sábado, 25 de febrero de 2012

7. Decepciones





Cuando terminamos la primera comida subo a armarme para salir y bajo de nuevo para despedirme antes de ir a la mansión en busca de mis hermanos. Esta noche hemos de cubrir la dirección de una casa que conseguimos en la última redada. Vishous ha encontrado relación con unas entradas nocturnas sospechosas informadas por unos civiles.

En mi cabeza bullen miles de pensamientos contradictorios y totalmente fuera de lugar... que ella ha dejado de ser elegida y que haya decidido voluntariamente recluirse en nuestra casa, lejos de la mansión y del rancho... Ella ha alimentado a los machos de la hermandad y a los guerreros... y si ella... y si ella se ha enamorado de alguno en este tiempo y no ha sido correspondida... eso explicaría su reclusión aquí y el no tener que volver a alimentar a ningún macho por su condición de elegida...

Phury golpea mi espalda y mi cabeza regresa de mis cavilaciones.

- Joder Z, despierta! Que coño te pasa hoy...? Vas a ir tú o prefieres que vaya yo y tu me cubres...?

- No, voy yo!

Me materializo frente a la puerta del cobertizo, pero al abrirla, no sólo oigo el chirrido de las viejas bisagras, sino el detonador de un dispositivo automático. Me giro para esquivar el disparo pero la bala se introduce en mi hombro, sintiendo el chasquido del hueso de la escápula al romperse con el impacto. Mierda!!! Me apoyo en la pared presionando la herida de mi hombro y mantengo la puerta abierta con la otra mano. Dos disparos más y silencio... Vishous y Rhage entran en el lugar golpeando mi hombro ileso mientras Phury se acerca con una arruga en su frente y mucha culpabilidad en sus ojos.

- Que estoy bien, joder! Es sólo un rasguño!

Pero él ignora mis palabras y levanta mi brazo examinando la herida y buscando el punto de salida inexistente, ya que siento la bala incrustada en el hueso como la punta afilada de una daga que se clava más todavía con ell movimiento. Bajo el brazo furioso y Phury me fulmina con la mirada.

- Vas a venir SÍ o SÍ a la mansión a que te mire Doc Jane o te aseguro que voy a informar a Wrath y se te ha terminado patrullar.

No dice nada más y me da la espalda; sin dejarme siquiera rechistar, se encamina hacia el Suv de Vish y teclea algo en su móvil mientras me observa esperando a que me acerque. Santa mierda!!!Encamino mi culo hasta el coche, pero no digo ni una sola palabra en todo el trayecto. Tan sólo presiono con fuerza la herida que parece no querer dejar de sangrar, manchando la tapicería del coche de V y haciéndome sentir más mareado a cada segundo que pasa, haciendo que disminuyan las alertas de mis sentidos...





En la mansión las delicadas manos de Ehlena lavan la herida mientras Jane examina el orificio. Siento como si unas jodidas tenazas se hubieran metido dentro para sacarme la bala. El sonido metálico del proyectil al golpear en la batea desde las pinzas me indican que todo ha terminado. Siento la aguja atravesar mi piel y el suave roce de las gasas.
- Gracias. Fin de la película *Miro el reloj, las dos* Phury, todavía nos da tiempo de regresar a la casa para ver que demonios ha ocurrido...

Jane niega con la cabeza y Phury me recuerda que necesito alimentarme... como si necesitara que me lo recordaran!!! Pienso de nuevo en Selena y mis colmillos se alargan rozando mis labios por dentro hasta hacer brotar sangre... Mierda!

- Bien, a casa. Hasta mañana Phu...

Me sujeta de nuevo por el brazo y me arrastra hasta el pasillo del centro médico. Lo separo de mí de un manotazo.

- Qué demonios te crees que estás haciendo???? *Mi mirada es ahora negra como el carbón. Por hoy ya he tenido suficientes órdenes que acatar...*

- Has perdido demasiada sangre. No vas a desmaterializarte en ese estado. Te guste o no voy a llevarte a casa y asegurarme que llegues bien y no pierdas las fuerzas y aparezcas en cualquier lugar entre aquí y el jodido refugio que te has buscado. Además tengo ganas de ver a mi sobrina y saber como está Selena.

