martes, 11 de diciembre de 2012

16. Y al Fin la Verdad






La tomo de la mano y la guío hasta la cocina. Sonrío mientras bajamos la escalera; los dos andamos descalzos... Despido a los doggen y la siento en la isla de la cocina. Ella está a punto de abrir la boca, pero mi dedo se posa sobre sus labios a modo de silencio.

- No acepto un no por respuesta. *Miro su brazo, todavía magullado* Después de eso, es lo mínimo que puedo hacer por ti. Por favor, déjame cocinar para ti...

Siento un cosquilleo en mi dedo, todavía posado en sus labios; un beso...? Le sonrío y me giro para alcanzar todo lo que necesito en la cocina. La nevera está bien surtida de fruta: manzanas de todos los colores, peras, naranjas, kiwis, mangos, fresas, melocotones... Pelo y troceo uno a uno sobre la tabla de madera y los voy echando en una fuente. Espolvoreo azúcar por encima y vierto zumo de naranja con uvas hasta cubrir la mitad. Sus ojos no dejan de escrutarme y si no fuera porque he hecho esto infinidad de veces para Nalla, la afilada hoja del cuchillo seguro que hubiera rebanado uno de mis dedos; su mera presencia me confunde y me enloquece...

- Ahora viene la parte donde recibo la ayuda de Nalla. Sé que puede parecer una guarrada... y lo es... pero es el toque que le falta para que sea especial...

Cojo sus manos, que retorcía una con otra sobre la encimera, y las introduzco despacio dentro de la fuente bajo su mirada de asombro. Las entierro en los pedacitos de fruta y con los dedos mojados sobre los suyos, la acompaño, removiendo despacio la fruta hasta bañarla por completo en el zumo y azúcar. Me deleito en cada movimiento de mi piel sobre la suya, en el baile resbaladizo y sensual de nuestros dedos. Poco a poco su semblante se suaviza y nace una tímida sonrisa en su rostro. No puedo dejar de mirarla,sus ojos brillan y calientan como los rayos del sol...

Ves...? es mágico... Sé que a esto no se le puede llamar cocinar pero... la fruta y el azúcar te ayudarán a reponerte enseguida...






Verle trajinar por la cocina y saber que está preparando mi comida con sus propias manos, origina una serie de sentimientos confusos que no sé separar en mi cabeza y en mi corazón. Sé que no es algo que se haga para cualquier conocida, que es algo muy significativo para los machos de nuestra raza, pero también sé que tenemos aún mucho camino que recorrer, demasiados recuerdos, demasiada confusión entre ambos. Estoy a punto de preguntarle qué significa todo esto, pero cierro mis ojos un instante, egoístamente, y me permito el disfrutar de estos momentos, fingiendo que no hay preguntas, que no hay dudas ni miedos, repitiéndome que sólo estamos él y yo, que no hacemos daño alguno y que es su forma de agradecer que le sirva mi vena. Sonrío viéndole manejar el cuchillo con una precisión letal, cortando la fruta en perfectas porciones que mezcla en un bol. Me ha sentado en un taburete alto en la isla central, como si no pesase nada en absoluto, como si fuese Nalla; mis ojos no pueden separarse de su cuerpo, de esos hombros increíblemente anchos, de los músculos de sus brazos flexionándose mientras corta y se mueve por la cocina con una seguridad que me indica que ha hecho esto muchas veces; y, efectivamente, me explica que esto mismo lo repite a menudo con su hija... pero cuando introduce mis manos en el bol y posa las suyas encima, encontrando nuestros dedos mientras mezclamos la ensalada de fruta, no puedo pensar en la pequeña... sus manos mojadas acarician las mías y el néctar las convierte en una superficie resbaladiza y ultrasensibilizada que envía escalofríos a todo mi cuerpo. Con un dedo aparto un mechón rebelde que resbala sobre mi boca y cuando Zsadist va a secarse con uno de los trapos, un loco impulso me hace tomar su mano y lamer el líquido espeso y dulce que baja por el dorso hasta su muñeca. Comienzo en su pulso y sigo con lentitud el camino a la inversa de la deliciosa gota hasta llegar a la punta de su dedo; lo que empezó como un gesto juguetón se ha convertido en algo más... mis colmillos han estallado en mi boca y rozan la yema que mordisqueo con suavidad mientras mi lengua limpia su piel. No puedo entender qué especie de locura se ha apoderado de mí para hacer algo tan escandaloso, pero en todo momento he permanecido presa de esa mirada, de un amarillo intenso como el ámbar, hasta que escucho un gruñido bajo y ronco saliendo de su pecho... he vuelto a estropearlo todo? bajo mis manos soltando la suya y le miro en silencio, esperando, quizás, un reproche, un nuevo rechazo o, dada su amabilidad, un reservado alejamiento y el fin de esta pequeña confianza que ha comenzado a nacer entre los dos...


 



Sé que no debo hacerlo, no hasta que hayamos hablado, pero mi cuerpo responde por mí sin control y acerco mis labios a su mejilla manchada. Lamo el reguero de zumo y aparto su pelo de su mejilla, dejando mi mano reposar en ella mientras la acaricio con el pulgar. Me gusta el tacto de su piel ahí... y de nuevo mi miembro cobra vida al imaginar como sería acariciar todo su cuerpo desnudo...

- Eres tan bonita, Selena...

Sus manos cobran vida y acercan la mía a su boca y su lengua asoma, sensual, a lamer los restos de esa fruta prohibida. Cada pasada de su lengua y sus labios sobre mi piel despierta más y más al monstruo y mis ansias de volver a tocarla.... Vuelvo a posar mis labios a los suyos y la beso de nuevo, demorándome unos instantes más que la otra vez, sintiendo como abre despacio su boca para mí. Dios.... sabe a miel y ambrosía... Mi lengua acaricia la suya, que insegura, sale al acecho de la mía; la persigo y la abrazo, haciéndola danzar en su boca, invadiéndola sin reparo alguno... La mano que quedó suspendida en su mejilla sigue el camino hasta su nuca para permitir un mejor ángulo a nuestras bocas mientras la otra, totalmente ajena a mi voluntad, se pasea por su espalda, sintiendo su piel arder bajo la tela, acariciándola hasta sus caderas donde se introduce en la cinturilla de su pantalón. Un gruñido de satisfacción se escapa de mi boca cuando mi mano abraza una de sus nalgas. Por el fade!!! Su piel allí es más suave incluso que en su delicioso rostro... mi palma abarca por completo su glúteo, amasando su aterciopelada piel hasta que ella da un respingo, acercando con ello su cuerpo todavía más al mío... Mis colmillos se han alargado y rozan su lengua y sus labios creando un cosquilleo adictivo que necesita más.... lo que empezó siendo un tierno e inocente beso se ha convertido en un frenesí de nuestras bocas y una exploración de su cuerpo que no debería haber empezado pero ahora... ahora ni siquiera sé como parar... La he alzado de su taburete y la he sentado sobre mis piernas. Puede sentir perfectamente mi erección bajo mis pantalones, apretando su sexo a través de las telas que nos separan... Santa virgen, si eso no la asusta no sé que va a hacerlo...


 


  
Este beso no se parece en nada al que me dio en el parque; no se parece al posarse leve de sus labios en mi mejilla o en la vena que le alimenta... no se parece a nada que yo haya podido imaginar o sentir antes de ahora. Las palabras de la antigua directrix martillean ahora en mi cabeza mientras una voz en mi pecho repite en silencio para ella: No sabes nada, ¡NADA! “ Y el macho te hará abrir la boca y tomará tu lengua para darse placer- nos había dicho- no se lo impidas ni molestes sus avances o sus colmillos podrían desgarrarte, lo que le haría repudiarte como compañera” La boca de Zsadist se abre paso suavemente, lamiendo despacio mis labios, acariciándolos, provocándome escalofríos intensos que me hacen temblar entre sus brazos. No tengo ni idea de qué debo hacer para gustarle, para que esto sea tan placentero para él como para mí, pero tampoco tengo valor para preguntarle... sólo puedo intentar responder, dejándome llevar por el placer arrollador que acelera mi respiración y me arranca pequeños gemidos que soy incapaz de acallar.

