que no sentía algo tan cálido que no fueran las caricias de mi pequeña... Su tono de voz es suave, como el que canta una nana espantando los miedos de su hijo mientras lo acuna en caricias, y realmente tiene este efecto... Hace tanto que no me permitía dejarme ir, entregarme al afecto de alguien. Puedo verme por un momento haciéndole el amor... Pero no es algo pasional ni bruto, me veo acariciándola lentamente, suavemente, mientras ella tiembla bajo mi contacto... me veo llenándola, bombeando en ella despacio, con suavidad y ternura, con la misma ternura con que ella me acaricia... con la misma ternura que ella se merece...
Siento en el aire una mezcla de olores familiares pero que hace tiempo había olvidado... puedo sentir un ligero aroma a especias oscuras...santo cielo!!! Incluso siento un olor a nomeolvides mezclado con … excitación...?
Desclavo los colmillos de su suave y fina piel con cuidado, lamo las incisiones y sin saber muy bien porqué, beso delicadamente su muñeca con reverencia.
- Gracias Selena.
Me siento fuerte y vitalizado, pudiendo notar como cada músculo en mí crece y se fortalece, cómo la herida sana y cicatriza... Cuando bebía de las elegidas tomaba sólo lo justo y necesario. Esta vez he bebido demasiado, embargándome una sensación de embriaguez, de calidez y … amor...?Hasta ahora mis intercambios de sangre habían sido siempre como meras transacciones: beber lo justo para sobrevivir, sin palabras ni contacto físico de ningún tipo. Pero Selena me ha tocado mientras bebía, me ha acariciado con ternura, y sus palabras no hablaban de compasión. En este momento me doy cuenta de cuan vulnerable es ella frente a una pantera como yo; siempre dañándola como un gato salvaje. Ella nos ha elegido a nosotros, cuando ella había compartido nuestras vidas en la mansión, yo, aunque huraño, me había mostrado siempre amable. Pero desde que ella está aquí, le he asestado golpe tras golpe, dañándola, enfriando esa preciosa y natural sonrisa. Puedo volver a sentir ahora un pequeño atisbo de ese brillo, de esa alegría, de esa ingenuidad y entrega de nuevo...? Por la virgen que voy a luchar para conservarla a este lado, a la cordura y la luz, y no arrastrarla a mi mundo oscuro y cruel...
-Selena, puedo sentir tu hambre. Ya no vives al otro lado y necesitas alimentarte. Por favor, toma mi vena. Sé que crees que con ello puedes dañarme y mancillar el recuerdo de mi shellan muerta, pero no es así. Nada va a borrar ese recuerdo de mi mente, ni dañarlo, ni deformarlo. Y no hago esto porque me sienta obligado a proveer por ti, no soy tan bueno como puedas creer, Selena. Soy simplemente egoísta, no quiero que te alimentes de otro...
Bien Zsadist , eso si que es hacer bien las cosas... y sobretodo le da mucha elección....Alargo mi brazo en su dirección y le tiendo mi muñeca, dejándola suspendida en el aire. Esperando a que ella sopese las opciones, que decida voluntariamente que desea hacer. Aunque mi ruego se haya convertido más en una declaración de territorialidad que un ofrecimiento...



He cerrado mis ojos y me he dejado llevar por la paz de este momento, por las mil sensaciones que su boca despierta en mí. Con la cabeza apoyada en el respaldo de la alta silla, con mi brazo suavemente sujeto entre sus manos y con sus labios en mi piel, siento que por fin ha llegado el momento que tanto esperaba, que tanto he deseado, y que sólo podría ser más perfecto si él estuviese bebiendo de mi cuello y yo desnuda debajo de él.
Este curso de pensamiento no ayuda a calmar mi excitación, pero a pesar de ello estoy extrañamente serena. Es su ofrecimiento de ahora el que me perturba y me deja incapaz de responder. Sus palabras acerca de su shellan muerta me tranquilizan por un lado y me lastiman por otro. Soy consciente de que nunca podré sustituirla, no quiero hacerlo, tampoco, pero sí desearía poder tenerle sólo para mí en este momento, tan egoísta como soy en lo que a él respecta, quisiera poder fingir que sólo él y yo estamos en este cuarto mientras se ofrece, generoso a pesar de lo que afirma, para alimentar a una hembra después de todo lo que pasó en el siglo que estuvo cautivo.