Igual que una hora antes, hacemos el viaje en absoluto silencio. Sabe que no me he alimentado o mi herida no hubiera sangrado como lo ha hecho. Y supongo que deduce que tampoco alimenté a Selena … y por como se alargaron sus colmillos al ver mi vena intuyo que lo necesita tanto o más que yo... Santa mierda... Pero que me cuelguen si se piensa que voy a hacerlo delante de él!!! Ella no es ya una elegida y no es alguien anónimo como las hembras que le he solicitado para alimentarme...

Cuando llegamos a la casa la pequeña nos recibe en la puerta echándose a los brazos de su whard nada más verlo. Selena se mantiene detrás de ella, con el ceño ligeramente fruncido y una interrogación en sus ojos al ver a Phury. Enseguida su vista viaja hacia mí y el vendaje de mi brazo bajo la chaqueta de cuero. Bien... nada que esconder... Miro a Phury y aunque ver la alegría de Nalla con su tío me enternece, no puedo evitar ser hiriente en mis comentarios.

- Por lo interesado que estabas en venir, seguro que tienes muchas cosas que hablar con Selena... no te apures, como puedes ver, ella está sana y salva... no me la he comido todavía, ni está retenida por la fuerza; goza de buena salud aunque todavía no se haya... alimentado...

Sé que mis palabras han incomodado a Selena, pero ya es demasiado tarde para enmendarlo... Beso a Nalla que juega con el pelo de su tío desde lo alto de sus brazos y miro a Selena.

- No me he olvidado de nuestra conversación.... ve a buscarme a mi cuarto cuando mi hermano se haya marchado.

Joder Zsadist!!! Es que no puedes decir una puta palabra amable...? ni una sola...? Tu hermano no quiere joderte la vida aunque no te guste que te controlen y Selena se ha ofrecido a ti en varias ocasiones y... ha sido porque ha querido, nadie la ha obligado... Mierda!!! Enciendo el grifo de la ducha y dejo que el agua resbale por mi cuerpo intentando calmar la tensión de mis músculos.






‎Tras el postre, que Zsadist no ha probado, se despide con un saludo formal para irse de patrulla mientras nosotras entramos a la biblioteca a esperar a la profesora. Mi mente continúa fija en él cuando la hembra llega. Es amable, una mujer mayor, sin duda experimentada y muy dulce, a la que Nalla parece querer. Me presento, le explico que he sido Archivera recluída al Otro Lado, y sus ojos se abren con asombro. A continuación me hace una reverencia que me hace sentir algo incómoda. No es algo a lo que esté habituada, pero ella me otorga un respeto que no creo merecer. Mientras Nalla se entretetiene enseñándole a su muñeca las ilustraciones de uno de sus libros, la institutriz comienza un discurso sin apenas dejarme pronunciar palabra: Me habla de la niña, de lo inteligente que es, de la increíble rapidez con la que aprende, de sus materias favoritas y del plan de estudios que están siguiendo. La dejo explicarse porque todo lo que atañe a Nalla me interesa, pero no acabo de entender su prisa, como si tuviese que marcharse al cabo de unos instantes. De pronto se detiene y me pregunta si me quedaré a vivir en la casa con la niña y su padre. Ante mi respuesta afirmativa, la hembra sonríe aliviada y me comunica que a partir de hoy, y dados mis conocimientos y aptitudes docentes, da por terminados sus servicios en la casa y me pide que se lo comunique a Zsadist. Intento protestar y decirle que no es preciso nada de esto, que podemos trabajar juntas con la pequeña, pero ella niega dulcemente y me susurra que Nalla necesita una presencia femenina permanente a su lado, que estando yo cualificada sería un desperdicio no aprovechar mis conocimientos y que será mucho más adecuado, dado el linaje aristocrático de la niña, que sea una Elegida la que le enseñe. No puedo rebatir sus argumentos, pienso en su abuela, Madalina, y en todo lo que ella habría tenido que explicarle acerca del Otro Lado, de los antiguos rituales, las tradiciones y las oraciones, los textos de Historia Antigua, la Antigua Lengua... nada de eso llegará a Nalla si no es a través de mí. Hace unos años, el destino de mi pequeña, dada la ascendencia de sus padres, habría sido el ser entregada como una ofrenda a la Madre, al igual que hicieron conmigo, para que la sirviese como Elegida. La idea me angustia al punto de las lágrimas y me impide hablar.