Lo que ha empezado lentamente, sin urgencia ni intención, acaba convirtiéndose en un baile desesperado de nuestras bocas... su lengua experta me está enloqueciendo con cada caricia en el interior de mi mejilla, lamiendo mis colmillos, enredándose con la mía; me acerco más a él buscando un contacto aún mayor, queriendo prolongar este éxtasis que me regala con cada toque de su lengua mientras su mano sujeta mi nuca suavemente. Me alza del taburete pero no soy consciente de ello hasta que me encuentro sentada en su regazo, mis pechos apretados contra su pecho, mis pezones endurecidos y doloridos; mientras tanto, su enorme mano de guerrero se desliza por mi espalda y alcanza, superada la frágil barrera de ropa que me separa de su piel, uno de mis glúteos. El gemido que exhalo resuena como un grito en la silenciosa cocina y mi cuerpo toma las riendas deslizándose sobre su entrepierna para pegarme más a él; mis caderas ondulan con voluntad propia y mis piernas se enredan en torno a su cadera, cruzando mis tobillos a su espalda. Puedo sentirle creciendo bajo mi cuerpo, terriblemente largo, duro como una roca, ancho hasta extremos imposibles, pero nada más importa... el deseo crece, feroz y desesperado, entre los dos. Mi cuerpo anhela algo que no acabo de comprender, algo que sólo puede proporcionarme este guerrero y que implica su cuerpo dentro del mío, llenando este vacío que se está convirtiendo en dolor. Su excitación provoca en mi cuerpo una serie de respuestas destinadas a recibirle mientras sigue creciendo y endureciéndose aún más... Si algo he aprendido acerca del sexo es que ese estado es sumamente doloroso para el macho si no alcanza su liberación y sé, porque empiezo a conocerle bien, que eso no va a suceder esta noche y en este lugar. Separo mi boca de la suya y escondo mi rostro ruborizado de pasión en el hueco de su cuello, donde su vena late con fuerza y rapidez. Freno el movimiento de mis caderas sobre su erección y todo mi cuerpo se estremece en protesta, necesitado del placer que eso me proporcionaba. Soy consciente de que he provocado su respuesta con mi gesto descarado al lamer su mano; es un macho sin pareja, un hermano que no practica el sexo- estoy segura de eso- desde que su shellan murió, y sé también que las necesidades de su cuerpo son mucho más poderosas, salvajes e incontrolables que las de los civiles. Acerco mi boca a su oído y murmuro con voz temblorosa.

- Tenemos que parar, Zsadist... tenemos que parar ahora mismo...

Mi mano abierta se ha posado sobre su pecho y puedo sentir su corazón latiendo al mismo ritmo frenético que el mío; su boca se pierde en mi cuello y su respiración resuena con fuerza mientras ambos intentamos recobrar la cordura. Descruzo lentamente mis tobillos y aflojo el agarre de mis piernas en torno a su cadera. De repente me siento fría y vacía sin su cuerpo sujetando el mío, sin sus manos sobre mi piel, sin su boca sobre mis labios. Mi otra mano viaja a su cicatriz y la beso despacio mordisqueando suavemente la comisura marcada. Podría entregarle mi cuerpo y no habría hembra más deseosa y dispuesta que yo; podría saciar su hambre permitiéndole tomarme tantas veces como quisiese, porque es el macho que amo y no hay nada que no esté dispuesta a dar para estar con él, pero no funcionaría... Zsadist no es así, y a pesar de que sé que no soy una hembra más, que no haría esto con otra, sé también que no es el momento ni el lugar, que mañana ambos nos arrepentiríamos de no haber esperado el momento adecuado y que eso pesaría sobre nosotros como una losa que podría, incluso, llegar a separarnos.

Es un Hermano, el honor marca cada uno de sus actos, por muy perdido que estuviese en este arranque de pasión que nos ha empujado a los dos al límite, en cuanto escucha mis palabras, se detiene sin vacilación. Odiaría que malinterpretase mis motivos para frenarle, pero me siento incapaz de explicarme. Maldigo mi inocencia y mi ignorancia, deseando ser un poco más mundana en estas cuestiones, pero soy una newling de más de trescientos años, un bicho raro, una extrañeza de la raza, y temo no ser suficiente para su experiencia, para lo que él necesita; lo único que puedo hacer es ser sincera, confesar la verdad acerca de lo que acaba de pasar.

- Esto ha sido...- me muerdo el labio inferior mientras siento el latido dolorido entre mis muslos que me dice que este deseo tardará en apagarse- ha sido maravilloso, Zsadist, lo más hermoso que he sentido nunca. Yo... no sabía que podía ser así.


 



Su peso es liviano sobre mis piernas, pero puedo sentir cada parte de su cuerpo en contacto con el mío. No se ha asustado del tamaño de mi miembro creciendo y presionando contra su sexo, y se ha acercado todavía más en un movimiento que seguramente ni ella reconoce como sensual... sus pezones, erectos bajo su camisa, arden gravando sus caricias a fuego sobre mi pecho. Ese balanceo de sus caderas me enloquece y siento mi polla a punto de estallar en mis pantalones... Santa Virgen, ella es una newling, y no se merece que la tome aquí, sobre el embaldosado. Ella se merece que la amen como es debido en una cama, todo el día y toda la noche... adorando cada centímetro de su piel, besando cada parte escondida de su cuerpo... haciéndola gemir y gritar de placer una y otra vez... y eso no debería pasar en el suelo de la cocina. Soy yo quien quiere hacerlo, soy yo y no otro, porque... por el fade... si otro macho osase tocarla, no me quedaría otra opción que arrancarle la piel a tiras antes de clavarle una daga en el corazón.

En el frenesí de nuestros cuerpos, caricias y besos, ha despegado sus labios de los míos para susurrar entre jadeos las palabras mágicas, las únicas que podrían frenarme de llevar a cabo lo que estaba a punto de suceder. Su cuerpo se separa poco a poco del mío y doy gracias a que su voluntad es fuerte, porque aunque no hubiera estado bien, sé que si no llega a frenarme, hubiera podido suceder...

Acaricio su pelo enredado mientras esconde su cabeza en mi pecho; siento su cálido y entrecortado aliento sobre mi cuerpo, ardiendo todavía de deseo... Me mira a los ojos sin miedo, sin rechazo alguno y con aceptación. Aceptación por quien soy y por lo que ha sucedido entre nosotros. Su dedo resigue mi cicatriz de arriba abajo, provocando una corriente eléctrica de deseo en esa parte de mi piel sensibilizada. Su boca se acerca y muerde la hendidura de mi labio superior y yo le respondo con un roce de mis colmillos, todavía desplegados, arañando y mordiendo la tierna carne de su labio inferior. Lamo la gota de sangre emana de ellos, separo nuestras bocas, todavía resoplando, y apoyo mi frente en la suya, tomándola por la nuca con las dos manos, sintiendo su aroma mezclarse con el mío en ese diminuto espacio que nos hemos interpuesto.

- Selena, esto también es nuevo para mí. Hace mucho que no sentía algo así y no puedo ignorarlo. No quiero ignorarlo...

Beso la punta de su nariz y separo mi cara de la suya para poder mirarla a los ojos. Quiero que esto sea algo que decidamos entre los dos, no quiero tener la más mínima duda que no vaya a tomar algo que no sea mío; aunque no haya más opción posible, aunque sea obvio el aroma a especias oscuras que emana de mi piel y satura el ambiente de la cocina. Quiero estar seguro de que ella también siente lo mismo por mí...

- Sé que las respuestas de tu cuerpo son nuevas para ti y... bueno... podríamos llevar esto más despacio... Quiero que estés segura de que es conmigo con quien deseas estar...

