sábado, 3 de marzo de 2012

10. Jodido ángel de la guarda!







No he podido acostarme porque sé que habría dado mil vueltas sin poder conciliar el sueño. No consigo sacarle de mi cabeza ni dejar de lado los remordimientos y esta extraña sensación de encontrarme en una encrucijada. Las dos horas pasadas en la biblioteca fueron en realidad un ejercicio de espera anhelante, deseando verle entrar por la puerta para decirme... ¿Qué? Acaso creía que iba a buscarme para decirme que me necesitaba? Santa Madre! Qué imbécil egoísta, qué absurda soñadora he resultado ser! En mis locas elucubraciones al Otro Lado, en mis prohibidos pensamientos, mis sentimientos rebeldes sólo me implicaban a mí, a Selena, una Selena distinta viviendo una vida distinta y rodeada de gente distinta. Pero ahora he llegado a la casa de este macho a alterar su vida, a perturbarle, a forzarle hasta el dolor para satisfacer mis deseos y necesidades.
El resto del día lo he pasado dando vueltas e intentando esquivarle, porque sé que él tampoco ha dormido. En cuanto le he visto marchar- parece que no puedo quitarme la costumbre de observarle a escondidas- me he sentado en el sofá y he pedido a los doggens que no me molesten con el pretexto de dormir una pequeña siesta en la estancia. Han prendido la chimenea y, solícitos , me han traído una manta y una almohada. Su amabilidad sólo empeora la situación, no soy merecedora del respeto y la atención que me prestan y saberlo me hace sentir aún peor.
El destello de luz intensa frente a mí no me sorprende ni asusta. Es nuestro secreto, supongo que podríamos expresarlo en esos términos. Desde la primera vez, ha continuado visitándome en tres o cuatro ocasiones y lo cierto es que su llegada siempre consigue calmarme.
-Hola, Lassiter. Tienes suerte de que Zsadist esté de patrulla o te mataría por atreverte a entrar en su casa sin invitación.
Su carcajada suena como una campana de cristal en la sala y se deja caer a mi lado en el sofá, obligándome a apretarme contra el reposabrazos para dejarle espacio a su inmenso cuerpo.
- Hola, Selena, preciosa. Yo también me alegro de verte. ¿Podemos esperar juntos al gran chico malo? Hace al menos diez minutos que nadie me amenaza de muerte y empiezo a aburrirme.
Su sonrisa despierta la mía a pesar de mis pensamientos tristes.
- Estás loco, ¿lo sabías?
- Ah, Elegida, no es fácil ser tan perfecto como yo, hasta en mi perfecta locura. No pienses que es innata, practico todos los días con diligencia!*Toma mi barbilla entre sus dedos y clava en mí sus ojos sin pupila* Quién te ha hecho llorar, princesa?
Su pregunta desata el torrente que intento contener desde hace mucho tiempo. El ángel caído me estrecha contra su pecho y siento su olor a cedro y a sol, ese aroma único que le caracteriza y que me inspira confianza. Me dejo abrazar, sollozando, hasta que yo misma noto la humedad de su camisa. Me alzo con una mirada de disculpa y él sonríe con ternura, quitándole importancia al asunto con un gesto de su mano.
- Ni se te ocurra preocuparte por esto: recojo lágrimas de hembras hermosas en mi ropa y luego las escurro y las vendo a precio de oro *se mira las manos, cubiertas de anillos y pulseras* De dónde crees que saco para todos mis adornos? El trabajo de caído ya no se paga como antes... *Su voz es burlona, irónica, incluso, pero siempre dulce, siempre tierna* - ¿Por qué lloras, Selena?
De repente comprendo lo que he hecho: Me he dejado abrazar por un macho por vez primera y no he sentido miedo, ni vergüenza, nada, en realidad, salvo el consuelo de un amigo.
- No sé cómo lo haces, Lassiter, cuando llegas tú todo parece ir mejor. No te preocupes, son tonterías mías, es sólo que... *las lágrimas de nuevo, mi voz que se rompe y su brazo que se desliza sobre mis hombros, dándome palmaditas cariñosas en la espalda, igual que yo hago con Nalla cuando se hace daño o tiene una pesadilla* Ay, Lass! Le estoy haciendo daño! Le estoy recordando cosas que quiere olvidar, le estoy haciendo enfrentarse a cosas que no necesita en su vida, estoy trastocando su mundo y no es justo para él. Ha sufrido más de lo que un macho puede soportar sin volverse loco y en lugar de aligerar su carga, he venido a lastimarle...
El ángel me escucha en silencio. Su mano se desliza arriba y abajo por mi espalda y siento la paz que me trae, como una lluvia fina que va calando mi alma y me permite respirar de nuevo sin dolor. Se gira hacia mí, toma mi rostro entre sus manos, enormes y ásperas, manos de guerrero, y susurra con una voz que parece hipnotizarme.
- Eres su tormenta, pero no su tormento. El agua que le empapa y le hace sentirse incómodo, pero no la causa de su ahogo. Tu luz le daña porque hace demasiado tiempo que vive en las sombras, pero el dolor en sus ojos durará un parpadeo, después te verá, Selena, tal y como eres, tal y como tú nunca te has visto.
Le miro sorprendida. Siempre ha sido críptico, pero ahora mismo no comprendo ni una palabra de lo que dice.
- ¿Qué significa eso, Lassiter? ¿Se supone que he de extraer alguna lección de lo que acabas de decirme? Porque no entiendo qué significa. *De nuevo su risa, de nuevo su abrazo antes de levantarse y tomar mi mano para ayudarme a hacer lo mismo*
- Ay, princesa, eres una mortal terriblemente divertida, y una loba con piel de cordero también... espero impaciente el día en que tu guerrero lo descubra! Ahora he de irme, Z acaba de materializarse en el vestíbulo y puedo asegurarte que mi visita le hará sentirse... vivo?
Tal y como ha llegado, se ha ido. Me ha besado en la mejilla antes de irse, ha soltado una risa ronca y profunda en mi oído y ha desaparecido, pero algo de él, de su calma, perdura en mí. Y con esa calma llega mi decisión: No me iré, no abandonaré como una cobarde disfrazando mi marcha de acto filantrópico. Nalla no saldrá ganando si me voy, lo sé con certeza, ni yo si la dejo, aún cuando fuese capaz de abandonar a su padre. Me siento de nuevo en el sofá y espero su entrada, extrañada por su temprano regreso. Quizás haya pasado algo, quizás le hayan herido de nuevo... la inquietud se apodera de mí y me obligo a la calma: Está bien, o no estaría aquí. Todo lo demás, no es asunto mío. Soy una invitada en su casa, una amiga y una maestra para su hija, nada más. Lo que haga con su vida, sus idas y venidas no son de mi incumbencia, por más que me duela, por más que le quiera... Apoyo mi cabeza en el respaldo del sofá y cierro los ojos unos instantes. Puede que aún tarde unos minutos en entrar y yo estoy tan, tan cansada...