La anciana se despide abrazando y besando a la pequeña y dirigiéndome, una vez más, una reverencia. Al quedarnos solas, abrazo a Nalla y le pregunto si quiere que sea yo, a partir de ahora, su nueva maestra. Me abraza feliz y se sienta, muy seria y formal, en su mesa de estudio, dispuesta a enseñarme todo lo que sabe. Las horas pasan volando. Me asombra profundamente la increíble inteligencia que posee mi niña. Siempre supe que era muy precoz, pero su nivel de conocimientos es muy superior al de cualquier niña de su edad. Es despierta, rápida en sus cálculos y en asimilar todo lo que se le muestra. Enseñarla será un inmenso placer, estoy segura.



Tras el estudio jugamos un rato en el jardín, vemos una película en el dvd del salón y cuando empieza a cabecear de sueño, la llevo en brazos a su cuarto y la acuesto tras ponerle el pijama. Aún me sorprende lo mucho que ha crecido desde las primeras veces que la cuidé en la mansión. Ya es una niña, ha dejado atrás los rasgos de bebé, y a veces tengo la sensación de estar hablando con una adulta, pero al final siempre aflora la niña dulce que es, mi pequeña... la beso y cierro su puerta para dirigirme a la mía. El sonido de unos pasos resonando en el vestíbulo y las voces airadas de dos machos se alzan hasta llegar con claridad al primer piso. Nalla abre de nuevo su puerta y se lanza a mis brazos gritando emocionada que ha llegado su tío Phury, su Whard. La dejo bajar las escaleras a toda prisa y lanzarse a los brazos del Primale, situándome justo detrás de ella. El Padre de la Raza me observa en silencio, puedo leer en sus ojos citrinos las preguntas que no formula en voz alta mientras la niña juega con su pelo.
El discursito irónico de Zsadist me hace sentirme avergonzada. Su forma de hablarle de mí a su hermano, como si yo no estuviese presente, me enfada sobremanera, pero es lo que dice, el trasfondo oculto tras sus palabras, lo que desata mi furia. Su chaqueta de cuero se abre de repente dejando a la vista su camiseta agujereada, bajo la cual asoma un vendaje. Mis ojos se abren con preocupación, aunque parece estar bien. Sé lo que sucede, entiendo por fin la presencia del Primale y comprendo su enfado, pero no me gusta ser el blanco de sus tiros y no es culpa mía su necesidad de sangre. Le veo desaparecer escaleras arriba y escucho cómo Phury habla con su sobrina, la besa y la despide con un gesto y una palmadita en el trasero para mandarla de nuevo a la cama. Nalla corre escaleras arriba tras arrancarle la promesa de una próxima visita en horas más adecuadas.

Nada más quedarnos solos, el teléfono del Hermano suena y él contesta con expresión fastidiada tras ver el nombre escrito en la pantalla. Por la conversación,deduzco que está hablando con Tohrment, el jefe de la Hermandad.

- Sí, me estoy encargando de eso. Ajá, de acuerdo... no, no será necesario, yo se lo diré, si lo haces tú puede que te mande a la mierda y no estoy preparado para veros enfrentados en un rhyte. Sí, me ha quedado claro, pero no comparto tu optimismo *Alza la mirada y me recorre de arriba abajo de un modo analítico, para nada ofensivo* Sí, por supuesto que está bien, Cristo! quién te crees que es mi hermano? Sabes de sobra que... vale, no importa, acepto las disculpas, entiendo tu preocupación. Muy bien, llegaré en una hora y te veo en tu despacho antes de volver al rancho. Hasta luego.