Bajo la cabeza y miro mis manos que ahora reposan sobre mis piernas, con las palmas alzadas. Esas manos que la han recorrido, tocado y pellizcado como sólo su pareja debería haber hecho...

- Yo no quiero simplemente follar contigo, Selena...

Levanto el brazo y lo acerco a su rostro.

- Sabes lo que significa ese aroma en un macho, no...?


 


  
Sus caricias tiernas sobre mi pelo, los jadeos que intentan regularizar su respiración igual que la mía, sus colmillos marcando mi boca como suya y su mirada de deseo, me dicen tanto como su propia erección presionando la unión entre mis muslos. Sigo siendo una ignorante en lo que respecta a la parte práctica del sexo, a pesar de conocer la teoría, o al menos eso creía hasta hace unos instantes; ahora mismo, dudo de cada una de las palabras pronunciadas por la directrix y de cada una de sus enseñanza. Ni siquiera el temor al terrible dolor que ella me anunció podría separarme de este macho si él decidiese tomarme aquí y ahora, porque cada fibra de mi ser le desea con locura.. escuchar su declaración no me ayuda demasiado a controlarme; me faltan los recursos, la experiencia, supongo, para poner freno a lo que siento, para controlar mis ansias y necesidades. Tomo su mano y la poso sobre mi corazón, que aún late enloquecido por lo que me ha hecho sentir.

- Eres tú, Z... siempre has sido tú.

Sé que puede oler mi excitación y sé con certeza que, de no haber pronunciado yo las palabras, él se habría refrenado de todos modos, aún a mi pesar.

- Todo esto es nuevo para mí, pero sé que ningún otro macho podría hacerme sentir así... y sé que te he provocado, que te he llevado al límite. Está mal lo que siento, Zsadist? Es incorrecto que me sienta así contigo, por ti?

Bajo la vista avergonzada; desearía poder borrar el olor de mi deseo, la humedad entre mis muslos y el dolor pulsante que se concentra en mi sexo mientras le siento aún duro bajo mi cuerpo.

- Sé lo que significa el aroma vinculante... sé que tu cuerpo me reclama de ese modo.

Le miro a los ojos, dispuesta a continuar con absoluta sinceridad hasta las últimas consecuencias.

- Yo no sé qué he de hacer, Z, qué es lo correcto o qué lo inadecuado... pero estoy dispuesta a seguirte, a esperar, a lo que tú decidas. De no haber pronunciado esas palabras que te frenaron hace un momento, te habría suplicado que tomases mi virginidad en este mismo instante, porque cuando me besas pierdo la capacidad de pensar o de rechazarte... no sé si eso me hace fuerte o es la muestra de mi debilidad. Y no habría sido follar... no por mi parte, al menos.

Cierro los ojos e inspiro hondo, necesito recobrar la calma, necesito dejar de provocarle. Comienzo a deslizarme hacia el suelo y cada centímetro de roce es una tortura placentera y frustrante. No puedo evitar dirigir mi mirada a su entrepierna, donde el pantalón se tensa de tal modo que amenaza con romper cada costura. Alzo la vista y le veo seguir a mis ojos hasta su sexo.

- Quiero tocarte... quiero verte y descubrir... saber qué es lo que provoco en ti, pero también sé que es demasiado pronto.

Me siento en el taburete frente a él... el bol de fruta continúa entre los dos como un recordatorio de lo que habíamos pensado hacer en un principio.

- Esta noche ha pasado algo en la patrulla, ¿verdad? Algo que ya había empezado a suceder aquí en la casa, antes de salir... sé que podemos tocarnos y excitarnos mutuamente, pero... ¿podemos hablar ni siquiera como amigos? - Toco su mano con suavidad a través del mostrador- es más difícil darme tus pensamientos que tus caricias, ¿no es verdad?


 


  
Su pequeña mano sujeta la mía contra su frenético corazón, enloquecido, queriendo saltar de su pecho. Extiendo mi palma sobre él, rozando con una de las yemas su todavía endurecido pezón. Su respiración sigue agitada y empiezo a masajearlo con suaves pasadas de mi mano sobre él, como si con ello pudiera calmar su imparable corazón.
“Siempre he sido yo...?” Sé que las elegidas pueden ver en los cuencos... Sé que ella conoce mi vida, quizás incluso antes de Bella, cuando era un ser vacío, guiado tan sólo por la ira y la rabia... y se que parte de esa rabia ha vuelto aunque jamás volveré a ser el mismo, porque Bella y Nalla fueron mi regalo y lo que ellas sembraron en mí, no podrá morir nunca. Pero desde su muerte me he vuelto huraño y a veces hasta agresivo...

En estos instantes parece que nos separe una distancia abismal aunque está sólo a medio metro de mí. Acaricio con el pulgar la parte de su mano que alcanzo a tocar cuando me coge.

- No, no quiero negarte mis pensamientos. No quiero tener secretos para ti. Pero no siempre es agradable lo que invade mi cabeza... Selena yo... siento que me hayas visto matar a un hombre esta noche. Siento que me hayas visto hacer lo que hice.

 



Si ha llegado el momento de las confesiones, la hora de sincerarse el uno con el otro, también tengo mi cuota de secretos que aportar a la ecuación. Su mano ha dejado de acariciar mi pecho, pero la excitación sigue latiendo en cada fibra de mi ser por tenerle tan cerca e inhalar su aroma vinculante, por el calor que desprende su enorme cuerpo y la visión de su sexo erecto pugnando por salir de sus pantalones, sabiendo que soy yo la hembra que desea.

- No quiero tan sólo tus momentos agradables, Zsadist, ni los pensamientos serenos de cuando estamos jugando con Nalla... si hemos de ser amigos quiero poder compartir contigo tus momentos oscuros, servirte de consuelo cuando estés triste o acompañarte en tu duelo, incluso, si no puedo aliviar tu pena. ¿No es eso lo que se hace cuando alguien te importa?

Vacilo unos instantes mientras su pulgar juega acariciando el dorso de mi mano.

- Y con respecto a ese humano... tú y yo sabemos que era escoria. Que lo que intentaba hacer conmigo lo habría repetido con cualquier hembra indefensa que encontrase en su camino.

Le miro directamente a los ojos esperando no escandalizarle con mi declaración.

- Me ha excitado verte luchar... siempre lo ha hecho, desde tu primera pelea hasta que te emparejaste, todas y cada una de las veces que salías a las calles... por si te queda alguna duda de a qué macho deseo.

 



 -Sé que ese tío era basura, y te aseguro que no dudaría en volver a matarlo una y otra vez. Pero sigue sin gustarme que vieras lo que hice.

Me detengo unos segundos. Ella me ha visto pelear... desde cuando...?

- No creo que te hubiera gustado ver lo que hice esta noche luchando. Perdí el control y por eso Phury se llevó a Nalla. Sé que sabe que jamás le haría daño a mi hija, pero seguramente creyó que preferiría estar solo. No soy buena compañía cuando mi lado oscuro emerge. Si tú me has observado, deberías saberlo...

 



- No quiero compañías alegres, para eso bien podría recurrir a tu hermano Rhage o a Lassiter, incluso, pero no es eso lo que busco y necesito. Tampoco busco un espectáculo morboso o violento, no es eso lo que te estoy pidiendo... sólo quiero saber que no te cerrarás sobre tu dolor dejándome fuera, donde no puedo alcanzarte... no pretendo sustituir a Bella, Zsadist, jamás lo haré, pero cuando callas, cuando me ocultas tu furia, tu hambre, la agonía de tu alma, me estás relegando al papel de niñera de tu hija. Y , si te soy sincera, no sé si podría ya conformarme con eso... Dime, simplemente, si tengo derecho a preguntarte, a acercarme a ti y hacerte compañía, si no puedes hablar... ni siquiera necesito tus palabras, sólo que me dejes estar a tu lado.

