jueves, 23 de febrero de 2012

2. Bienvenida, Selena







¿Por qué demonios estoy tan jodidamente nervioso...? Miro a Nalla y sonrío por ella, pero sé que también sonrío por mí... Hace año y medio que lloro la ausencia de mi amada Bella. Y si en su momento no salí en busca del amanecer para encontrarla fue por la pequeña que ahora salta y ríe junto a la puerta. Esperando a su hermanita, a su mahmen en realidad... Aunque no se atrevió nunca a pronunciar esas palabras en voz alta, sé que las dice en sueños...

Yo me he acostumbrado a su presencia... a sus charlas con la pequeña, a sus juegos, a sus risas, a su cariño para con ella. La he mirado en la distancia todo este tiempo. Viendo crecer mi admiración por ella anochecer tras anochecer. ¿Por qué estoy tan nervioso...? Dios, parezco un mocoso esperando a su amada!!! Me froto la cabeza varias veces, exprimiendo esa pregunta en mi cerebro una y otra vez...

Al fin la puerta se abre... y no puedo dejar de mirarla... parece un ángel, toda ella está envuelta en luz... Aunque sus ojos están hinchados y llorosos, su sonrisa se curva al encontrar a su pequeña al otro lado, esperándola... Echo mi cabeza hacia atrás y la apoyo en la pared, haciendo un esfuerzo por apartar mis ojos de ella. Siempre ha sido una hembra bonita, pero... ¿desde cuándo mirarla me hace pensar en ella como deseable...? Joder Zsadist!! Despierta!! Ella no es para ti. Cómo iba ella a desearme?

Nalla se abalanza sobre sus brazos y yo echo el pitillo al suelo soltando todo el humo de mis pulmones. Bajo mi pierna, flexionada contra la pared, y me acerco despacio a ellas. Selena me mira de reojo haciendo caso a Nalla que no para de hablarle emocionada y acaparando toda su atención con palabras atropelladas sobre todo lo que hemos hecho a este lado y sobre cuánto la ha echado de menos. Tiene una ternura y una paciencia infinitas con ella. Me entusiasma ver como la mira atendiendo a sus mil requerimientos por segundo... Pero sé que, aunque la escucha, o finge que la escucha, me está mirando mientras me acerco. Mis manos se posan en la espalda de Nalla, bajando hasta su cintura, donde se encuentran con la manos de Selena. Me demoro antes de separar nuestro contacto, porque, inexplicablemente, mi mano se siente bien ahí...

- Hola Selena, que tal el viaje? *Una sonrisa se escapa de mi boca* Me alegro mucho de verte.

Mi cuerpo responde por mi, no soy yo quien se acerca a su mejilla para besarla... no me reconozco en ese gesto, sin embargo... me siento tan a gusto con ello, como si fuera algo natural... Al posar mis labios sobre su piel, Nalla se abalanza con impulso hacia su otra mejilla, chocando contra ella y redirigiendo mi boca hacia la suya. Sus labios se entreabren, sorprendidos, para soltar sin duda una protesta o una disculpa, pero ya es tarde... siento mis labios sobre los suyos, mojados, cálidos, sensuales, dulces, apetecibles... tanto que mis colmillos estallan en mi boca y arañan sin querer la fina y sonrosada piel de sus labios. Un gemido se escapa de su boca y la risa de Nalla resuena en mis oídos.

Unos segundos... todo ha sucedido en apenas unos segundos... pero lo he sentido tan intenso que mi pantalón oprime la jodida erección que sus labios y su aroma han despertado... Santa mierda... ahora va a pensar que soy un cabrón salido! No quiero que se asuste de mi reacción, así que separo mi mano de su mano y mi cuerpo del suyo y cojo a Nalla de sus brazos y agradezco el largo vestido de princesa que ha insistido en ponerse, porque es lo único que disimula ahora el bulto que palpita en mis pantalones...







Es él, él de nuevo, tras tantas lágrimas y tanto vacío. Mis ojeras, que creo ya permanentes, llevan su nombre, y mis ojos están hinchados por el llanto que le ha buscado todo este tiempo. Mi estúpido corazón da un vuelco al ver su figura adusta, seria, como siempre ha sido, recostada contra la pared.

Mi niña, mi pequeña hermanita-no, no hija, por mucho que eso me duela- se lanza a mis brazos y escondo en su pecho y sus bracitos mi azoramiento, mi emoción y mil deseos que no deberían estar aquí. Tenerla de nuevo conmigo, donde puedo acariciarla y besarla, me llena de dicha y pone fin a un año y medio de soledad. Mi alma se une de nuevo cerrando la grieta que llegué a pensar que me destruiría, la grieta que dejó su marcha. No pude hablar cuando la vi irse con su pequeña maleta, con su carita ilusionada en busca de nuevos caminos... era demasiado duro, pero cuando su padre la siguió... ¿cómo explicarle que no me despedía porque todo lo que yo era se iba con él? ¿Cómo decirle que cada gesto, cada añorada sonrisa, cada palabra que dirigía a su niña eran recogidas y atesoradas por mí, ladrona de su cariño, anhelando lo que no podía ser mío?