Cierra de golpe el aparato y lo desliza en su bolsillo. Se acerca ahora a mí y me besa en ambas mejillas y en el dorso de la muñeca. Es el único macho que hace eso conmigo, y siempre me sorprende su muestra de respeto. Acaricia mi mejilla con la ternura de un padre y mis deseos de llorar vuelven ahora con fuerza, mezclados con la indignación que no consigo disipar.
- Estoy perfectamente, Sire. Ha sido sumamente amable conmigo, ni una sola de sus palabras me ha faltado al respeto y me siento feliz de mi decisión, pero, por favor... no lo diga. Sé lo que tengo que hacer, él lo sabe también y es algo que hemos de solucionar nosotros. Juro por lo más sagrado que haré lo que esté en mi mano para convencerle de que tome mi vena, pero... Sire, no lo presione usted también. Es difícil para ambos...

En ese preciso instante comprendo que él lo sabe, que entiende lo que siento, lo que me ha impulsado. Quizás lo sabía ya cuando me permitió ofrecerme voluntaria, al hablarme de las órdenes del rey de buscar una hembra para ayudar a criar a Nalla. Estrecha mi mano con las suyas y se dirige a la puerta para regresar al coche que tomó prestado en la Mansión, pero se vuelve y me mira a los ojos terriblemente serio.

- Convéncelo, Selena. Si no hay vena, no hay patrullas, y el quedarse en casa lo matará. Las órdenes del rey y las de Tohrment son tajantes, pero te lo pido como amigo, como hermano suyo, no como Primale. Y por favor... llámame cuando necesites alimentarte. Lo arreglaremos con alguien que te resulte agradable.

Desaparece tras el volante del deportivo y yo subo las escaleras lentamente. No siento miedo y la rabia se ha disipado ya porque comprendo su enfado. Sé que odia la idea de usarme, por más que lo necesite, y el verle forzado a hacerlo me angustia más de lo que él pueda creer. Pienso en las palabras del Primale y me planteo la posibilidad de obedecerle, de llamarle y buscar a otro macho... no es justo que le fuerce a darme su vena, conociendo su pasado y lo mucho que odia hacerlo. No soy Bella, no soy su shellan perdida y no habrá para él satisfacción alguna en darme su sangre. Llamo a su puerta y me recibe con unos pantalones holgados y una camiseta que deja al descubierto la banda de esclavo de su cuello. Huele a gel de ducha y a loción masculina, mezclados con su olor natural, intensificado, sin duda, por su estado emocional. Un gesto brusco de su mano me invita a entrar y sentarme en el sillón que hay en la esquina del cuarto, al lado de la puerta del balcón. Cruzo las manos, nerviosa, y le miro a los ojos.



- ¿Era necesario, Zsadist? ¿O ha sido una broma cruel el burlarte de mí ante el Primale? Pensaba que habíamos llegado a un acuerdo, que el asunto de nuestra mutua alimentación sería un tema privado, algo a discutir sólo entre nosotros dos.

Ya no me importa lo que haga. Si decide alimentarse, mejor para él. Lo que tengo muy, muy claro, es que no tomaré su vena. No hoy, no mientras me sienta así de humillada. Me fijo de pronto en el bulto bajo la camiseta, donde una huella de humedad se extiende a ojos vista.

- No creo que sea buena idea mojar el vendaje, Zsadist. Mientras continúes sin alimentarte, tendrás que recuperarte como lo hace todo el mundo,lentamente, y a la herida no le hará bien el agua. ¿Me permitirías curarte? Sé hacerlo, nos han preparado para atender heridas menores en los guerreros.






‎Su manera de llamar a la puerta, esos toques suaves, sin prisa... me indican que se ha rendido... que no va a discutir más conmigo y que ha tomado su determinación. Y soy yo la causa... mis jodidas palabras gritadas a los cuatro vientos y mi falta de respeto...

Abro la puerta intentando mantenerme igual de calmado que lo está ella aunque todo el asunto de la herida y mi alimentación me enciendan como una cerilla...