Vuelvo a mirar sus ojos de un amarillo intenso.

- Para mí no hay lado oscuro ni lado luminoso, no hay dos Zsadist. Es una parte de ti, nada más. Puedo lidiar con ella y aceptarla como parte del macho que eres. Lo que no sé es cómo llegar a ti... y, a pesar de mi comportamiento escandaloso de esta noche, no busco alcanzarte a través del sexo, aunque es evidente que te deseo.

 



-Sé que crees que es tan sólo mi cuerpo el que habla. Pero te puedo jurar que nadie más que Bella y tú habéis despertado mi deseo. Jamás necesité el sexo antes de Bella y mucho menos creí volver a necesitarlo tras su muerte.

Cojo con las dos manos la suya, menuda, sobre la que había estado dibujando caricias con el pulgar y la llevo a mis labios. Dejo pequeños y suaves besos en su palma y en su dorso y la apoyo contra mi boca mientras continúo.

- No soy de grandes conversaciones. No acostumbro a expresar lo que siento. Pero aquí y ahora te prometo que lo que siento por ti no es sólo físico. No te busqué, pero llegaste a mi vida. No se a dónde va a llevar esto, Selena, pero no deseo ignorarlo. Puedes sentir mi aroma de vinculación saturando el ambiente. Te quiero a mi lado, conmigo, y sólo para mí. No eres una simple niñera. No lo has sido desde que pisaste esta casa y empecé a mirarte como a una hembra. Me gusta tu compañía aunque simplemente estemos callados en la misma habitación.

Llevo ahora su mano hasta mi pecho, posándola en mi corazón como hizo ella momentos antes.

- Lo sientes...? Ahora late por alguien más que por Nalla. Sigue roto y herido, y no sé si seré nunca capaz de expresar mi dolor; pero no voy a ocultártelo. Te sirve eso, Selena...?

 



Sus palabras llenan en mi alma un hueco del que ni siquiera era consciente; sus manos tomando la mía, llevándola a su boca, no hacen nada por aplacar mi deseo.

- No necesito más, Zsadist... sólo que lo intentes, tan sólo que me dejes estar a tu lado y compartir tu silencio, si no deseas o no puedes hablarme de lo que sientes.

Mi mano sobre su pecho comienza a moverse despacio, como él ha hecho antes sobre mi seno, sintiendo la dureza de sus músculos, el latir fuerte y rápido de su corazón y el calor que emana de él. Casi sin darme cuenta, y para poder explorarle con más libertad, me dejo caer desde mi taburete y me sitúo entre sus piernas abiertas, peligrosamente cerca de su sexo, tan pegada a él como me es posible sin sentarme de nuevo en su regazo. Mis dedos juegan a explorarle despacio por encima de la ropa, deseando intensamente poder verle desnudo, pero sin atreverme a pedirlo... creo que ya he forzado demasiado su resistencia por esta noche.

- Me gusta tu cuerpo, Z, y me gusta cómo respondes bajo mis caricias. Yo... jamás me he tocado a mí misma para satisfacerme, ni me he permitido soñar con cómo sería estar con un macho, pero contigo todo es distinto... antes, cuando me has besado, cuando me has tocado, sentí la humedad entre mis piernas, y mis pezones doloridos; no sabía que podrían mezclarse dolor y placer en la misma sensación y desearía no ser tan ignorante para poder satisfacerte también a ti.

Mis ojos se desvían a su boca y al recuerdo de lo que me hizo sentir mientras mi lengua asoma a lamer mis labios resecos.

- No entiendo las respuestas de mi cuerpo, ni las necesidades que antes no estaban ahí y ahora parecen ocupar cada espacio racional de mi mente. Nada de lo que me dijeron parece ser real y no sé...

Mi dedo comienza a dibujar el contorno de sus labios y mi boca se entreabre con un pequeño gemido.

- No quiero lastimarte; me dijeron que los machos sufren cuando se excitan y me aterra hacerte daño con mis caricias, pero no sé qué es real de lo que me enseñaron y qué no, no sé qué sientes cuando te toco, o si deseas que lo haga... no sé cómo hacerlo... ¿Me enseñarás, Zsadist?





Sus manos explorando mi torso son una dolorosa tortura; sus ojos recorriendo mi cuerpo y fijándose en mi entrepierna, de nuevo palpitante bajo los pantalones; imaginar su sexo humedecido por mí sólo hacen que avivar más y más mi deseo... Pero ella se merece hacer esto bien. Ella se merece que la cortejen aunque ni yo mismo sepa como hacerlo. Es lo que todos deberíamos tener la primera vez...

- Tahlly... lo que haces me enciende como una cerilla... no necesitas que nadie te enseñe nada, te aseguro que tus manos, tu mirada y tus palabras bastan para excitarme y llevarme al límite... haces que mi cuerpo sólo desee rugir y marcarte como MÍA …
Duele, duele no satisfacer ese ansia y estoy haciendo gala de una voluntad que ni siquiera sabía que tenía.

Acerco su cuerpo más al mío, entre mis piernas, barriendo los pocos centímetros que ella había dejado entre nosotros para permitir que sienta mi erección palpitando contra su sexo.

- No voy a enseñarte como excitarme, pero déjame enseñarte como disfrutar de ese deseo que sientes, como satisfacerlo paso a paso y gozar de ese dolor y escozor en cada poro de tu piel, de ese calor en tu entrepierna. *me muerdo los labios, rasgando la piel con mis colmillos totalmente extendidos* déjame mostrarte como tu cuerpo merece ser adorado... quiero ser tu profesor y enseñarte todo lo bello que hay en el sexo. Pero déjame hacerlo despacio, como te mereces en tu primera vez... Déjame enamorarme de ti a cada paso, desearte a cada minuto y en cada rincón... Déjame amarte como te mereces, Selena...

Acerco mis labios a los suyos y la beso despacio. Ella abre su boca para mí y curiosa, enseguida sale su lengua a mi encuentro. Aprieto con mis colmillos la pequeña herida de mi labio para que sienta el sabor de mi sangre en su boca. Siento como su deseo crece y su beso se hace más intenso, pero poco a poco me separo de ella para volver a posar un casto beso en su boca.

- Abre, Selena, déjame darte de comer de mi mano...

Acerco la cuchara a sus labios e introduzco unos pocos trozos de la ensalada de fruta. Un reguero de jugo se escurre por la comisura de sus labios y corro a lamerlo.

- Vas a dejarme seducirte, Selena...?

 
  


Zsadist habla de marcarme como suya sin saber que ya lo soy por completo; le he ofrecido mi cuerpo, hubiese podido tomarme sin preguntas ni promesas pero no ha querido hacerlo... sé que no han sido mis palabras las que se lo han impedido, sino su honor y el cariño que siente por mí. Oírle hablar de su deseo pone una sonrisa en mi rostro, y su promesa de enseñarme sobre el placer me excita aún más. Pegada a su cuerpo por completo, perdidos de nuevo en un beso intenso, dejo filtrar suavemente sus palabras hasta lo más profundo de mi alma... enamorarse de mí a cada paso, desearme cada minuto en cada rincón... el sabor de su sangre estallando en mi boca hace asomar mis colmillos, desesperada por hundirme en su cuello, por llevarle al interior de mi cuerpo de todos los modos posibles.

Comienza a alimentarme con la comida preparada por sus propias manos y siento que ese gesto es ya en sí todo un comienzo, un inicio de algo que no sabemos a dónde nos llevará, pero que pienso disfrutar paso a paso.

- Sí, Zsadist. Quiero que me enseñes y quiero mostrarte lo poco que sé, quiero que me desees y que me sientas desearte, que me seduzcas y me sorprendas...

Tomo la otra cuchara, la lleno de fruta y la llevo ahora hasta su boca; sigo de pie entre sus piernas y, a pesar de lo sensual de nuestros gestos, de la carga sexual que se mantiene entre los dos, el hecho de alimentarnos mutuamente, y la seriedad de las palabras y promesas que se han cruzado entre ambos, apaga el deseo de forma natural y despierta la ternura de un momento compartido con alguien especial.