Cansado como si hubiera librado mil batallas regreso a casa, a la que es ahora mi hogar...Me materializo en la entrada, marco el código de seguridad y entro. Nada más poner un pie de mis shitkickers dentro, siento que algo pasa... Sé que la casa estaba cerrada y nadie ha entrado ni salido usando el sistema de seguridad, pero las alarmas de peligro en mi cerebro se disparan, y mi cuerpo se crispa haciendo que coja una SIG con cada mano y me acerque como una pantera al acecho hacia el salón, de donde proviene esa sensación... es un olor mezclado con una presencia... Pero en mi campo ocular tan sólo aparece Selena... Recorro con la vista cada rincón de la sala pero no hay nadie. Quien fuera que estuviera aquí, acaba de irse. Aunque puedo sentir todavía el ligero movimiento del aire desplazarse en la estancia. Hasta los cabellos de Selena parecen cesar en su movimiento hasta volver a posarse en su precioso cuello. Soy consciente de que no me ha oído pero puede percibir el frío que sale de mi interior... Bajo las armas y me acerco despacio. Ni siquiera me molesto en guardarlas... mi cerebro ha dejado de ser racional... Es un macho quien ha estado en mi casa... es Lassiter el caído. Y no sólo ha estado aquí sino que la ha tocado... Desde la distancia a la que estoy de ella puedo olerlo en su ropa, en su pelo y en cada poro de su piel... Un rugido, gutural y ancestral nace en mi pecho hasta salir por mi boca.
- Qué coño hacía él aquí...?!!!