Su pregunta, su recriminación, nada esconde y no es nada reprochable... tan sólo me duele en el corazón su decepción por haberle fallado. Fui yo quien abogó a la intimidad y he sido yo quien la ha puesto en evidencia delante de mi hermano... precisamente el Primale... joder Z!!! eres especialista en cagarla tío!!

Sus ojos examinan mi hombro bajo la camiseta y me indica la necesidad de mantener la herida seca... (si supiera lo jodidamente difícil que es mantener el hombro fuera del alcance del agua bajo la ducha...) Por sus palabras acerca de la celeridad de la cura de mi herida da por sentado que no voy a beber de ella...

La observo en sus gestos delicados y su mirada mientras me habla de que ella podría curar mis heridas. Por primera vez la veo tranquila. Por primera vez desde que bajó del tren hace días no la siento nerviosa, incómoda, ni azorada... ya no es como un cervatillo asustado. Es una hembra decidida y … triste...!! Quisiera poder eliminar la tristeza de sus ojos, de su alma... buscar al causante de tal desdicha, aunque ese probablemente sea yo. No me engaño... ella vino por un propósito, pero cada instante juntos ha sido como una chispa a punto de prender una mecha. En cambio ahora... justamente ahora... su brillo ha desaparecido. Tanto la he dañado...? Dios... jamás he sabido tratar con hembras... Bella aguantaba mi mal humor y Mary era paciente en mi aprendizaje como si de un niño se tratara... pero jamás tuve que lidiar con ninguna otra hembra...

Sin decir una palabra me siento al borde de la cama y me quito la camiseta. El vendaje mojado se ha hinchado y se despega por los bordes faltándole muy poco para desprenderse... Una mancha rojiza envuelve la mayoría del apósito, signo de que la herida, aún con la sutura, no ha dejado de sangrar... Ella se acerca enseguida y desprende el apósito de mi hombro. Sus manos son delicadas y expertas y siento como se me eriza la piel con su contacto. Ella desaparece en el cuarto de baño y la oigo revolver en los cajones. Santo dios... pensar en ella tocándome vuelve a excitar mi cuerpo cuando creí que me había dado una tregua... Me tiendo boca abajo en el colchón para que no vea el bulto entre mis pantalones. Aunque estoy seguro que a estas alturas puede oler mi excitación aunque no la vea... Regresa y sus pasos se detienen. Santo cielo, su aroma es delicioso... suerte que no puedo mirarla a los ojos o su expresión de decepción me arrancaría un grito de dolor... Alguna vez aprenderé a ser delicado con los demás...? Enseguida reanuda sus pasos y siento el colchón hundirse ligeramente bajo su peso a mi lado. Está malditamente cerca y un siseo se escapa de mi boca. Sus manos limpian la sangre de la herida y la siento aplicar algún tipo de ungüento sobre ella. Los dos nos mantenemos callados hasta que mis palabras rompen el silencio.

- Siento haber mencionado tu alimentación delante de Phury. Siento haberte incomodado y faltado a mi palabra de mantener esto en privado. Pero quiero que sepas que yo sigo queriendo ofrecerte mi vena, si es que todavía estás dispuesta a quedarte en esta casa, yo voy a proveer para ti.

Giro mi cuello y encaro su mirada, esperando una respuesta, aunque sus ojos siguen siendo tristes como un día nublado, sin brillo y sin ganas...