Sólo una frase, una bienvenida acompañada de una de sus sonrisas y sí... esta sí es mía, esta no podrá quitármela el recuerdo de ninguna otra hembra.

- ¿El viaje? Largo y solitario, Sire, pero ahora estoy en casa y he venido para quedarme, si me quieren a su lado.

Su boca en mi mejilla es una caricia de fuego, y su olor a pino me hace soñar con bosques y tierra mojada. El impulso de Nalla le obliga a unir sus labios a los míos y me humillo a mí misma gimiendo en su boca. Dioses! tanto, tanto tiempo anhelándole, necesitándole... ! ¿cuándo vi al macho y no al hellren de otra? ¿Cuándo comprendí que envidiaba a mi niña por cada beso, por cada caricia, y me sentí una traidora por ello? ¿Cuándo deseé ser otra hembra, la hembra capaz de enamorarle, de hacerle regresar a la vida con mis caricias?

Se aparta de mí con rapidez abrazando a mi pequeña y mi cuerpo se enfría de repente necesitando ya su contacto... el de los dos. Mi vergüenza regresa ahora multiplicada por mil a causa de mi debilidad, de los sentimientos que he dejado expuestos a su escrutinio. Soy patética, una elegida

estúpida que codicia a un macho inalcanzable, pero eso no hace menor mi deseo, ni mi amor por él, ni la necesidad de tenerle cerca aunque este beso accidental sea todo lo que puedo tener obtener del padre de la niña que siento mía.

- Yo... lo siento, Sire, no quería ser irrespetuosa. El entusiasmo de Nalla y mi propia alegría me hicieron descuidarme y...

No puedo seguir. Nalla nos mira a ambos, entre curiosa y divertida, y los ojos negros de Zsâdist me roban el aliento y las pocas palabras con sentido que querría pronunciar. Me veo ante él, un guerrero, un Hermano, un macho de mi raza, y me siento poco más que nada. Si no me necesita, si no le soy útil, ¿por qué habría de querer mantenerme a su lado? Quiero que me utilice, que mi sangre entre en él y sea su alimento, quiero su boca en mi piel, sus colmillos en mis venas, quiero...






No le contesto, no le doy importancia y caminamos a la par, sin prisa, en silencio los dos, Nalla en mis brazos, jugueteando con el pelo de Selena, riendo y prometiéndole mil noches de juegos. Y vuelve a mi mente el recuerdo de esas veladas en la mansión. Cuánto he añorado este tiempo alejado de ella el llegar a casa y encontrarlas juntas, observándolas apoyado en el marco de la puerta, como un perfecto cuadro, como una perfecta familia... Lo único que no cuadra en esa ecuación somos nosotros dos... ella simplemente, adora a su pequeña. No soy yo el que la ha atraído a este lado, no es por mi por quien ha abandonado al resto de su familia en la mansión...

Desde el retrovisor la observo en el asiento trasero, jugando con Nalla. El viaje es largo, la casa que elegí para nosotros está alejada de la ciudad y veo como poco a poco Nalla cierra los ojos y apoya su cabecita en su pecho. Se ha quedado dormida con una sonrisa dibujada en su rostro. Ella acaricia sus cabellos y nuestras miradas se encuentran en el espejo.

- Hace días que no se dormía tan pronto. Y cuando lo hacía, se despertaba gritando en medio de una pesadilla. Gritaba tu nombre... sólo tu nombre...

Abro la puerta y mi mano roza sin querer su blusa para recoger en una caricia la cabeza de Nalla que se quedó apoyada en su pecho. Mi cuerpo vuelve a despertarse por ella... la cargo a mi cuello y me encamino apresurado a la puerta. Otra vez mi pequeña vuelve a salvarme de los impulsos de mi cuerpo.

No he mirado a otra hembra en todo este tiempo, ni lo busqué ni deseé, al menos no de este modo... Han bastado estos meses alejados para echarla de menos, para sentir que la necesitaba tanto o más que Nalla... Soy un cabrón egoísta por permitir que viniera. Por aceptar su ofrecimiento... Santa mierda, Zsadist... qué coño te crees que estás haciendo...? Sólo vas a conseguir que salga huyendo...

Ella insiste en arropar a Nalla y tras besar a la pequeña en la frente, salgo de la habitación.

- Tu cuarto es el de la derecha. Ponte cómoda. Han dejado allí tus cosas. Te espero abajo si quieres comer algo.

Joder necesito una ducha. Apoyo los brazos en los azulejos y bajo la cabeza para que el agua caliente golpee en mi nuca. Poco a poco mi cuerpo desnudo se va desentumeciendo. Salgo con una toalla liada a la cintura y me siento sobre la cama para encender un cigarrillo. Desde aquí puedo olerla... Conozco cada jodido olor de esta casa, cada ruido, cada respiración de Nalla y cada movimiento de los doggens. La siento moverse grácil y silenciosa por su habitación y me llama como jamás había hecho nadie desde que entraba desesperado en casa buscando sólo el consuelo en el cuerpo de Bella...