- Lo quiero todo, Zsadist... paso a paso y de tu mano, lo quiero todo.

 



Tomo la cuchara que me ofrece en mi boca, dejando que los diferentes sabores de la fruta estallen en un bocado perfecto; perfecto sobretodo por su mirada mientras lo saboreo, por sus ojos dirigidos a mi boca. Por esa curva de sus labios que se me antoja lo más hermoso del mundo en estos momentos.
La cojo de la cintura y la siento en su taburete, pero lo arrastro hasta acercarlo a mí casi como si la tuviera sobre mi regazo.

- Yo también lo quiero todo, Selena. *vuelvo a llenar la cuchara y la llevo de nuevo hasta sus labios* Pero “todo” implica tanto derechos como deberes... Sé que no va a gustarte, pero no quiero que vuelvas a salir sola, sin protección.

Abre los ojos desmesuradamente, supongo que no esperaba esta declaración de territorialidad ahora, tan pronto, pero no puedo esperar; no a que algo como lo de hoy vuelva a suceder. Su boca se abre para hablar pero pongo mi dedo sobre sus labios, para acallarla.

- Shhhh, déjame terminar antes de decir nada, por favor.

Respiro hondo y cojo otra cucharada para llevarla a su boca. Esta vez la abre reacia y beso la punta de su nariz cuando por fin toma el bocado.

- Quieres que sea sincero contigo, y voy a serlo todo lo que pueda... *sus ojos me miran entre curiosos y asustados. Sabe perfectamente lo que ha ocurrido esta noche, no hace falta que se lo recuerde, pero seguramente es mi semblante serio lo que la frena a contestarme que es perfectamente capaz de cuidarse sola...* Cuando llegué a casa esta noche y no estabas, me asusté. El miedo se instaló en todo mi cuerpo cuando te sentí correr. Sé que no era tu intención acabar en el lugar donde estabas. Sé que para ti es importante conocer mundo y sentirte autosuficiente. Pero yo no puedo permitirme el perderte. No ahora que te he encontrado. No de nuevo... *callo, vagando mis recuerdos a la noche de hace dos años en que sentí ese dolor tan grande invadiendo mi pecho y no pude llegar a tiempo... Sujeto sus manos y las aprieto dentro de las mías quizás demasiado...* No son tiempos seguros, las calles no son un lugar seguro para humanos ni para la raza. Yo... *intento medir mis palabras para no asustarla y hacerla retroceder clamando por su libertad* yo me sentiría más tranquilo si sé que no sales sola... sólo eso... *beso despacio sus labios* Selena, no quiero que te sientas acorralada, pero "eso" no es negociable...

 



En estos momentos casi puedo pensar que me alimenta para tenerme callada, porque introduce en mi boca un bocado tras otro mientras me plantea sus peticiones... u órdenes, más bien, sin darme tiempo a una respuesta. Mi primer impulso es contestar que puedo cuidarme, pero él y yo sabemos que no es verdad, y lo sucedido esta noche es la prueba fehaciente de mi incapacidad para salir sola al mundo. Me sienta de nuevo en el taburete; supongo que ya he cubierto el cupo de tentación por esta noche, aunque me acerca de nuevo a su lado hasta que puedo envolver mis piernas en torno a las suyas... necesito mantener el contacto con él, tocarle de la forma que sea, como si temiese que todo lo sucedido hubiese sido un sueño y tuviese que sentirle para cercionarme de que es real.

- No salí como una muestra de rebeldía, Zsadist, ni era mi intención preocuparte, simplemente no pensé que ir de compras pudiese provocar lo que ha ocurrido hoy.

Sé que he desatado en él recuerdos dolorosos y nunca dejaré de culparme por ello. Lo último que quería era hacerle rememorar lo que le pasó a Bella, pero yo no soy ella y tenía mis propios motivos para hacer lo que hice, aunque resultase ser un acto estúpido y no meditado.

- Tienes mi promesa de que no volveré a salir sin la debida escolta.

Por un segundo estoy a punto de preguntar si el ángel será una protección adecuada, pero algo me lleva a callarme en el último momento... quizás no sea inteligente traerle a colación en esta conversación, aunque realmente es el único macho que conozco que siempre está dispuesto a ir de compras y que no tiene ocupación alguna, ahora que Tohrment es feliz con su shellan. Cruzaremos ese puente cuando llegue el momento, pero tengo muy claro que no puedo pedir a un guerrero que pierda su valioso tiempo en acompañarme al centro comercial, y un doggen no supone gran protección, teniendo en cuenta que yo misma soy mucho más fuerte físicamente.

- Sé que no lo haces para mantenerme controlada, pero no puedo evitar el sentirme un poco de ese modo, como si todavía dependiese de otros para vivir mi vida...

Mastico despacio el siguiente bocado; casi sin darme cuenta, he dejado de alimentarle y es él el que provee para mí con gesto satisfecho, como si no estuviese dispuesto a comer nada hasta saberme saciada. Trago lentamente y le miro a los ojos mientras mis manos juegan, inquietas y nerviosas, con la suya.

- Cuando renuncié a mi condición de Elegida me encontré, por primera vez en mi vida, dependiendo de mí misma para sobrevivir, Z. El rey me ofreció una remuneración por los servicios que siempre había prestado gratuitamente, pero tuve que rechazarla porque hubiese sido como prostituir mi sangre; además, no podía seguir viviendo en la mansión porque... bueno, porque tú no estabas y dolía demasiado. Vivir en el rancho, con tu hermano, era una solución temporal, porque era consciente de que era el refugio de las elegidas, cosa que yo ya no era, por mucho que el Primale me acogiese como si nada hubiese cambiado.

Veo que me escucha atentamente, aunque continúa introduciendo en mi boca pequeños bocados con los trozos de fruta más delicados que encuentra en el bol.

- Venir a tu casa, compartir mi vida con vosotros, fue la primera decisión que tomé como hembra libre... y se sintió bien, Zsadist, me hizo sentirme capaz, pensar que podría ser como las hembras que conocía, las hembras que admiraba... y las que, obviamente, os gustaban a los machos. No quiero sentirme cobarde, ni incapaz de salir a la calle con Nalla por miedo al aire que respiro.

- Sabes lo que es vivir con miedo a ser libre, Zsadist? No hablo del miedo a la esclavitud, sino el miedo a dejar de ser esclavo... el miedo a tener que tomar decisiones, el miedo a equivocarte y tener que ser responsable de tus propios actos... sé que eso se llama crecer, pero es duro hacerlo de golpe, en sólo unos días, y cuando pasas de los trescientos años de edad. Sé que tú, menos que nadie, intentarías controlarme, pero... se siente así, ¿sabes?

Me inclino hacia él y recuesto mi cabeza en su pecho; puedo notar en mi mejilla el aro metálico que perfora su pezón y mi nariz se inunda con su olor único a verde, a pino y a bosques mojados por la lluvia.

- Confío en ti con mi vida y acepto tu necesidad de protegerme como consideres necesario... te entrego voluntariamente mi promesa, pero no por mi protección, sino porque no soportaría que algo te sucediese por culpa mía, por mi imprudencia o mis estúpidos deseos de independencia. Sé que esta noche pudiste haber muerto por mi causa y eso es algo que nunca me perdonaré... tu condición de guerrero ya implica suficiente lucha y muerte para varias vidas; no es justo que yo te traiga más preocupaciones.





- Sé que te pido algo que está coartando tu libertad, pero no puede ser de otro modo, Selena. Jamás se me ocurrió que pudiera sucederle nada malo a Bella. *Trago saliva y la atraigo hacia mí en un abrazo, levantándola del taburete y cubriéndola con mis brazos y piernas* No puedo perderte, Selena... Jamás he dependido de otros para hacer las cosas, siempre tomé lo que necesité. Pero me he acostumbrado a algunas comodidades necesarias de esta vida adinerada. Los doggens pueden encargarse de salir a comprar lo que gustes pedirles... para mantenerte a salvo.... No quiero que pienses que estás en una cárcel... aunque lo estés... Simplemente no puedo permitirme perderte...