Su respuesta a mi ofrecimiento de curarlo, es quitarse la camiseta y observarme en silencio. Me levanto con calma del sillón, inspecciono el apósito húmedo y me dirijo al cuarto de baño en busca de lo necesario para limpiar su herida. Al salir le veo tumbado en la cama, boca abajo, e intento ignorar el efecto que su pecho desnudo me ha causado, pero su infalible olfato le hablará de todo lo que quiero ocultar, al igual que el mío me dice, ahora mismo, que el macho que tengo ante mí está excitado. Ese aroma, fruto del deseo sexual, se ha quedado grabado en mis sentidos y sé que siempre podré percibirlo en él. Sé también que le azora verse así, supongo que tumbarse sobre el colchón es su modo de ocultar a mi vista la evidencia... en su caso ha de ser condenadamente difícil, teniendo en cuenta el tamaño de... ¡Maldita sea! No puedo seguir por ahí o esto acabará avergonzándonos a ambos. Comprendo la triste verdad que encierra cada uno de sus gestos, cada una de sus palabras: El cuerpo de un guerrero responde independientemente de su alma y su corazón. La Virgen Escriba los dotó de impulsos y necesidades mucho más fuertes que los de los vampiros normales, haciendo que el instinto primase sobre el sentimiento. Lo he leído en los antiguos escritos cientos de veces... su bendición, la fuerza, el poder, la superioridad física sobre los civiles, es también la desgracia de estos elegidos para la lucha. No son libres de elegir ante quién responde su cuerpo. Supongo que cualquier hembra que le tocase en este momento desataría la misma reacción en un macho que lleva, no me cabe duda, más de año y medio de celibato.
Me inunda una pena profunda, una melancolía que no había sentido hasta ahora, y entiendo que, desde el preciso instante de mi llegada, le he puesto a prueba, le he tentado, le he llevado hasta el límite, aún sin saberlo. Mi cuerpo de hembra despierta su cuerpo de macho, cuya mente y cuyo corazón lloran aún por su shellan. Mi necesidad de alimentarme le ha llevado a formular su ofrecimiento de proveer para mí, que ahora reitera mirándome con seriedad. Es su honor el que habla, la bondad innata que siempre intuí bajo su fiereza y su fachada huraña y agresiva. Pero no aceptaré. Vi sus ojos mientras me mostraba sus bandas de esclavo en la biblioteca. ¿Qué me diferencia en estos instantes de su antigua ama, de la hembra que le esclavizó y le forzó a darle su sangre? Yo le fuerzo también, aunque sea él el que se ofrezca voluntariamente. Vivo bajo su techo, cuido de su hija y se siente obligado a alimentarme. Este tema se ha terminado entre nosotros. No importa ya quién lo saque a colación: el rey, el primale, Torhment... no seré yo. Si alguna vez necesitase mi vena, yo misma la abriría gustosa y la llevaría hasta sus labios, me sentiré dichosa de servirle si algún día lo solicita, pero no insistiré, no ofreceré de nuevo lo que no es deseado, lo único bueno que tengo para darle.

He secado la herida con suavidad, intentando no lastimarle, aunque ningún sonido, ningún gesto de dolor sale de él. Está acostumbrado al sufrimiento, como bien lo prueba su cuerpo. Nunca había tenido la oportunidad de observarle tan de cerca. Mis dedos acarician las suturas con suavidad, pero mis ojos recorren los nombres tallados en su piel: Bella y Nalla, escritos en la antigua lengua, en la cima de una espalda cubierta de cicatrices de latigazos. Las lágrimas se deslizan imparables por mis mejillas y de repente me asalta el pánico de que alguna caiga sobre su piel. Sé cómo se forman las cicatrices, y aún algo tan pequeño como una gota es un crimen sobre su cuerpo de guerrero. Me las limpio con el borde de mi vestido y en ese momento hago algo realmente estúpido. Mi lengua asoma a lamer mis dedos y los paso por los bordes de la herida buscando el poder cicatrizante de mi saliva. Si fuese su hembra lamería cada centímetro de piel dañada hasta sanarla... ¡Qué tontería, Santa Virgen! Si fuese su hembra él estaría ahora mismo prendido a mi vena y tomándome sobre este mismo lecho, como sé que hacen los hellrens con sus shellans, y nada de todo esto sería necesario. El deseo me enciende y siento que he de hacer algo, cualquier cosa, que despiste mi atención de esta enorme masa de piel dorada con olor a bosque que me está excitando. Odio el ser una newling ignorante con anhelos imposibles. Soy consciente de que lo que le cuento no tiene mucho sentido, que es, simplemente, un intento de llevar mi mente por otros derroteros.