Ella me da esa sensación de comodidad que no me ha dado nadie desde hace mucho. Me volví huraño de nuevo, y mis atenciones han sido sólo para la pequeña... pero ella... joder! Que es lo que hay en ella que me hace pensar en...? No... eso no es posible. Ella está aquí sólo por Nalla....

Me visto con unos pantalones holgados de deporte y una camiseta negra . Al pasar frente a su puerta sus pasos se detienen también. Mi vista se alza como si pudiera atravesar la gruesa madera y verla devolviéndome la mirada... Ciertamente ella no parece tenerme miedo, de hecho nunca lo tuvo. Sólo respeto. Después de unos segundos vuelvo a encaminar mis pasos hacia abajo. Los doggens prepararon la comida para nuestro regreso. La mesa está repleta de viandas. Nosotros no solemos comer mucho, pero ordené el servicio completo para esta noche.

Cojo una manzana y me apoyo de pie en el dorso del sofá del salón, con los pies cruzados, de cara a la mesa. Mis dientes se hunden en la manzana justo cuando ella aparece frente a mí y me mira... ruborizada...? Mientras el jugo de la fruta ácida se desliza entre mis colmillos hasta mi garganta no puedo apartar la mirada de ella y pensar como se sentiría la suave piel de su cuello envolver mis labios y mis colmillos...

Cuando empieza su frase con la palabra “Sire” niego con la cabeza mientras trago el bocado y acompaño la negación con la mano q sujeto la manzana.

- No hay Sire, Selena. O soy Zsadist o no voy a contestarte. No estás aquí para servirme ni quiero el respeto que me otorgas. *la miro suavizando la mirada* Sólo quiero ser Zsadist para tí... vas a concederme ese deseo...?






No ha dicho nada, me ha mirado en silencio, como suele hacer, con esos ojos que parecen leerme el alma, y no ha dado importancia a ese beso que yo guardaré celosamente... subimos al coche y me abre la puerta trasera para dejarnos paso a Nalla y a mí, y me pregunto si lo hace para nuestra comodidad o para la suya. Empiezo a pensar que me estoy torturando a mí misma, que solicitar su servicio exclusivo no ha sido una buena idea, pero no podía alimentar a otro macho, no cuando me considero suya, ¿de qué sirve una elegida incapaz de cumplir con su tarea? La Madre ha sido clemente al liberarme de mis obligaciones, pero me ha permitido continuar, si Zsadist me lo permite, sirviendo mi vena sólo para él... es algo que tendré que plantearle y espero no tener que dar explicaciones acerca de por qué nunca soy llamada para servir a otros machos. No podría hacerlo sin delatarme a mí misma, pero cruzaré ese puente cuando llegue a él. Ahora mismo sólo puedo pensar en el peso que se ha quitado de mi alma al verles de nuevo, al escuchar sus voces y al sentir el roce de sus manos.

Mi niña se queda dormida a los pocos minutos de arrancar el coche y me inunda su olor infantil, a caricias y a sol, a hierba fresca y burbujas. Hundo mi nariz en su pelito y acaricio su espalda en un gesto que trata de tranquilizarla no ya a ella, sino a mí. Miro el espejo retrovisor intentando disimular mi escrutinio, mi callada exploración de ese rostro que no he podido sacar de mi mente desde que se fueron de la mansión. De repente su mirada atrapa la mía y he de concentrarme para entender lo que me está diciendo... mi niña sueña conmigo? Y yo con ella, con ella y con su padre, que tolerará mi presencia por el bien de su pequeña. Mi mente retrocede un par de días, al momento en el que el rey ciego me llamó a su despacho y me expuso la preocupación por el aislamiento de su hermano, su deseo de encontrar a una hembra para cuidar de Nalla, una hembra que él no rechazase, una conocida y querida por la niña. Mi ingenuo corazón medita la casualidad de que coincidiese con la llamada de Nalla pidiéndome que la visitase. ¿Acaso él aceptó mi ofrecimiento por ser yo en concreto o sólo son mis locos sueños los que han contemplado esa posibilidad? No, no tiene sentido, nunca me ha destacado sobre mis hermanas, soy para él solamente una elegida más, una hembra que usar cuando el hambre se vuelve acuciante.

- Espero que mi presencia la ayude, Sire. Estoy aquí para ella, yo también la he añorado terriblemente.

La omisión en mi frase es la mayor de las mentiras. Me faltaba él, pero no es algo que pueda confesar, no a Zsadist, el más triste, el más oscuro, el más fiel de los viudos. Su mano roza mi pecho al recoger a la pequeña dormida de mis brazos y la excitación me recorre como un relámpago, dilatando mis pupilas y acelerando mi respiración. Gracias a los cielos, se dirige hacia la casa dándome la espalda y no ve las lágrimas que el deseo y la nostalgia han puesto en mis ojos. Su imagen abrazando a su hija sigue siendo lo más tierno que he contemplado jamás y la envidia me quema... quiero ser parte de ellos, quiero ser suya, su hembra, su mahmen...