‎Ni siquiera me es permitido un minuto de calma. Acabo de cerrar los ojos y los abro de nuevo, inquieta, sin saber con claridad qué es lo que ha llamado mi atención. El ambiente en el salón parece haberse enfriado de repente varios grados, al punto de que noto mi piel erizarse de frío. Me abrazo a mí misma intentando guardar el calor que parece haber huido con la marcha de Lassiter, pero al instante comprendo lo que ha pasado: Zsadist aparece de repente ante mí, con una mirada negra como la noche más oscura, un aura de furia le rodea, las pistolas en sus manos y un tono de voz que podría congelar la hoguera que arde en la chimenea.
- ¿Él? *Por supuesto, Zsadist conoce al ángel, distinguirá su olor en este espacio cerrado* ¿Te refieres a Lassiter?
Al escuchar su nombre una nueva oleada de frío parece surgir de su cuerpo. Me estremezco a pesar de que no le temo. Sé que nunca me haría daño, aunque no acabo de comprender a qué se debe su rabia.
- Perdóname, no sabía que no podría recibir visitas. No volverá a suceder, te lo aseguro. Quedaré con él fuera, en el pueblo o en la Mansión. Es un amigo y vino a comprobar cómo estaba, nada más. Lamento haberte molestado.




‎Joder santa mierda!!! dónde coño se ha ido la vida tranquila y aburrida...? Su “amigo” el jodido ángel que aún estando ya restablecido Tohr, sigue tocando los cojones en la hermandad como una puta portera...? Tan sólo tengo ganas de coger su pescuezo entre mis manos y retorcerlo hasta que salten todas y cada una de las plumas de su dorado cuerpo...Pero reconozco que mi actitud no tiene ningún sentido... no para ella... joder!!!Mi tono de voz es frío e intento no dejar traslucir más sentimientos de los que ya he mostrado...
- Sí, claro que puedes tener amigos, es sólo que...
Por qué demonios ha venido él a mi casa justamente ahora si no es para espiarme...?
- Hueles... hueles a él... no sabía que tuvierais una relación tan estrecha...
Guardo las armas en la chaqueta de cuero y me giro dispuesto a salir del salón hacia mi habitación. Está visto que hoy tampoco voy a alimentarme...
- No es de mi incumbencia... perdona Selena.





‎La idea de que huela a otro macho en mí, la simple idea de oler a otro macho, me parece incorrecta. Elevo mi brazo e intento detectar el aroma sin conseguirlo, pero si él lo dice, no dudo que será cierto.
Se va. Puedo notar su enfado y lo mucho que le molesta que el ángel me haya tocado. Supongo que piensa en la seguridad de Nalla y en la mía propia. El hecho de que Lassiter haya entrado sin autorización y estando él ausente, por fuerza ha de enfadarle terriblemente. Me levanto con rapidez y corro hasta él. Le tomo por el brazo para detenerle y él se gira mirándome con fiera intensidad.
- Por favor, Zsadist, no te vayas así. Sí es de tu incumbencia, es tu hogar, tu familia la que vive aquí, y Lassiter no ha obrado bien visitándome por sorpresa. Debí echarle o al menos recriminárselo, pero...
Ahora es el momento de explicar lo que ha pasado, pero confesarlo todo me dejará en una situación vulnerable, me expondrá ante sus ojos y originará preguntas que no sabré responder. Nada de eso importa. Se lo debo...
- Yo estaba llorando, Zsadist, y me abrazó para consolarme. Es la primera vez que sucede, la primera vez que me toca alguien que no sea Nalla, y fue el gesto amable de un amigo. Sólo quería proporcionarme un poco de consuelo, no quiero que pienses que yo... *Ahora me sonrojo hasta la raíz del cabello* yo no soy una hembra promiscua, jamás he sido tocada por un macho y no traeré la vergüenza a tu casa ni seré un mal ejemplo para Nalla, lo juro!
Su postura, levemente girada, me muestra su espalda. El olor de la sangre fresca me asalta con fuerza. Virgen Bendita! Todavía no se ha curado su herida!
- Yo... ¿Me permitirás curarte? Me ducharé para no ofenderte con el olor del ángel. No sé cómo ha sucedido esto ni por qué apareció sin previo aviso, pero entiendo que estés enfadado conmigo por recibirle aquí y te juro que no le invité ni esperaba su llegada.





‎Me giro observando su rostro, todavía hinchado por el llanto que la rabia no me había permitido ver antes...
- Estabas llorando...? Es que acaso ese hijo de puta te hizo alg...?
Mi pregunta se queda suspendida en el aire, me pongo frente a ella y escrutando en sus ojos, doliéndome en lo más profundo del alma pronunciar mis temores en alto.
- Acaso fui yo quien te hizo llorar...? Eres desdichada en esta casa por mi culpa...?