- No necesito disculpas, Zsadist, no es eso lo que buscaba, sino una respuesta que creo que no estamos preparados para dar, supongo. No te preocupes más por eso. Seguiré en tu casa hasta que tú mismo me pidas que me vaya. Nada más conseguirá alejarme de vosotros *Lo he dicho, le he incluído... "vosotros"...* Recuerdo mi viaje en tren desde las Adirondacks, desde el Rancho, y recuerdo el miedo, la angustia de verme rodeada de desconocidos, en una horrible máquina ruidosa y atemorizante, el pánico de encontrarme por vez primera sola en un mundo del que lo desconozco todo, salvo lo poco que he visto en la televisión, en casa de tu hermano, pero me dirigía a encontraros, sabía que estaríais esperándome en la estación y eso me consolaba. Por absurdo que parezca, todo ese espacio abierto, toda la libertad, la posibilidad de ir a cualquier lugar, de conocer a cualquiera allí afuera, me aplastó como una losa pesada que me impedía respirar. Supongo que tuve una crisis de ansiedad, un ataque de pánico o... no lo sé. Me pasé medio viaje llorando, angustiada, y maldiciendo mi orgullo, que me hizo rechazar la compañía de un doggen hasta aquí. Quería sentirme adulta, Zsadist, sentirme capaz, como cualquier hembra, de moverme libremente, de escoger mis opciones, en un mundo en el que siempre fui yo la elección de otros... quería elegir, por una vez, quería ser yo la que eligiese. Y os elegí a vosotros. Sois mi hogar ahora, tú me lo ofreciste y así lo siento. Sois lo único que tengo, porque no puedo regresar ya. Fuisteis mi única elección como Elegida. A partir de ahora seré vuestra amiga, la compañera de Nalla, pero nunca has de pensar en mí como una de mis hermanas en una solicitud al Primale, porque, aunque sé que aún me protege, ya no me cuento entre sus protegidas.

Acaricio su herida con lentitud, resiguiendo los bordes, mojándolos con mi saliva una y otra vez, de forma ya innecesaria, porque le veo mejorar a ojos vista. No es poderosa como mi sangre, pero sigue siendo curativa. Coloco el nuevo apósito y aliso los bordes con delicadeza, pegándolo a su piel. Mis ojos recorren cada centímetro de su cuerpo mientras le acaricio, quizás por única vez, con la excusa de curarle.

- Mi hambre no es ahora tema de debate, Zsadits. Olvídate de ello, por favor, no tendría ni que haberlo mencionado. Es un tema que solucionaré de forma privada, no te preocupes y muchas gracias por tu ofrecimiento, pero... *dudo unos instantes* al igual que tú, voy a rechazarlo amablemente, si me lo permites.

Me levanto de la cama y me alejo con premura hacia la puerta, que abro sin darle tiempo a reaccionar.

- Si me necesitas, estaré en la biblioteca un par de horas antes de acostarme. Quiero preparar las clases de Nalla para mañana. No te lo he dicho antes, pero la institutriz se ha despedido, espero que no te moleste que la sustituya, te aseguro que estoy capacitada para hacerme cargo de la educación de la niña. Puedo enseñarle todo lo necesario para moverse en la glymera sin problema alguno, y mucho más que eso. *Sonrío irónica* Pocas familias se pueden permitir como profesora a una Ex-Elegida. Puede que para todos los demás no seamos más que proveedoras de sangre y sexo, pero nuestra educación, al menos, es excelente.






Mientras sus manos curan mi cuerpo me habla de su viaje hasta aquí desde el rancho de Phury... dios! Como he podido ser tan insensible...? Ella es... “ha sido...” una elegida... no conoce otra realidad que la percepción del mundo desde allí vivida. Yo la he visto siempre en la mansión con Nalla, y he dado por sentado torpemente, que pertenecía a nuestro mundo... Mi mente vaga al pasado, a mi reclusión como esclavo durante cien años, al mundo que sucedía fuera y que yo desconocía más que la reducida realidad de mi alrededor. Huelo la sal de sus lágrimas derramarse, y como el hijo de puta que soy, no soy capaz de levantarme y volverme para consolarla, secarlas con mis manos, acunarla en mis brazos... porque yo mismo estoy llorando... llorando por dentro, por ella, por su cárcel personal... Cuando habla de que su primera elección hemos sido nosotros mi ceño se frunce... qué demonios habrá sido lo que la hizo abandonar lo único que ha conocido en toda su vida...? Pienso en Phury y me siento orgulloso de él como nunca; por ella, Selena, y todas las elegidas que pueden tener otra oportunidad si así lo desean...