Hemos dejado a Nalla dormida con una gran sonrisa en su carita de hada. Arroparla me calma, verla descansar feliz me hace sentir en casa, sé que es aquí donde se supone que debo estar, porque por fin respiro tranquila, tras más de un año de no poder hacerlo en profundidad. Salgo del cuarto y cierro la puerta despacio para dirigirme al mío. Es acogedor, decorado con sumo gusto, íntimo y bonito, pero... está vacío, como el de la mansión, como mi vida sin él, como mi cuerpo sin el suyo. Oigo sus pasos al otro lado de la puerta y me acerco a ella. Está detrás de la frágil barrera de madera, lo sé, mi sangre lo intuye, corriendo inquieta por mis venas, casi puedo sentir su olor a pino... o quizás sólo se trate de un truco de mi mente. No entrará, no llamará, no me buscará, me ha dicho que me espera abajo, pero una mano viaja a mi pecho y descansa aquietando los locos latidos de un corazón que creía dormido, mientras la otra se posa en la puerta. Resigo lentamente las vetas de la madera, que me hacen pensar en sus cicatrices y un escalofrío eriza mi piel como si pudiese tocarle realmente. Apoyo mi frente unos instantes buscando el valor de enfrentarme a él disimulando, camuflando bajo un velo de amabilidad el amor que se me escapa a manos llenas cada vez que le miro.

Desciendo las escaleras sin hacer ruido y le veo apoyado en el sofá, con las piernas cruzadas y mordiendo una de sus sempiternas manzanas... nunca podré ver esa fruta sin pensarle, sin recordarle como le veo ahora mismo: concentrado, disfrutando del placer de sentir la jugosa carne entre sus dientes, el jugo fluyendo a su boca como mi sangre lo haría si fuese mi cuello el que.... No, ¿qué estoy pensando? Sigo engañándome, haciéndome daño con sueños que no se cumplirán. Miro mi muñeca con disimulo, el lugar que he de ofrecerle sin saber cómo hacerlo. Soy consciente de que me he ruborizado e intento hablarle de su alimentación; está tan delgado de nuevo!

- Sire...

No me deja continuar. "Sólo quiero ser Zsadist para ti" ¿Sólo? Zsadist lo es todo, todo! pero no es algo que pueda confesarle, ni decirle que es el nombre que susurro cuando me acaricio pensando en él.

- Sir... Zsadist, entonces *Miro la mesa dispuesta y repleta de alimentos. Viéndole a él doy por supuesto que no le sacará mucha utilidad, al menos no a diario* Zsadist, quería pedirle, ya que voy a vivir aquí, que me permita servir mi vena para usted, yo... querría usarme, señor?

No hay otro modo en el que él pueda aceptarme. Si he de ser para él una niñera y una cuestión alimenticia, supervivencia simplemente, que así sea. Aceptaré lo que él quiera darme, lo que quiera tomar de mí, pero insistiré hasta que me lo permita, porque necesito saber que algo de mí vive y perdura en su cuerpo, que cuando sale cada noche a patrullar con sus hermanos y cuando regresa cada amanecer, yo estaré en sus venas restaurando su fuerza y su salud. No me importa humillarme suplicándoselo, si es preciso. No sirvo para nada más, si es preciso lo haré como hice con el hermano Tohrment, desde atrás, sin permitir que mis ojos azules le recuerden a su shellan perdida, a la hembra que proveía para él.

- Por favor, Zsadist... necesito que me permita hacer esto. Por su fuerza, señor, por su salud, por su hija... por mí, Sire.






Proveer su vena para mí...? Por un momento un atisbo de vergüenza cruza mi rostro marcado. Habrá podido leer en mis ojos mi deseo...? Jamás pensé en otra que no fuera Bella para alimentarme, jamás deseé a hembra alguna, incluso mi Bella tuvo que suplicarme para que bebiera de ella... la humillé tanto entonces... Esto era algo sólo para ella... Pero desde que me falta mi shellan, tanto Jane como Wrath me lo dejaron claro... o me alimentaba de la vena o se terminaban las patrullas para mí. Phury fue comprensivo y aceptó mis extraños requisitos para cubrir esa necesidad con una elegida. Siempre alguien anónimo, siempre un fantasma y él siempre presente...

Jamás hasta ahora había deseado a otra hembra... Pero ella ha despertado esa necesidad de alimentarme acompañada del deseo que había desaparecido. Incluso ha despertado mi jodido miembro, totalmente flácido e inerte desde la muerte de mi amada shellan...

- Selena, no estás aquí para servirme, ni a mi ni a Nalla. Quiero dejar sentado eso desde ahora. Estás aquí en calidad de invitada, todo el tiempo que desees, hasta que decidas marcharte para vivir tu vida. Ésta, nuestra casa, es ahora tu casa. Siéntete libre de hacer e ir donde quieras, sin ninguna obligación más que las que tu misma desees. Mientras estés en esta casa no va a faltarte de nada. Todo lo que precises se te será concedido. Yo ya me siento complacido con la sonrisa de Nalla cuando te mira.