‎De repente me vuelvo consciente de que aún sujeto su brazo. Mis dedos sueltan la manga de su chaqueta y los elevo unos centímetros, pero vuelvo a dejarlos en su lugar deliberadamente.
- Cada momento entrañable que recuerdo, los días más felices de mi vida, están ya ligados a vosotros y a esta casa, Zsadist. No has hecho nada, NADA, que me haga desgraciada. Me está costando un poco adaptarme, nada más, y sé que te he incomodado en algún momento, pero no se repetirá.
Mi mirada se desvía a sus caderas, donde descansa la cartuchera con las pistolas y viaja a su pecho, donde se cruza el arnés con las dagas.
- Tú me haces fel...estar con vosotros me hace feliz, me haces sentir segura.
Quizás esté siendo indiscreta, pero tengo que saber qué ha sucedido, saber si es su herida la que le traído a casa antes de tiempo.
- Perdona mi intromisión, pero... ¿Te han retirado de las rotaciones por la herida? Quizás no la limpié como es debido. Podrías pedirle al ángel que te cure, es bueno en eso, ¿sabes? puedo ir a la Mansión y hablar con él o...
Parece imposible que sus ojos puedan oscurecerse aún más, pero lo hacen. Nombrar al motivo de su enfado no ha sido una buena idea. Aparto la mano de su brazo y las cruzo a mi espalda, como una niña pillada en falta.
- Lo siento, no quería... no importa.




‎Cuando retira las manos de mi brazo me doy cuenta de que me estaba tocando, me estaba tocando y ni me he inmutado... es esto familiaridad...? o es el temor a haberla dañado que transforman todo lo demás en poco importante...? Lo cierto es que su contacto no me repele... al contrario... en otras ocasiones me ha excitado y en ésta me ha enternecido...
Estoy a punto de sujetar su mano con la mía, de acariciarla, cuando menciona mi herida y la posibilidad de que “el ángel” la cure...? Santa mierda, en qué demonios está pensando esta hembra...? He venido dispuesto a alimentarme de ella por no parecer débil ni dejar que mis hermanos luchen solos, pero esto...
Siento como mi mirada pierde toda la ternura de segundos antes y la magia del momento se rompe. Mis ojos se oscurecen , endureciéndose, y me giro sin mediar palabra. Salgo por la puerta que estaba a punto de cruzar cuando me sujetó y me dirijo a la entrada para desmaterializarme. Ni el jodido emplumado ni Tohrment no tienen derecho a meter sus narices en mis asuntos!!





Le veo salir en medio de una oleada de rabia y la desolación me vence. Casi inconscientemente, me dejo caer sentada en el primer escalón. No me moveré de aquí hasta su regreso, no le buscaré ni le llamaré, no tengo derecho alguno... Encojo mis piernas y las abrazo escondiendo el rostro.
-¿Qué he hecho?




Esto está empezando a ponerse divertido. Lo cierto es que desde que el capullo torturado de mi pupilo es feliz, no tengo demasiado que hacer por la Mansión. Ver a Selena siempre es un placer, y añadido el hecho de que Tohrment ha tenido que pedirme por favor que les eche una mano, esta noche está saliendo estupendamente bien. Me desmaterializo y aparezco frente a la verja de la entrada. Estos paranoicos vampiros dan por supuesto que sus medidas de seguridad les protegen incluso de mí, y no voy a ser yo el que los desilusione... por ahora.
- Abre, Fritz, colega, antes de que tus amos hagan prácticas de tiro a la bombilla con mi luminosa persona!
El anciano doggen me recibe en la puerta con una sonrisa amable, como siempre, y yo, como siempre, le toco ligeramente en el hombro enviando una pequeña descarga de baja intensidad que él apenas nota. No es gran cosa, cinco años más de vida, pero este anciano me ha caído en gracia. Me dirijo al segundo piso, al despacho del rey, donde sé que estará esperando Tohrment para recibir las noticias de primera mano. Lo de llamar a la puerta me da alergia, así que la atravieso y me encuentro al boss con aire cabreado y apuntándome con una glock en cada mano. Le dirijo una sonrisa irónica*
- Por favor! Como si eso pudiese detenerme, vampiro. Guarda tus pistolitas y prepárate, traigo información jugosa! Me encanta esto de ser paparazzi de los colmilludos nocturnos. Podríamos llamarle a esto prensa roja? O mejor, prensa negra!
El rey ciego se levanta despacio. Su rostro no presagia nada bueno y suelto un "Ups" audible en todo el despacho.
- Dispárale, Tohr, no le necesitamos tanto como para aguantar toda la mierda que sale de su boca. Joder! Acaba de entrar y ya tengo otra puta jaqueca!