Mis restricciones son apenas un susurro en su oído, manteniéndola apretada contra mí en ese abrazo, seguramente agarrándola demasiado fuerte por el simple miedo a dejarla ir...

- Esta casa posee los mismos sistemas de seguridad que la fortaleza de la mansión creados por Vishous. Tú puedes desmaterializarte a lugares igual de seguros, pero no voy a dejar que andes sola por la calle...

La separo ahora unos centímetros de mí para mirarla a los ojos, manteniendo todavía todo su cuerpo sujeto a mí por el abrazo, encarcelada entre mis brazos y piernas.

- Mi trabajo es protegerte, tahlly. No es tu culpa lo que pase porque yo salga tras de ti, es mi necesidad de mantenerte a salvo. Ahora mismo mi vida sois Nalla y tú, sois mi prioridad y el único sentido de mi vida en sí... Sé que parezco irracional, pero necesito que comprendas lo importante que eres para mí, Selena. No quiero arriesgarme a perderte, no podría soportarlo; mi corazón no podría soportarlo.

Hago una pausa de unos segundos, debo parecer un loco y seguramente lo soy si trata de su seguridad.

- Quiero de ti un compromiso, tu debes prometer cuidarte porque eres mi vida, no por evitar que yo pierda la mía protegiéndote. Necesito que creas en un NOSOTROS, ya no estás sola, Selena; si me aceptas, si nos aceptas, somos una familia que se protege mutuamente.

 



Estoy de nuevo en sus brazos, donde todos mis sentidos se convierten en puro deseo y aún no consigo entender cómo en unas pocas horas ha cambiado toda mi vida. Ayer soñaba con esta escena, imaginándola de mil formas distintas, y ahora mismo la vivo con un aire de incredulidad que no consigo disipar. Es Zsadist, el guerrero, el padre de Nalla, el hermano más feroz el que me envuelve en un abrazo fuerte y tierno. Me habla de seguridad, de restricciones, de cárceles de oro y cariño, y yo sacudo mi cabeza en un intento de liberarme de esta neblina que parece cubrirlo todo y hacerme reaccionar con lentitud y torpeza. Me aleja apenas unos centímetros y me asegura que soy su vida, que nada tendría sentido sin mí a su lado y al de Nalla, y mi única reacción es alzar la mano y acariciar su rostro, la cicatriz que lo surca, la curva de su cuello hasta llegar a su pecho, donde detengo mis dedos, sintiendo el latido de su corazón, fuerte y seguro, cálido y vivo como hace mucho que no lo estaba. De repente, como despertando de un sueño, filtro el significado de lo que me pide. ¿Un compromiso? Una familia... somos una familia, por primera vez en mi vida soy parte de alguien, le importo a alguien por mí misma, no por mi herencia genética ni la pureza de mi sangre, no por ser una elegida, sino por ser la que soy, con mis defectos y mis virtudes, con mis deseos y mi necesidad de amar hasta consumirme en ese amor. Sigo protegida contra su pecho, atrapada dulcemente por sus brazos y sus piernas, y mi mejilla se posa sobre su corazón mientras confieso mi mayor temor, mi más legítima duda.

- Prometo que no me expondré voluntariamente a ningún peligro, Zsadist, intentaré no preocuparte más al respecto... lo creas o no, y a pesar de mi estupidez de esta noche, te aseguro que me gusta seguir viva, especialmente... especialmente ahora.

Alzo mis ojos para mirarle y decido hablar antes de perder el valor por completo.

- Jamás he sido familia de nadie... tú, que creíste durante cien años que no tenías a nadie, podrás entender lo que esto significa para mí, Z, pero... - suspiro con fuerza y continúo bajando la vista a nuestras manos, ahora unidas sobre su regazo- no tienes que darme su lugar, Zsadist; no lo necesito para amaros de todos modos. Nunca reemplazaré a Bella ni seré lo que ella fue para vosotros. Os quiero demasiado para obligaros a encajarme en el puesto que ella ocupaba en vuestras vidas. Yo sé lo que significó para vosotros, lo que significa, y te juro que está bien así para mí. Puedo ser lo que necesites que sea: mi alma, mi cuerpo, mi corazón... puedes tomarlos porque son tuyos, sin necesidad de ponerme un nombre más que el de Selena. Me basta con tu amor, guerrero; me basta con saber que te importo y que me quieres a tu lado, al lado de Nalla. Me basta con compartir vuestra vida, despertar cada mañana y saber que estáis aquí, que nunca más estaré sola rodeada de gente que no sabe ni le importa quién soy realmente, o cómo soy.

Le he visto llorar a su hembra, he visto sus ojos derramar sangre cuando ya no quedaban lágrimas que verter, y he visto a mi niña preguntar por su mahmen temiendo olvidarla.

- Llámame tuya, si lo deseas, y yo seré vuestra en esta familia. Te juro que nunca te preguntaré si piensas en ella, Zsadist, pero me siento una ladrona en esta casa que aún la nombra en cada esquina, buscando su sombra y sus recuerdos aunque nunca haya vivido aquí. Siento que no tengo derecho a enamorarme de su macho- porque siempre serás suyo, y ambos lo sabemos, Z; está bien que así sea, sabes? Ella te hizo quien eres hoy, y siempre la amaré por ello. No quiero que la dejes atrás por mi culpa... no sería justo para Nalla y para ti... ni sería justo que yo llegase a ocupar el lugar de una shellan, de una mahmen; no soy ni lo uno ni lo otro.

 



Sus palabras me llenan de dolor, no por los recuerdos, sino por su pena, porque ese miedo que tiene de ocupar algo que cree que no es suyo la consume y le impide valorarse a sí misma como lo que es, como lo que deseo que sea... Le cojo ambas manos y se las beso y le obligo a mirarme a los ojos mientras lo hago, no quiero que le quede ni la más mínima duda de lo que voy a decirle...

- Selena, fuiste muy valiente. Tu me conocías, sabías quién y cómo soy, y aún así viniste a buscarme.

Se que por tu antigua condición de elegida, sabes más de lo que cuentas, pero no me importa, no quiero tener secretos contigo. Todo lo que observaste, todas y cada una de las experiencias de mi vida, me han hecho quien soy. Soy este guerrero. Aquí y ahora. No soy el chiquillo que secuestraron, no soy el joven que esclavizaron, no soy el hermano salvaje en que me convertí, no soy el macho que Bella despertó. No soy ninguno de ellos y los soy todos. Soy este Zsadist, el que está frente a ti, entregándose a ti sin reservas. No vas a sustituir a nadie en mi vida, ni a usurpar el puesto de nadie. El corazón de Nalla y mío son fuertes y grandes. Lo suficiente para albergar un inmenso amor por ti sin matar ningún recuerdo de Bella.

Nalla te adora, te ama sin reserva ninguna. Si tu quieres, vas a ser tu quien la eduque y le enseñe a enmendar sus errores en la vida. Quien le abra los ojos a la hembra maravillosa en que se está convirtiendo. Serás tu su confidente, su hermana, su madre y amiga. Y aún así habrá lugar para Bella en su corazón. Porque jamás dejaremos que la olvide...

Yo te quiero, Selena. Este macho testarudo te entrega aquí y ahora su corazón. Quiero que seas mi compañera, mi shellan, mi amante, mi amiga. Quiero envejecer a tu lado. Y aún así habrá un lugar para Bella en mi corazón, ya que yo jamás voy a olvidarla.

Es un milagro... es un milagro que amara una vez, y lo es que lo haga dos veces... Quieres ser mi compañera, Selena?