Aparto una silla de la mesa y hago el gesto para que tome asiento. Me siento a su lado, en la cabeza de la mesa, el lugar que me obligo a ocupar cuando Nalla precisa comer. Ella habla y me explica las cosas y, con su infantil y despreocupada alegría, ni siquiera se fija que la comida de mi plato resta intacta al final de la velada. Sé que fui egoísta al llevármela, sé que no tenía ningún derecho de apartarla de su familia... pero no soy un mal padre. Jamás le ha faltado ni le faltará de nada mientras yo todavía respire...

No dudo de sus gratas intenciones para con mi pequeña, pero sé que Selena está aquí porque en realidad todos temen que pueda descuidarla... Cada noche me reúno con mis hermanos para patrullar en las calles, y si es preciso, me presento en la mansión para las reuniones que convoca Wrath. No he abandonado mis obligaciones con la hermandad, pero mi presencia en la casa se ha vuelto insoportable. Cada rincón de esa inmensa mansión evoca su presencia, en cada espacio vacío resuena su risa y cada minuto en mi cabeza es un calvario de recuerdos y sensaciones... No soy el loco que era antes, pero no soy buena compañía. Y Selena no va a aguantar mucho nuestra huraña existencia. En realidad ella podría llevar a la pequeña a la casa de su familia mientras patrullo, pero son muchos kilómetros para cubrir cada día y no estoy dispuesto a pasar un sólo amanecer lejos de su presencia. Así que me siento un jodido egoísta...

Selena observa mi plato y me siento obligado a tragar lo que me ha servido. Su mano ha llenado mi plato en silencio, dejando una accidental caricia en mi brazo. Mi mente reaccionaría apartándose al instante de ese contacto, pero mi cuerpo permanece inerte, erizando mi piel y sintiendo esa caricia como si hubiera sido voluntaria, fantaseando con un cariño que no existe. Por qué de repente vuelvo a sentirme excitado? Mis piernas se revuelven inquietas bajo la mesa, intentando recolocar una erección que hace mucho no sentía. Una excitación que jamás tuve la necesidad de esconder, como ahora...

Enciendo un cigarro y apoyo los codos en la mesa, observándola en silencio, admirando como pone cada bocado en su boca. Como sus labios se cierran en torno a los cubiertos, imaginando como sería besarlos por un instante... Soy consciente de que mi mirada no es sutil, nunca he tenido tacto y menos con las hembras. Quizás eso la asuste y la aleje voluntariamente de mí. De su petición que todavía resuena en mi cabeza. Una petición que obvié y soy consciente que no contesté. Que mi boca se negó a rechazar todavía. Que se quedó suspendida en el aire, alargando el momento un poco más....






‎Me ha quedado muy claro.. La simple idea de tocarme le repele, el pensar que yo quiera alimentarle le causa rechazo. No tengo ya dudas al respecto y me siento estúpida como nunca por haber pensado que... no lo sé. Sólo quería ser la hembra que proveyese la vena para él, saber que podía contribuir de alguna manera a volverle fuerte de nuevo. Sé que en este tiempo que ha pasado desde la muerte de Bella sus exigencias han sido claras: Una elegida distinta cada vez, sin conversación de ningún tipo, nunca con el pelo suelto, nunca morenas... bueno, al menos en eso sí podría complacerle, pero poco más. El hecho de que mi cabello rubio no le traiga recuerdos ha de ser bueno, supongo, si voy a quedarme con ellos.

No sé qué idea tiene exactamente acerca de mi estancia en su casa, pero comprendo que no tiene nada que ver con la mía. No habrá confesiones, entonces, no sabrá que no serviré mi vena a otros machos y que, desde que él se fue, yo me iba al Otro Lado con regularidad para evitar la necesidad de alimentarme. He quemado mis puentes: La Madre ha sido benevolente, pero toda gracia exige un sacrificio y yo he visto cumplido mi deseo de residir en la misma casa que Zsadist y Nalla. ¿El precio? Pequeño, a mi parecer... nunca podré regresar al Otro Lado, no seré considerada una Elegida porque no soy ya capaz de cumplir con las funciones propias de una. Lo que me reste de vida habré de pasarlo en este plano, a este lado y en compañía de aquellos que yo escoja o de aquellos que me permitan ser su invitada, como bien me ha explicado el macho que ahora me mira de un modo extraño. El único inconveniente es que ahora sí estoy expuesta, ahora sí soy vulnerable y no quiero que él lo sepa, pero no sé cómo voy a ocultarlo. Pronto podrá notar mi hambre, y me desespera la idea de buscar a un macho que pueda servir su vena para mí sin que mi mente y mi alma le rechacen como me ha pasado hasta ahora. La última vez... Dios! no quiero recordarlo... sé que me encontraron en mi cuarto retorciéndome de dolor, que estaba ya casi inconsciente y que llamaron al abogado de la raza, a Saxton, para que me ayudase. Decían que mis gritos les hicieron llamar al Primale y éste me envió a la Madre. Nuestro instinto primario es alimentarnos, no podemos luchar contra él, a la hora de la verdad, saltaremos al cuello del primer miembro de nuestra especie que se nos ponga delante, pero en mi caso no funcionó así. Quizás porque nunca me he alimentado de un macho de la raza, jamás he tomado de la vena como hacen todas las hembras, pues es algo innecesario para las que servimos a la Madre en el Otro Lado. Sea como sea, es algo que tendré que solucionar rápidamente, los primeros síntomas asoman ya y pronto se volverán acuciantes. Por lo que respecta a mi necesidad... mis hermanas me advirtieron que al estar aquí la pasaré pronto. Me han dicho lo que se siente, me han enseñado a reconocer las señales, y espero ser capaz de hacerlo antes de que se convierta en un problema. Supongo que puedo pedir ayuda al médico de la raza, a Havers, y rogarle que me busque un lugar para quedarme durante esos días.