‎Salgo como alma que lleva el diablo de casa y aparezco frente a la cámara de seguridad de la mansión.
- Fritz abre de una jodida vez!!! Tengo prisa!
Un clic me indica que la puerta se abre y aparece el sumiso y amble doggen esbozando una insegura sonrisa.
- Señor... el amo Tohrment se encuentra en el despacho con nuestro rey y el amo Lassit... *le corto sin dejarlo terminar*
- Si, gracias Fritz, lo imagino!!
Entro en tropel hacia el segundo piso, al despacho del rey. Mi furia va creciendo a cada paso, y sin poder esperar. Al poner un pie en el primer escalón de la escalera me desmaterializo y aparezco frente a la puerta abierta. La temperatura que emana de mi cuerpo ha enfriado el ambiente por lo menos un par de grados. Todos miran hacia mí al llegar. El jodido ángel dorado se gira lentamente, sin darle importancia y con una sonrisa de autosuficiencia en su cara perforada haciéndole parecer un irónico cuadro de Picasso. Un paso al frente, sólo doy un paso al frente, él ni siquiera hace el ademán de apartarse, y mi puño cerrado se incrusta en su jodida y dura mandíbula. Diossss! Duele como el demonio...! De qué leches estarán hechos sus huesos...? Su sonrisa sigue sin modificar su expresión sarcástica... Pero no importa. El golpe, aunque no le haya resultado tan doloroso como a mí, ha valido la pena... Oigo las risas de fondo de Tohr y Wrath que se silencian cuando me acerco más a él, todavía con furia. Lo cojo de la solapa de su camiseta encarando mi cara con la suya, resoplando justo encima de su nariz...
- Como vuelvas a entrar en mi casa sin mi permiso, Fritz va a servirte en una bandeja para la primera comida. Me has oído, jodido árbol de navidad...?
Mi mano se cierra todavía más sobre su camiseta, apretándose contra su cuello. Me da igual quien haya delante, ni que puedan entender o no mis actos. A la puta mierda!
- No vuelvas a TO.CAR.LA. Me oyes...???? No vuelvas a poner tus jodidas manos sobre ella o no me importará perder la vida en ello y tu y yo vamos a tener algo más que palabras y golpes... ESTAMOS...??!!!