Pero el recuerdo, el ayer, no es algo que se pueda borrar de un plumazo ni echarnos a las espaldas sin consecuencias ni remordimientos. Le miro en silencio, debatiéndome entre el hambre, que de repente se ha hecho acuciante, y el deseo de rechazar su oferta por vergüenza y miedo... odio mi debilidad a este lado, el sentir por vez primera algo que las hembras sienten como algo normal desde que pasan su transición. Nada es normal para mí, nada es natural, y menos cuando involucra a Zsadist. El simple hecho de pensar en su vena, hace estallar mis colmillos en mi boca, provocándome un ligero dolor al que tampoco estoy acostumbrada. Mil preguntas pasan por mi cabeza, pero ninguna que él pueda responderme. ¿A qué sabe la sangre? ¿Qué se siente cuando muerdes la vena de un macho? ¿Provoca en tu cuerpo algún efecto, además de eliminar el dolor del hambre?
De repente me hago consciente de su mirada clavada en mí, de su brazo, que continúa extendido ofreciéndome lo que necesito, y todavía no tengo una respuesta para él. Sin meditar lo que hago, me levanto de mi silla y me sitúo frente a la suya. Me acerco a su cuerpo y Zsadist separa ligeramente las piernas para hacerme sitio. Me dejo caer de rodillas entre ellas y tomo su brazo con mis dos manos. Es pesado, su piel es firme y más áspera que la mía, cuajada de venas pronunciadas y músculos bien definidos... mi exploración no puede detenerse en su muñeca. Siento su piel ardiendo bajo mis dedos y alzo mi rostro para observarle. Necesito saber que realmente lo desea, que no le estoy haciendo daño ni desatando recuerdos dolorosos. Por unos instantes odio la idea de que mi pelo rubio le recuerde al ama, a Catronia, pero no hay nada que pueda hacer con ello sin delatar que sé lo que pasó, lo que sufrió esos cien años... los cuencos no mienten ni sienten, los cuencos son fríos y fluyen como el agua que los llena, indiferentes al horror que muestran, aunque mis lágrimas se vertiesen en ellos imagen tras imagen.
- Así, Zsadist, tiene que ser así si voy tomar lo que me ofreces...
No puedo explicarle, porque ni yo misma acabo de comprenderlo, por qué ha de ser de este modo, arrodillada ante él. Supongo que intento hacerle notar que soy yo la que está en deuda, que soy yo la agradecida, no la que ordena. Es absurdo prolongar por más tiempo esta espera silenciosa. Sus ojos no se apartan de mí y los míos ascienden por su antebrazo, hasta el jersey que se ha subido para descubrir el pulso, al cuello firme en el que noto cada latido de su corazón, en el aroma especiado que asalta mis sentidos... y en el bulto que su pantalón de cuero no consigue ocultar.
Desnudo mis colmillos, nerviosa como una niña ante su primer desafío, y apoyo mis labios en su piel. El aroma que desprende su muñeca me hace sentirme ligeramente mareada y por un segundo me tambaleo insegura, pero su mano en mi hombro me sostiene, me ancla a la realidad de lo que estoy a punto de experimentar por vez primera.
- Yo... yo no sé hacer esto, Zsadist. Lamento ser tan estúpida, pero no sé cómo hacerlo sin lastimarte. Perdóname, yo....