Santa Madre! ¿Por qué es todo tan difícil? Me siento humillada, supongo que el Hermano se sentirá extrañado de verme aquí y se preguntará cuánto durará mi visita. Paso a paso, no responderé preguntas que él no me formule y así evitaré futuras vergüenzas. Soy consciente de que no ha respondido a mi oferta, ni siquiera para negarse a aceptarla o para rechazarme abiertamente. Soy ingenua, desde luego, pero no estúpida. Cuidaré de Nalla y viviré el día a día, mientras me lo permita, en su compañía.

‎Le he servido la comida tras pedirle a la anciana doggen, que recuerdo haber visto una vez en casa de Madalina, que me permitiese prestar ese servicio. No ha sido intencionado... creo. Le he rozado, un roce casual, nimio, apenas una leve caricia sobre su antebrazo, pero enseguida he notado su incomodidad por el movimiento inquieto de sus piernas bajo la mesa. Se ha removido, incómodo, quizás asqueado, por ese pequeño gesto. He de ser cuidadosa y no acercarme tanto a él. No volverá a suceder porque no deseo molestarle ni resultarle un estorbo. Me ha ofrecido todo lo que desee... es irónico: lo único que deseo es estar con él y con mi niña, poder verles cada día, disfrutar de los juegos, las caricias y las risas de Nalla, de los silencios casi huraños, de las miradas oscuras y cargadas de misterio de su padre, de sus escasas palabras y sus casi inexistentes sonrisas, que son un bien tan escaso como atesorado por mí.

- No se preocupe, Sir... Zsadist. *Torpe, estúpida elegida!Incapaz de recordar su primera orden* Intentaré no ser una molestia ni interrumpir sus rutinas. Y con respecto a mi oferta... *Bajo la cabeza, ruborizada, avergonzada, hastiada de mi propia ingenuidad* por favor, no se preocupe, no volveré a importunarle al respecto. Simplemente pensé que podría ser más cómodo para usted disponer de mi vena cuando le fuese preciso. Obviamente cometí un error que no se repetirá.

He tomado asiento al otro lado de la mesa de madera y clavo mi vista en el plato. Sin atreverme a levantar la vista, para no delatar mis ojos empañados de lágrimas, introduzco la comida en mi boca sin saber qué es lo que estoy comiendo. Repito el movimiento mecánico de llevarme el tenedor a los labios y me obligo a cerrarlos y masticar lentamente... podría ser serrín y no me habría sorprendido, porque no puedo ni decir lo que hay frente a mí. Como ejercicio de concentración para evitarme el ponerme en evidencia, cuento los latidos de mi corazón, que retumban como un tambor, mientras Zsadist me escruta con esos ojos negros como noches sin luna, fumando un cigarrillo que huele a whiskey y cedro... O es su champú? Sí... creo que es a él a quien huelo, su loción de afeitado, el gel de ducha, el champú, su piel... todo mezclado con el humo que parece embriagarme hasta que siento que me cuesta respirar. Mal comienzo, Virgen Santa! Si esta es la primera noche, creo que yo misma me he encadenado, me he sentenciado y he pedido ser torturada. Me levanto al cabo de unos minutos para traer el postre. Él sigue fumando en silencio, con los codos apoyados en la mesa, cuando le pongo delante un par de manzanas en un plato.

- No ha comido usted nada, Zsadist. Si no tiene apetito, por favor, no se sienta obligado a acompañarme, ya le he dicho que no pretendo alterar sus rutinas. Preguntaré a los doggens cuáles son los horarios de la niña y, si va a sentirse usted más cómodo, comeré a solas con ella.

En la mansión me han dicho que Nalla parece feliz de nuevo, que sonríe más a menudo y se la ve sana y bien cuidada. Algo me dice que su padre no la deja comer sola cada noche.

- O si tiene usted por costumbre comer con ella, yo puedo hacerlo con los doggens , o sola.*He vivido como archivera recluida durante un siglo, comer a solas no me supondrá ningún problema, salvo el añorar su compañía* Realmente no me importa, señor, estoy acostumbrada.