‎- Zsadist, espera tu jodido turno!
Mi carcajada resuena en el despacho al escuchar a Wrath. Parece haber recobrado el buen humor al contemplar el arrebato de Z, y se sienta despacio uniendo las manos bajo su barbilla con una sonrisa satisfecha. La exclamación de dolor del ángel es la música que inicia la fiesta.
- Z, deja al cabrón o empieza a contar qué ha hecho para cabrearte tanto.
Como si hiciese falta! Mi hermano ha dejado bien clara su postura, sus sentimientos, sus intenciones y todo el jodido paquete de "Soy-un-guerrero-ella-es-mía-y-tú-eres-un-pedazo-de-mierda". Wrath y yo observamos la escena con una sonrisa divertida. Esto es algo que no se ve todos los días y puede que no se repita nunca. Aunque está haciendo algo que yo he deseado hacer miles de veces, no es el lugar ni el momento apropiado. Dudo que el ángel vaya a empezar a largar por esa bocaza suya, pero nunca se puede estar seguro con el brillante alfiletero, así que decido intervenir.
- Por si no te has dado cuenta, Zsadist, estás en el despacho de tu rey, no en el centro de entrenamiento. Tenemos que hablar con tu punching ball y necesito que tenga todos sus dientes, así que afloja un poco. Y por cierto, ¿qué coño haces aquí? Creí haberte largado hasta que te alimentases, me equivoco?
Lassiter le mira con los ojos entrecerrados y, supongo que como muestra de respeto, escupe sobre la alfombra la sangre plateada que inunda su boca, mientras se separa de Z con un gesto brusco. El rey se levanta de golpe retirando hacia atrás la enorme silla, más parecida a un trono, y con un rugido profundo que hace temblar los cristales.
- No jodas conmigo, hijo de puta, porque, hayas o no salvado mi vida, yo mismo te enviaré de vuelta a tu cielo, y no creo que necesites ese expositor de joyas que luces bajo la ropa para regresar a tu puta nube!
La temperatura desciende un par de grados más y el ángel se vuelve furioso hacia Wrath.
- No te confundas conmigo, rey ciego... estoy bastante cerca de mandaros a todos a tomar por culo y pedir una maldita baja laboral. Soy un ángel, no uno de tus imbéciles súbditos, y las reglas de tu raza no rigen conmigo.
Se dirige ahora a mí con expresión más serena, aunque su enfado continúa presente en su tono gélido.
- Y en cuanto a ti, vampiro, no necesito que me quites a tu bulldog de encima, soy perfectamente capaz de librar mis propias batallas, así que agradece que no lo haga o tendríais que rehacer todos los putos plannings de las rotaciones para acomodaros a un gilipollas menos luchando cada noche.
Se vuelve ahora hacia Zsadist.
- Me guardo la respuesta de mi puño, cabrón, porque estás en tu derecho: tu casa, tus normas, pero en lo que respecta a Selena... *sonríe provocador* es una hembra libre, y será ella la que decida quién la toca y cómo lo hace *Se inclina hasta el oído de Z, aunque todos podemos oír lo que susurra con sorna* ¿O es que estás pensando en marcarla como tuya, papaíto? No te he olido en ella, y puedo asegurarte que la he tenido muy, muy cerca!
Bien! El puto infierno se ha desatado en el despacho en sólo unas frases del jodido pajarraco. La ira de Wrath golpea como una ola de energía que nos hace tambalearnos a todos y despeja su escritorio haciendo volar los papeles en todas direcciones. Yo mismo tengo dificultades para contenerme y no sacar mis armas y Zsadist acaba de convertirse en un asesino furioso ante nuestros ojos. Es el rey el que pone orden con una única frase que no precisa gritar... su furia basta para congelar el infierno.
- Lassiter, siéntate y cierra la maldita boca! Zsadist, si oigo que te mueves, yo mismo te arranco el corazón y se lo doy a comer a este hijo de puta. Tohr, controla tus armas y dispara a mi orden *Desenfunda una de sus dagas y la clava sobre la mesa* Estoy a un grito de perder la paciencia y os juro que es algo que no queréis ver ninguno de vosotros. Z, qué coño ha pasado? Y más vale que te expliques con claridad, porque ahora mismo no se me ocurre un buen motivo para que entres en el despacho de tu rey con los puños en alto y sin siquiera saludar. Me importa una mierda lo cabreado que estés, aún no he dado mi autorización para que nadie se cargue a este cabronazo.





‎Sus palabras y su aliento en mi oído no hacen más que encenderme como una antorcha. Me da igual que sea casa del rey y que haya expresado con gritos que no me acerque a él. Me giro hacia mi jodido hermano Tohrment.
- Largarme para alimentarme...? Me parece bien, tengo hambre de ángel!!!
Mis colmillos se alargan y me abalanzo sobre el brillante juguetito de Tohr, empujándolo con toda mi fuerza en un golpe seco directo a sus pulmones. Aunque sea un ángel supongo que necesitará respirar, no? así que cuando cae al suelo, aprieto más y más siseando entre dientes.
- NUNCA, me oyes...?!!!!! NUNCA MÁS TE ATREVAS SIQUIERA A NOMBRARLA, JODIDO CABRÓN!!!
Su cabeza se estampa contra mi frente, tengo suerte, ya que es la única parte de su cara no agujereada con pircings. Duele de cojones y siento mi cerebro a punto de estallar. Justo antes de asestarle un golpe de la misma manera, los cuatro brazos de mis hermanos me sujetan apartándome de él, que sigue sonriendo como un jodido teletubbie. Detrás de nosotros se oye revuelo de voces, pero el rugido de Wrath acalla todos los demás
– Todo el puto mundo fuera de aquí!! Esto no es cosa vuestra!
La puerta se cierra de golpe y siento como lanzan mi cuerpo contra el sofá. Aunque me rueda la cabeza, intento levantarme de nuevo para acabar con el ángel, pero Wrath, con una sola mano, consigue mantener mi culo pegado al cojín.