 



Esta cocina, aquí y ahora, acaba de convertirse en el lugar más maravilloso de este y del otro lado. Cobijada en sus brazos, absorbiendo su aroma y su calor, mi guerrero, Zsadist, me habla de su amor, de hacerme su compañera, su shellan, su amante, su amiga... habla de envejecer conmigo, de ver crecer a Nalla juntos y ser para ella lo que siempre he soñado. Y yo me quedo sin palabras, paralizada, incrédula, pensando que no es posible que una noche que comenzó de un modo tan terrible, haya podido convertirse en la noche en la que me declare su amor, en la que me ofrezca el mundo en sus manos.

- Sí, Zsadist, hijo de Ahgony, quiero ser tu compañera... si tú me aceptas quiero ser la hembra que camine a tu lado hasta que la Virgen decida llevarnos al Fade.

He formulado mi declaración mirándole a los ojos, pero los míos se llenan ahora de lágrimas de emoción, de un sentimiento de plenitud que jamás había experimentado hasta este momento. Sé que es absurdo, que mi respuesta quizás no sea todo lo efusiva que requiere la ocasión, pero me siento incapaz de explicar en palabras todo lo que significa para mí. todo lo que me está regalando con su pregunta. Me abrazo a él con fuerza y dejo que mis lágrimas humedezcan su camiseta.

- Sabía quién y cómo eras, Z, por eso te busqué... no hay valentía en mi llegada a esta casa. Lo único que ha requerido mi valor ha sido esperar a que me vieses, guerrero, a que supieses quién y qué era yo.

Me alzo de puntillas; a pesar de que él continúa sentado y yo de pie, sigue siendo más alto que yo. Acerco mis labios a su boca, a sólo unos milímetros; puedo sentir su respiración, el olor a manzanas de su aliento y el calor intenso que desprende su cuerpo; sus piernas separadas me acogen con suavidad y ternura, al igual que la cárcel de sus brazos en torno a mi cintura. Clavo mi mirada en sus ojos, de un intenso amarillo igual al de los de Nalla, y susurro sobre su boca.

- Te amo, Zsadist.

Me aparto unos centímetros y acaricio lentamente la cicatriz que rompe su rostro perfecto y cuya ausencia he llegado a extrañar en el rostro de su gemelo.

- Puede que le pusiese otro nombre, que no lo reconociese por la imposibilidad de tenerte y porque pertenecías a una hembra maravillosa que te había rescatado de tu infierno y matado tus demonios. Puede que ni yo misma lo supiese, pero siempre te he amado, desde la primera vez que tus ojos negros se reflejaron en los cuencos de adivinación de una elegida demasiado curiosa.

Las lágrimas siguen rodando por mis mejillas con suavidad, cayendo hasta la sonrisa que no puedo quitar de mi rostro. Mis labios murmuran una oración de gracias a la Madre, que me ha concedido toda la felicidad que jamás me atreví a soñar. Me acerco de nuevo buscando sus labios. Ahora que he probado sus besos, me siento incapaz de alejarme de su boca y de las caricias que sus manos dejan en mi cuerpo.

- Te amo, te amo, te amo! Me he mordido la lengua mil veces para no decírtelo en voz alta desde que llegué aquí, guerrero.

Acompaño cada te amo con un beso ligero, pero aún así, mi cuerpo responde como si le tuviese de nuevo dentro de mi boca.

- Has tardado una vida en darte cuenta, ¿sabes? Creo que ahora un poco más no importa; yo... preferiría no decir nada por ahora, si estás de acuerdo. Creo que sería un poco confuso para Nalla explicar nuestra situación... no lo sé... sólo por un tiempo, hasta que me haga a la idea y me acostumbre a... a la intimidad contigo.

 


  
Joder! Se que le he prometido esperar, que le dije que iríamos paso a paso y que quería seducirla con cada pequeño gesto, pero mierda!! Sus palabras, su declaración, su mirada, todo su cuerpo moviéndose para acercarse inconscientemente al mío... puedo oler como el aroma de vinculación que emana de mi cuerpo y cubre el espacio que nos separa y satura el ambiente de esta maldita cocina, que de repente se ha convertido en un espacio minúsculo. Mi mienbro se endurece más todavía si es posible.... santa mierda!! Ella es MÍA, y la quiero AHORA!!!
Levanto mi cuerpo del taburete echándolo al suelo al hacerlo y alzo el suyo, anudando sus piernas a mis caderas y robando con ansia su boca, entrando sin pedir permiso, arremetiendo con mi lengua entre sus dientes y lamiendo cada centímetro de su cavidad como si en ello me fuera la vida.

- Te deseo, Selena... te deseo demasiado para esperar! Necesito hacerte mía ahora!

Sus ojos me miran con deseo a la vez que con miedo y curiosidad. Santa mierda! Ella jamás ha estado con un macho antes y mil plegarias por ello se suceden en mi cabeza. Si hubiera sido de otro modo, ahora mismo no estaría aquí con ella, sino daga en mano asesinando a cada uno que hubiera osado tocarla, besarla, tenerla, sentirla entre sus manos...
Sé que estoy siendo iracional y busco en sus ojos algo que me devuelva la cordura, algo que me frene, pero no encuentro ninguna traba... su cuerpo se arquea buscando mi contacto, huelo su excitación y la siento palpitar contra mi vientre, a través de la tela de sus ropas y las mías. Mis colmillos se alargan hasta rasgar su blusa de un sólo mordisco, y sus pechos emergen ante mí, sobresaliendo del encaje del sujetardor. Mi lengua asoma a lamer la suave piel del valle entre sus pechos... satén, melocotón... cualquier cosa que existe en la tierra no es lo suficientemente suave ni tentadora para definir la sensación que siento al tener su piel en mi boca... Santa Virgen, ayúdame a contenerme, a llegar al menos hasta la cama y no tomarla aquí, en el suelo en mitad de la cocina...

- Ahora voy a llevarte arriba, mi dulce y preciosa muñeca. Quiero probarte... deseo tenerte en mi boca y sentir como te estremeces en mis brazos. Quiero oírte gritar de placer... prometo ser tierno contigo... al menos la primera vez...

Por el fade!!! Sus ojos, su boca... tan sólo un “sí” ha escapado de sus labios a la vez que un delicioso sonrojo ha teñido sus mejillas. La oigo jadear contra mi cuello mientras atravieso a zancadas la cocina y subo las escaleras de tres en tres. Que la Virgen nos asista, porque ya no hay vuelta atrás...

Abro de una patada la puerta de mi cuarto cuando el móvil empieza a sonar. Mierda!!! Es el tono de la mansión y no es algo que pueda permitirme eludir. Dejo con cuidado su cuerpo sobre mi cama. Santa mierda, la visión de sus pechos y su rostro escrutando mis pantalones no va a ayudar a serenarme.... Me separo de ella un metro para rebuscar en el bolsillo el maldito teléfono.

- Zsadist!!!!

Mi voz ha salido como un rugido entre jadeos. Me cuesta respirar y pensar con claridad... giro mi cuerpo, encrespado como un jodido petardo a punto de estallar y me concentro en la voz al otro lado del aparato. Hace horas que T me mandó a casa y seguro que Phury les habrá contado...
Mierda!! el tono de Tohrment al otro lado no es amigable ni preocupado. Es contundente y jodidamente serio...





 Bien! El jodido cabrón se ha dignado contestar, lo que le vale un clavo menos en el maldito ataúd que él mismo se ha fabricado. Aunque bien pensado, el tono con el que me ha respondido, como si tuviese en su poder la santa razón y la justa ira, me ha dejado algo cabreado, así que a la mierda la sutileza.

- Sé bien a quién estoy llamando, me tomas por gilipollas?

Esto no lo solucionará como suele hacer, con silencio y miradas negras como la sangre de un maldito lesser. La falta es demasiado grave y totalmente en desacuerdo con su modus operandi.