Pensaba que no podría avergonzarme más, pero yo misma me sorprendo poniendo el listón más alto: he tomado una manzana también para mí y me he sentado a comerla en silencio, pero de repente viene a mi cabeza su imagen de hace una hora, cuando le vi mordiendo la fruta, apoyado en el respaldo del sofá: Espero que no se haya dado cuenta o no seré capaz de mirarle más a los ojos, porque cierro mis ojos al evocarle y al abrir mi boca para comer, mis colmillos, totalmente extendidos por la excitación, son los primeros en hundirse profundamente vertiendo algunas gotas de jugo por la comisura de mis labios. Me limpio rápidamente, pero mis colmillos se niegan a retraerse del todo. Aparto mi rostro y miro la ventana que da al jardín... el césped está cubierto de hojas amarillas y en distintos tonos de marrón, la fuente permanece apagada y el viento agita las ramas desnudas de los árboles... la luna viste el jardín de plata y siento de repente la necesidad de respirar aire puro.

- Si me disculpa, me gustaría salir a tomar el aire un rato. No saldré del jardín, no se preocupe, y luego subiré a darme una ducha y a deshacer las maletas. Gracias por ir a recogerme, creo que he sido descortés al no mencionarlo antes, pero la alegría de verles.. . de ver a Nalla, quiero decir... *sacudo la cabeza, enfadada por mi propia verborrea sin sentido* No importa, buenas noches , Zsadist, buena caza con sus hermanos y por favor, tenga cuidado ahí afuera.






Me pone nervioso como el diablo, y lógicamente lo ha notado. Yo no soy dado a la compañía. Nunca lo fui y menos desde que Bella no está. No me siento incómodo con los huecos bañados de silencio, pero es evidente que para mi dulce compañera de esta noche, sí lo son y prefiere estar sola. Evidentemente no se ve capaz de soportar una comida más en mi compañía... Mientras la observo comer se disculpa por haberme ofrecido su vena y sale al jardín... Santa mierda... como odio los protocolos de comportamiento! La agarraría ahora mismo del cuello y la atraería a mi boca, a mis colmillos que raspan la cara interna de mis labios clamando por satisfacer su hambre... Doy una calada larga al cigarrillo y me levanto despacio para seguirla hasta el jardín. Antes de dirigirme a ella, trago la sangre vertida en mi boca y al respirar hondo, la brisa del jardín me trae su fragancia a jazmín mezclada con el rocío de la noche. Cierro los ojos y aspiro lentamente su aroma. Estoy apenas a dos metros de ella, tentando al destino, porque si advierte mi presencia creerá que soy un jodido depravado...

- Puedes ir por donde quieras y adonde quieras. Te dije que no eres una prisionera ni has de darme explicaciones sobre nada. Pero, por favor, toma este teléfono. En él hay marcado mi número, aparte del de la casa y el de la hermandad. Mientras estés bajo mi cuidado no quiero que nada te ocurra, pero no puedo tenerte retenida. Las elegidas... *bajo la cabeza, confuso y sin ganas de mantener esta conversación en este momento sobre la obligación de proveer la vena de las elegidas* tu simplemente... úsalo si lo necesitas! Hablaremos mañana. Bajaré a la primera comida con Nalla si es que no te resulta demasiado molesta mi presencia en la mesa.






‎Como de costumbre, actúo por impulso sin meditar cómo serán interpretados mis actos por los que no me conocen... y nadie lo hace, en realidad, salvo mi niña, la única persona en este mundo que ha conseguido derribar mis barreras. Mi salida al jardín cumple una necesidad muy simple: Necesitaba respirar aire fresco, despejar mi cabeza... No me sentía capaz de seguir ocultando las lágrimas de humillación y ya no me queda orgullo, apenas. Necesito conservar la poca dignidad que me queda. No seré usada como elegida, lo único para lo que sirvo, lo único que soy... ¿Qué hago, entonces, aquí? Espero que se me permita permanecer al lado de Nalla, puedo cuidarla, amarla e intentar ser para ella una hermana mayor. Puedo ayudarla con sus lecciones y enseñarle cosas del mundo de las elegidas del que provenía su abuela, Madalina. Puedo quererla como nadie más en esta vida, aparte de su padre...

Le presiento en cuanto sale a la noche tras de mí. El aroma de cedro del jabón que utiliza, combinado con su olor natural, a verde y a pino, me hace sentirme, si cierro los ojos, como en medio de un bosque, pero si los cierro no puedo verle y soy demasiado codiciosa. Cada imagen suya se asentará en el fondo de mis retinas porque nunca sé cuándo será la última, cuándo decidirá que mi presencia es más molesta que útil, y me echará cortesmente de vuelta a la Mansión. Santa Virgen del Fade! Por qué es todo tan difícil, tan doloroso? Le observo en silencio. Me habla de llamar cuando le necesite y una irracional parte de mí se imagina tecleando su número cada diez minutos. Me acerco a él, porque parece que hasta llegar a mí le supone un problema, y me guardo el móvil en el bolsillo del pantalón.