Mi estómago parece haberse doblado en dos, los calambres se hacen fuertes ahora que tengo la sangre- su sangre- tan cerca. Hundo mis colmillos en su vena y el primer trago que fluye a mi boca me hace exhalar un gemido que, incluso para mis oídos ignorantes, suena a sexo, a placer, a saciedad, a pura lujuria para todos mis sentidos. Succiono de forma inconsciente, supongo que nuestra naturaleza sabe mejor que nuestra propia conciencia lo que ha de hacerse y cómo hacerlo. Trago ávida y sedienta como nunca lo he estado y apenas me doy cuenta de que me he sentado de lado sobre mis piernas porque no podía mantenerme erguida. El brazo de Zsadist se apoya sobre su muslo y una de mis manos lo sujeta con fuerza, temerosa de perder esta fuente de vida que me ha convertido en una hembra irracional, en pura necesidad que ha de ser saciada a su costa. Mi otra mano se ancla a su pierna, mis dedos arañan la tela de su pantalón, intentando aferrarla en mi puño. Escucho mis propios gemidos y sé que las lágrimas corren por mis mejillas, aunque no hay dolor, ni tristeza... sólo un placer que jamás había conocido, una sensación de poder, de plenitud, de vitalidad, tan intensa que me parece imposible contenerla en mi interior. En un esfuerzo de voluntad, desclavo mis colmillos de su agarre y apoyo mi frente en su rodilla.
- Virgen Santísima en el Fade! Es... no puedo, yo... ay, Zsadist... es lo más delicioso que haya probado nunca!
Ni siquiera he tenido la gentileza de cerrar sus heridas. Veo dos hilos gemelos de sangre verterse lentamente por su mano y la tomo entre las mías con suavidad. Lamo muy despacio los restos de su palma, paladeando, saboreando, deleitándome con su esencia única, y cierro mis ojos transportada de placer mientras sello las incisiones con mi saliva.
- Gracias, guerrero, por tu inestimable regalo.
Le miro a los ojos una vez más. Necesito saber que no le he lastimado
- Me alegro de que hayas sido tú... yo tampoco deseo beber de nadie más...


El tiempo que tarda en decidirse me parece una eternidad. Mi mirada no se separa de sus ojos, intentando no ver más allá de su rostro, de no dibujar sus curvas en mi mente y no explorar profundamente el significado de la respuesta de mi cuerpo: esa excitación que me delata y que ya conoce, y algo mucho más importante, ese aroma especiado que aunque suave, lo siento alto y claro, gritándome mientras yo me niego a escucharlo...
Finalmente se acerca a mí, grácil como una gacela... Mi cuerpo instintivamente separa las piernas para acogerla, aunque mi mente se niegue a ese gesto, a verla de rodillas ante mí, pero sus palabras son claras y no dan lugar a réplica. Asiento y observo en silencio como estudia mi cuerpo antes de hundir sus colmillos en mi piel. Huelo su deseo y su sed a partes iguales, pero sus ojos asustados y algo curiosos me invitan a pensar que quizás es algo que no ha hecho jamás... No, no es posible... su residencia estaba en el rancho y a este lado ha tenido que alimentarse...
Su agarre es delicado y suave, y la succión de sus labios sobre mi muñeca provoca un cosquilleo que recorre todo mi cuerpo... Cierro los ojos, sujeto mi mano en su hombro y siento mi sangre viajar por su cuerpo. Unos gemidos apagados me devuelven a la realidad y la observo tragar ávida mi sangre, su mano se intenta agarrar fuerte a mi brazo, como si fuera a huir, como si pudiera huir... ladeo mi cabeza para observar su rostro mientras bebe, mantiene los ojos cerrados y unas lágrimas se derraman mojando su vestido. Su boca se aferra al tatuaje de mi muñeca e imagino que sus palabras de disculpa y sus lágrimas van acompañadas de compasión y de pena por creer arrebatarme lo que en su tiempo me robaron a través de esas bandas de esclavo... Nadie salvo Bella y “el ama” han bebido jamás de mí y nadie tampoco, salvo Nalla, ha tocado nunca mis marcas de las muñecas ni de mi cuello... Hace tiempo que Bella y Nalla enterraron mi pasado creando nuevos recuerdos. Ahora poco significan para mí más que lo que los demás quieran ver en ellas. Ojalá pudieran borrarse tan sólo para que nadie quisiera imaginar jamás lo que implicaban ni compadecerse de mí por ello...
Ella misma separa su boca de mi cuerpo justo cuando mi mano se elevaba hacia su cabeza para tomar su cabello entre mis dedos y sentir su suave tacto de seda...