- Mira, hermano... no sé qué mierda ha pasado esta noche, o por qué has decidido ignorar mis órdenes expresas, pero tienes diez minutos exactos para aparecer en mi despacho y explicarte... y más te vale ser convincente: Sabes bien que esto es algo que tendré que presentar ante el rey; más te vale traer preparada una excusa lo suficientemente buena. Wrath se ocupará de tu desobediencia, pero yo seré el que lidie con el fiasco que has dejado en las calles.

Me paso la mano por el pelo pensando con ironía en que el mechón blanco pronto tendrá compañía si estos hijos de puta indisciplinados no me facilitan la tarea.

- Mierda, Zsâdist, ni siquiera tendría que estar llamándote al puto teléfono. Diez minutos... y no me hagas lamentar el haberte dado la oportunidad de explicarte!

Cuelgo con un golpe seco y me quedo mirando al vacío durante un buen rato. En los casi ochenta años que lleva en la Hermandad, mi hermano ha actuado por su cuenta infinidad de veces, pero siempre ha obedecido una orden directa... más o menos. El vampiro también ha sabido siempre cómo esquivar la ley y torcerla a su gusto, pero jamás había dejado tras de sí un desastre de estas características. No sé cuál de estos dos hechos me cabrea más: Su pasar de mi orden como de la mierda o el descuido que ha demostrado esta noche... supongo que su respuesta traerá también la mía; sé la clase de guerrero que es, y ha de tener una razón malditamente buena para lo que ha sucedido. Ya casi han pasado los diez minutos. Respiro hondo y me preparo para la confrontación. Puedo sentirle al otro lado de la puerta; el desgraciado no entrará hasta que haya vencido el último segundo, estoy seguro. Una sonrisa se extiende por mi rostro a pesar de mi enfado y mi preocupación... al menos en eso sigue siendo el mismo cabrón de siempre!

 



 Mi confesión, la declaración de amor que no me sentía ya capaz de callar por más tiempo, parece haber desatado en Zsâdist una respuesta visceral. Me encuentro de repente entre sus brazos, sostenida por la fuerza de sus bíceps y con mis piernas envueltas alrededor de su cuerpo, sintiendo el deseo que no oculta ni niega, un deseo más que evidente y que me asusta y excita al mismo tiempo. Su aliento arde sobre la tela ligera de mi blusa, que no tarda en desaparecer, desgarrada por su colmillos. Me siento abrumada, confusa, como si una niebla de pasión y necesidad envolviese la escena que estamos viviendo; su lengua abriéndose camino entre mis pechos, me provoca un escalofrío que me hace abrazarle con más fuerza y esconder mi rostro en el hueco de su cuello. Puedo oler el aroma a especias oscuras que desprende su piel, y saber que soy yo la causa desata en mí una reacción inesperada: por unos segundos, mis colmillos se despliegan totalmente, como si fuese a alimentarme, y mis ojos se clavan en la vena que palpita en su cuello con fuerza, invitándome a hundirme en ella y tomar la vida y la pasión que me ofrece.

Sus palabras me excitan; la promesa de placer que éstas encierran me arrancan un gemido y sólo soy capaz de articular un "Si" tembloroso, presa del nerviosismo y la anticipación. Somos adultos, somos libres y a nadie debemos dar explicaciones de nuestros actos; no hay motivo alguno para esperar, para demorar este contacto que ansío experimentar entre sus brazos. Han sido demasiados años soñando con este momento, demasiados días despierta imaginándome bajo su cuerpo y qué sentiría cuando este momento llegase.

Siempre he sabido lo fuerte que es, el poder que encierra su físico de guerrero y Hermano, pero no deja de sorprenderme la facilidad con la que sube las escaleras mientras me sujeta con fuerza contra su pecho. En lo único que puedo pensar es en lo que va suceder en unos instantes y en lo mucho que lo deseo. No quiero decepcionarle, pero temo que mi falta de experiencia me impida responderle adecuadamente; a mi cabeza acuden todas las explicaciones de la antigua directrix y, por primera vez, me lamento por no haber escuchado las que Amalya dio a mis hermanas cuando accedió a su puesto... quizás en ellas hubiese algo que me habría preparado mejor para esta situación, para hacerme olvidar el dolor que llegará, pero ahora es tarde... me ha dejado sobre la cama con delicadeza mientras responde a una llamada de teléfono: Ha de ser algo urgente o estoy segura de que jamás habría interrumpido lo que hemos empezado en el parque hace unas horas y continuado en la cocina hasta hace unos instantes. Mientras escucha en silencio, con un ceño cada vez más pronunciado y una mirada que se ensombrece por momentos, no puedo apartar mi vista de su erección, terriblemente evidente, tensando la tela de su pantalón casi al punto de la rotura, y todos mis temores regresan de golpe. Me repito a mí misma que esto no es un examen, que no es una prueba amarga por la que estamos obligadas a pasar, como la directrix nos explicó. Este es el macho que yo he elegido, el macho que amo y que me ama, y no hay nada que desee más que entregarme a él, aún a pesar de mis temores, bien arraigados en el fondo de mi mente, pero algo me dice, por su expresión tormentosa, que el momento ha pasado, que no va a suceder nada en este cuarto, en esta cama y en este instante.

Sea quien sea su interlocutor, se ha quedado sin respuesta, porque Zsadist cierra el teléfono con fuerza sin haber pronunciado ni una palabra, salvo su nombre, casi gritado, y me mira a los ojos para recorrer después todo mi cuerpo en una exploración silenciosa que eriza mi piel y me hace exhalar un involuntario gemido de excitación. Sé que no desea abandonarme en este estado y esta situación, pero también intuyo que no tiene más remedio que hacerlo y quiero facilitarle la partida.

- No pasa nada, Z; no importa, sea lo que sea lo que te reclama, no te preocupes por mí. Te esperaré aquí, da igual lo que tardes... no me moveré de tu lecho hasta que regreses, vete tranquilo.

Me he sentado en la cama con mis piernas recogidas, abrazando mis rodillas en un intento de ocultar mis pechos, hinchados y doloridos por el deseo, y mis pezones erectos por sus caricias. La blusa ha quedado inservible bajo el ataque de sus colmillos, y el recuerdo de ese momento me resulta tan erótico que siento mis mejillas enrojecer y mi respiración acelerarse un poco más bajo su escrutinio. Bajo la mirada, algo avergonzada por mi respuesta física, evidente a sus ojos.

- Vete, Zsadist; yo estaré bien, estaré esperándote...

 



Mierda! Cuelgo el teléfono sin decir palabra. Diez minutos... cómo coño le explico yo a Selena, echada en mi cama y semidesnuda que voy a dejarla cuando mi cuerpo arde por tomarla y hacerla mía aquí y ahora...?
Me acerco a ella y ni siquiera la escuch
o, su expresión es de resignación, incluso de azoro al sentirse desnuda ante mis ojos. Avergonzada recoge las piernas en un abrazo como una niña pequeña que se repliega en sí misma para que no la vean. Paso mis manos por su cintura hasta la espalda y la atraigo hacia mí mientras me arrodillo a los pies de la cama. Descubro sus rodillas poniendo sus brazos en mi cuello, sobre mis hombros, y mis ojos recorren satisfechos sus pechos hinchados, sus pezones erectos y relamo mis labios hasta la hendidura de mi cicatriz, donde un cosquilleo erótico me dice que esos pechos han sido creados sólo para mis besos. No los toco, vuelvo a poner mis brazos en la parte baja de su cintura y la beso en la frente. Si hago algo más que eso, sé que no podría parar y mandaría las órdenes directas de Tohr a la mierda...

- No vuelvas a ocultarte de mí, princesa... jamás...

Beso sus labios en apenas un roce, y me levanto.

- Lo siento, Selena... yo... volveré todo lo pronto que pueda...

Poso una leve caricia con mis dedos por el arrebol de su mejilla.

- No te muevas de esta cama hasta que regrese.

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