‎Tendría que haber sabido que algo tan trivial como una orden real no detendría a mi hermano. Se abalanza sobre el ángel como si fuese el vengador de toda la puta raza. Lo que nos ha quedado muy claro es que la raíz del problema es laElegida, y entiendo lo que está pasando, porque no difiere mucho de lo que me sucedió a mí no hace tanto tiempo. Es lo único que le salva de recibir el disparo directo de mi glock.
Wrath, furioso como un maldito avispero, interviene conmigo para separar a los dos contendientes al tiempo que su grito echa fuera a la horda de curiosos, hermanos y doggens, que empieza a reunirse frente al despacho. El rey cierra la enorme puerta con el pensamiento y a punto está de salirse de sus goznes, señal de que la cosa está bien jodida. Me agacho hasta el oído de Z susurrando rápidamente.
- Zsadist, razona, joder! Dime que no quieres enfrentar un maldito Rythe por desobedecer una orden directa de tu rey. Matar al ángel no hará que ella desaparezca de tu cabeza, así que afloja un poco, vale? Mierda! Danos una tregua, hermano...todavía no te has recuperado de un simple balazo, sabes lo que sería para Nalla verte llegar a casa tras tu castigo? Usa.el puto.cerebro!
Wrath le ha empujado contra el sofá y mantiene su cabeza abajo, impidiéndole moverse. Es una mole rabiosa con unos colmillos que hacen palidecer los de un maldito tigre. En estos momentos no parece tampoco muy dado al diálogo.
- Un milímetro, vampiro. Alégrame el jodido día y muévete sólo un milímetro... mis nudillos están deseando recordarte la orden que has decicido ignorar. Y agradece que estoy de buen humor y que es tu nuca, y no tu narizo tu boca, la que está contra el cojín.
Mira ahora al ángel, al que estoy ayudando a levantarse con modos poco amables.
- Y tú, desgraciado, voy a usar tus alas como una puta bayeta. No te atrevas a desafiarme, porque te juro que tienes mucho que perder si decido que ya no eres necesario aquí y que mi deuda está saldada. Me importa una mierda la jodida alfombra, lo que no voy a pasar por alto es tu provocación.
Se alza en toda su estatura y el despacho se llena de su presencia. La temperatura ha descendido varios grados y los cuatro resoplamos intentando tranquilizarnos. Zsadist se levanta con cuidado y se queda mirando al rey con actitud desafiante.
- Zsadist, vas a disculparte con tu Señor o hemos de llevar el tema ante la Virgen Escriba?
Mi voz suena alta y clara en la estancia y el hijo puta del ángel suelta una carcajada que casi le vale un tiro en la frente. Decido ignorarle una vez más y continúo dirigiéndome a mi hermano.
- Puede que la Virgen esté interesada en saber que hay problemas con quien fue una Elegida... o quizás lo de servirte en exclusiva no haya funcionado tan bien como todos esperábamos... si no te atreves a decírselo tú, podemos ser nosotros los que la saquemos de tu casa. Estoy seguro de que Wrath la acogerá, no es así, mi Señor?
Wrath se acerca a Lassiter y le propina un puñetazo seco que impacta como un misil contra un muro de cemento. Se frota los nudillos con expresión satisfecha y mira a Zsadist mientras se dirige a mí.
- Tohrment, ve a buscar a Selena y dile que mi casa es suya, que es parte de la familia. Y que Phury envíe a una Elegida para alimentar a Zsadist... si quiere continuar en las calles. Si el cabrón no puede encargarse de sí mismo, nosotros lo haremos.