Su mirada es serena, ya no hay rastros de lágrimas más que en su vestido mojado. Un ligero arrebol tiñe sus mejillas y un precioso brillo en sus ojos me dice que no hay pena ni compasión, sólo agradecimiento... porqué entonces las lágrimas...?
- Quid pro quo, Selena... el placer es mutuo.
Sonrío y bajo mi mano que se había quedado suspendida en el aire para ayudarla a incorporarse del suelo.
La vida cotidiana acecha con romper este momento mágico que en realidad no significa nada para ella, aunque afirme no desear beber de otros machos...
Mi erección sigue siendo evidente entre mis pantalones y todavía puedo oler, en el ambiente cerrado de la habitación, mi aroma. Desvío la mirada de su rostro y bajo la manga de mi jersey. Recuerdo que salí como alma que lleva el diablo en busca del ángel y apenas presté atención a sus palabras y luego directamente aquí y todavía no he visto a la pequeña.
- Estaré encantado de que seas tú quien enseñe a Nalla. Ella va a aprender mucho de ti. Gracias... Está en su habitación ahora...? La última comida debe estar casi lista y recuerda que luego tienes una deuda con nosotros...
Le sonrío y le guiño un ojo antes de abrir la puerta para salir hacia su habitación a recibirla.
- Vamos...?



Algo curioso ha sucedido entre nosotros: La situación que hemos vivido, el hecho de alimentarnos mutuamente, implica tal intimidad que un velo incómodo parece instalarse entre ambos, pero al mismo tiempo parece haber roto cierta barrera que nos impedía avanzar hacia la amistad relajada que busco para los dos. Mi preocupación por él en ese aspecto, desaparece de forma definitiva; sé que cuando lo precise tomará mi vena y no le permitiré que demore demasiado entre una alimentación y otra, no cuando es algo necesario para poder mantener la fuerza en la lucha.
He decidido ignorar su erección, porque soy consciente de que es algo que le sucede a los machos al tomar de la vena, según nos fue explicado en el Otro Lado. Incluso yo me he sentido extraña, supongo que es el mismo caso para las hembras, aunque por fortuna no tan evidente como en el caso de ellos. Zsadist ha adoptado una actitud amable, relajada y casi diría que desenfadada, muy distinta a lo que suele ser su humor desde que le conozco. Me da paso extendiendo el brazo y... ¿me ha guiñado un ojo? ¡Virgen del Fade! Ahora sí que me he sonrojado como una pretrans ingenua y virginal. Me molesta sobremanera esta incapacidad mía de aceptar los gestos más normales como lo que son, simples demostraciones de amistad o cariño, sin necesidad de acompañar con un intenso tono escarlata cada uno de mis movimientos y frases.
Paso por delante de Zsadist y no puedo evitar que nuestros cuerpos se rocen, ya que él ocupa buena parte del hueco de la puerta con su inmenso tamaño. Mientras me deslizo hacia la salida, su aroma, intenso y embriagador, penetra en mis sentidos como el más maravilloso de los perfumes y a duras penas consigo contenerme para no posar mis manos sobre ese pecho amplio de guerrero y aspirar con fruición... ya bastante me he delatado, aunque empiezo a pensar que el padre de mi niña no acaba de captar las señales, bastante poco sutiles, que se me escapan sin darme cuenta.
La puerta de Nalla está casi al lado de las nuestras, apenas unos pasos en el corredor, y abro despacio para no despertarla bruscamente. Soy yo ahora la que se detiene en el vano y le cedo el paso a Zsadist con un gesto y una sonrisa... quizás tendría que entrar y dejarle sitio suficiente para que él lo haga, pero... no voy a renunciar a los pequeños placeres que la vida coloca ante mí... quizás no vuelvan a repetirse las oportunidades que dejo escapar. Miro a mi niña con una sonrisa dulce en el rostro y llamo en voz bajita para no asustarla.
- Nalla, mi vida, hora de levantarse, ¿no tienes hambre, muñequita? Debes comer algo y luego podrás volver a dormirte, si aún tienes sueño.

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