No va a hacerlo... no va a alimentarse de mí, no si no lo hago yo de ella... y dios sabe que lo necesito por mis heridas y lo deseo como los infiernos! Pero no, no estoy preparado todavía para eso... ella no es una hembra anónima... y mucho menos desde que hace días aterrizó en esta casa y en nuestras vidas... ella es lo más parecido a una compañera que ahora mismo pueda tener... Sé que se ha ofrecido voluntariamente, pero sé que mi traicionera polla se despertará en el mismo momento en que tome su sangre...recuerdo esas pequeñas gotas de ese corte en su palma... sabía a fruta fresca y a néctar...

Ella se está alejando, está ya en la puerta y me habla de ser la maestra de Nalla... y quién mejor que ella...?

- Eres la mejor maestra que Nalla pueda tener sin duda, Selena, yo... *me incorporo en la cama con una mueca de dolor* yo... Gracias.

Cómo puedes no decir nada más después de que ella te ha abierto su corazón...? De verdad deseas que salga por esa puerta así...? Miro mi propio cuerpo con el torso desnudo y siento que quizás la he avergonzado en tantas cosas desde que ha llegado a esta casa... cojo la camiseta y vuelvo a cubrirme.

- Gracias por elegirnos...

Dejo que salga por esa puerta. Anhelando levantarme y abrazarla y sentir su cuerpo cálido y menudo conmigo, protegiéndola de todo mal y de los capullos que hay en este mundo, como yo, dispuestos a dañar a un ser tan puro y tan inocente...

Cojo el teléfono y ordeno un servicio de comida en una bandeja para la biblioteca. Voy al cuarto de Nalla y la veo acostada en la cama, durmiendo plácidamente. Sus bracitos se alzan en mi dirección y me acerco a ella para besarla y arroparla.* Duerme mi niña... Sé que lo que debería ofrecerte es más de lo que tienes. Te he separado de toda la familia que conocías... podrás perdonarme...? Ha venido un ángel a cuidar de ti, mi vida...

He pasado el día en el sótano. No debería porque la herida está reciente y podrían abrirse los puntos, pero necesito desgastar mi cuerpo para ocupar mi mente y no pensar en ella de nuevo... Siento una quemazón en los tejidos dañados, pero la ignoro y sigo flexionando y ejercitando mi cuerpo hasta que el dolor no me permite divagar más. Cuando me noto exhausto me dirijo a la ducha. Al pasar por el cuarto de Selena no oigo más que silencio e imagino que ya estará levantada. Llevo evitándola todo el día. No puedo verla de nuevo, no sabría qué decirle... !!!Despego el apósito en la ducha y observo la herida al otro lado del espejo... mierda! El ejercicio ha hecho que vuelva a abrirse y un hilillo de sangre baja por la espalda entre los puntos. No voy a pedirle a Selena que vuelva a curarme. Igual doc Jane o Ehlena puedan hacerlo antes de la patrulla... Me cubro con la camiseta, la chaqueta de cuero y las armas.Entro al cuarto de Nalla y se levanta de un salto del suelo, entre millones de muñecos, hasta mi cuello.
- Hola preciosa. Hoy papi tiene que marcharse pronto, mi vida. Pero vas a pasar la noche con Selena hasta que regrese, vale? Pórtate bien, eh..?

Ella asiente como una niña buena con una misión que cumplir aunque se niega a separarse de mi cuello. La beso mil veces en la frente, las mejillas, los labios y en su naricita antes de separarla de mí.

Antes de salir me paro frente al cuarto de Selena y alzo los nudillos para tocar a la puerta, pero freno antes de hacerlo. Deslizo un papel por debajo.

“Pasaré toda la noche fuera. Debo acudir a la mansión. Os veré en la última comida. Z”

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