‎Sus palabras en mi oído, sus jodidas malditas palabras en mi oído, son lo único que me devuelven a la realidad... Como la última vez... Cuando Bella murió, fue él quien me sacó del santuario de nuestro cuarto donde me encerré e impidió que me dejara consumir bajo el sol. Sus palabras son simples... “piensa en Nalla”... Ella es lo único que tengo en realidad en este maldito planeta! Y de repente me siento como un solemne idiota ante las declaraciones hechas frente a mis hermanos y la provocación del ángel; que no hace más que recordarme que Selena no es mía... que no me pertenece...
Pongo la mano sobre el antebrazo de W que me sujeta con la fuerza de mil leones y digo casi en un susurro.
- Me alimentaré...
El brazo de W afloja un poco la presión, dándome una tregua, aunque todavía no me suelta
- Joder Wrath! No voy a moverme!!!
Cuando me libera, su cara es la viva imagen de la furia. Ambos me recuerdan las órdenes que he desobedecido; pero no pienso disculparme delante del jodido hijo de puta alado. Si vuelvo a ver su sonrisa brillar satisfecha, aunque sea ensangrentada, voy a volver a abalanzarme sobre él, sean cuales sean las consecuencias...Wrath parece haber leído mi pensamiento y asesta, con toda su fuerza bruta, un puñetazo al cabrón; dejándolo por unos instantes fuera de circulación.
- Lo siento... Lo haré y volveré a las calles para hacer lo único que sé hacer y por lo único que sigo vivo. *Respiro hondo, resoplando* Pero no os la llevéis... yo hablaré con ella. Es libre de marcharse, jamás fue una prisionera.
Estiro los brazos para desentumecerlos del agarre del rey. La cabeza me aguijonea como si mil abejas bailaran en ella. Santa mierda... o ambos están hechos de hierro o realmente estoy más débil de lo que quiero admitir...Me quedo de pie, con los brazos cruzados mirando a Tohr, que levanta de nuevo al ángel del suelo; y a Wrath, esperando su dictamen.





‎Parece haber recapacitado... se alzadespacio mientras Wrath se apoya con las dos manos en la chimenea , intentando tranquilizarse a su vez. Su sonrisa satisfecha tras golpear al ángel, me dice que está recuperando la calma y, por otro lado, que echa en falta una buena pelea de vez en cuando. Tomo nota mental para proponerle algún entrenamiento conjunto: Ahora que Payne está emparejada, ha dejado de luchar con él, y lo cierto es que no me vendrá nada mal algo de ejercicio intenso.
- Lassiter, por amor de Dios, desaparece por un rato!
Mi petición, formulada en voz baja, es recibida por el ángel con un asentimiento seco y una sonrisa sardónica mientras se limpia la sangre de la comisura de sus labios. Se marcha murmurando algo acerca de los puños de acero del puto rey ciego y sé que lo hace a propósito para que Wrath le oiga... el jodido cabronazo no tiene el más mínimo instinto de autoconservación.
Una vez solos en el despacho, los tres somos conscientes de que lo sucedido aquí podría tener consecuencias graves si el rey decide que la desobediencia de Zsadist es una cuestión de estado... mi hermano no soportaría un rythe ahora mismo sin que ello trajese graves consecuencias físicas para él. No voy a interceder por su causa ante el rey, sería una ofensa a su valía y es perfectamente capaz de justificar sus actos, pero como viudo recientemente emparejado, comprendo perfectamente lo que está pasando... yo mismo me puse en riesgo un par de veces y mis ofensas no fueron menores, pero nuestro rey es un rey justo, como lo fue su padre, y un hermano ante todo.
Se vuelve hacia Z, ya totalmente tranquilo, aunque su voz denota la seriedad de la situación.
- Voy a fingir que no me escuchaste bien cuando te ordené quedarte quieto, Z. Vamos a fingir que esto no ha pasado, pero como se repita, como una sola puta palabra mía sea ignorada por ti la próxima vez, te las haré tragar una por una, presentaré el caso ante la Virgen Escriba y, te juro por lo más sagrado que me importará una mierda el castigo que se te aplique, me has entendido, Zsadist ?
El hermano asiente una sola vez sin bajar la mirada. El cabrón es orgulloso, pero sabe perfectamente dónde están los límites y hasta dónde puede estirarlos. El rey le despide con un gesto de la mano y se sienta de nuevo tras su escritorio, colocando las shitkickers sobre el pesado mueble.
- Vete a casa, aliméntate, habla con ella, invítala a bailar... haz lo que sea necesario, pero no me jodas más con este asunto o te juro por el maldito infierno que firmaré un edicto real que te atará a su muñeca hasta que bebas o hasta que me presentes tu petición de abandonar las calles... te ha quedado claro?
Zsadist sale del despacho con paso firme. Voy a seguirle pero la voz cansada de Wrath me detiene.
- Quédate, Tohrment... joder! Si este tipo de cosas es lo que enfrentas todos los días con la Hermandad, no me extraña que vivas con una puta jaqueca permanente. Sé que puede luchar, mierda! Lo ha hecho durante siglos, pero no voy a permitir que mis órdenes sean cuestionadas!
Me siento frente a él y empiezo con el orden del día... joder! Tiene que haber un modo más sencillo de organizar a esta panda de capullos indisciplinados...

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