- Gracias, Zsadist. Lo llevaré conmigo y no dudaré en usarlo si le necesito. Es... *Encojo mis hombros intentando fingir una tranquilidad y una despreocupación que no siento* Es usted muy amable, pero no debe preocuparse. Estoy acostumbrada a la reclusión en un espacio mucho más pequeño que este. Le aseguro que no siento necesidad alguna de moverme por los alrededores o explorar el entorno.*Le miro a los ojos, negros e intensos* Puede estar tranquilo al respecto, no pienso ir más allá de este jardín.

Ha tirado la colilla y ha entrado en la casa. La recojo del suelo y me siento estúpida e infantil al ceder al impulso... me llevo el resto del cigarrillo a los labios y, mezclado con el sabor del tabaco, me parece distinguir su propio sabor... cierro los ojos y veo sus labios en torno al filtro que ahora reposa en mi boca, pero en cuanto comprendo lo que estoy haciendo, lo tiro lejos y me dirijo a la cristalera que da acceso al comedor. En lo alto de la escalera, ajeno a mi escrutinio, Zsadist se acomoda el arnés cruzado sobre el pecho, coloca las dagas en su sitio, inspecciona las dos cartucheras con las SIG Sauer, se viste un largo abrigo de cuero sobre el jersey negro de cuello alto, y comprueba los bolsillos de los que saca un par de cargadores y varias shuriken. No tengo que verlo para asegurar que es lo que está haciendo. En la mansión, cada noche, a la hora en que los hermanos salían de patrulla, espiaba su marcha en el vestibulo, mientras se reunían los últimos rezagados, y su rutina era siempre la misma. Parece que regreso a mis viejas constumbres...

Le observo mover la cabeza a ambos lados para aliviar la tensión, está a punto de desmaterializarse, pero no puedo dejar la conversación así. Pongo el pie en el primer escalón y me sujeto a la barandilla, con la esperanza de que estabilizar mi cuerpo elimine el temblor de mi voz, pero no da resultado.

- Zsadist!

Mi llamada le pilla por sorpresa y sus ojos se clavan en el fondo de la escalera. Empieza a bajar lentamente, pero sus botas resuenan en el suelo de madera pulida como martillazos en una pared. Se detiene justo frente a mí, un escalón arriba, y se inclina para quedar a mi altura, mirándome en silencio y esperando que continúe.

- Si no le importa, me gustaría que bajase con Nalla para la primera comida.

Quizás no le resulte agradable verme, pero a mí, desde luego, su presencia no me molesta por más que me perturbe, al contrario, cuento los minutos que faltan para encontrarle de nuevo.

- Creo que la niña se extrañaría si ve que nos evitamos o si alteramos su rutina. Aunque sea por su bien, nada más, si no es pedir demasiado, creo que deberíamos hacer juntos todas las comidas... si usted puede soportarlo, claro está.

Sé que es imposible, pero juraría que sus ojos se han vuelto aún más negros. No le tengo miedo, nunca lo he hecho, pero comprendo que no le conozco... amo a un macho del que no sé nada, del que quizás nunca llegue a saber nada, porque obviamente no soy de su agrado. Sólo quiero ser su amiga, nada más... si no ha de verme nunca como una hembra, espero poder acercarme a él como una persona en la que pueda confiar. Y con eso ha de bastarme. Puedo asimilarlo, siempre y cuando no pierda a mi niña, puedo aceptar esto.

- No le distraigo más, sé que está ocupado. Buena caza, señor, tenga cuidado...








Sus palabras tiemblan en su boca... Dios, tanto miedo me tiene? Mi cara se acerca a la suya, sé que la he podido intimidar, pero no sé que tiene ella que me hace propasarme en todas mis propias normas establecidas... Su olor es más intenso a esta distancia y puedo reconocer... tabaco...? Se le habrá impregnado mi olor, signo inequívoco de que me he acercado demasiado...

-Por favor, Selena, no es necesario que me trates de usted...

No alterar la rutina de la niña? Evitarnos? Sí, en realidad tiene razón, a Nalla no le gustaría sentir que su amada y esperada Selena le teme tanto a su padre que le evita... Aunque es pequeña, creo que estos últimos meses ha crecido a pasos agigantados... Mi ceño se frunce pensando si no he sido demasiado egoísta al llevármela lejos para criarla solo... Sin duda la figura de Selena será buena para ella... si es que todavía desea seguir con nosotros... Decididamente no soy lo mejor en protocolos ni la mejor de las compañías... pero jamás la traté mal intencionadamente. Cuando vivía en la mansión la había admirado siempre. Sabía que su amor por Nalla iba más allá que el mero cariño de un cuidador... y ahora... ahora que ha decidido compartir su vida con nosotros, en esta casa, y aislarse del resto de su familia y su especie en un lugar remoto y casi inalcanzable... ahora me comporto como un acosador... Mi rostro está demasiado cerca del suyo... y mi jodida polla se revuelve en los pantalones inquieta por el simple hecho de olerla, despertando esos impulsos que tan dormidos habían estado...

“Si yo puedo soportarlo”...? Es como una pequeña tortura en realidad, tanto se me nota...? Dios, Zsadist, abandona... no debes forzar algo que no tiene salida ni sentido... deberías decirle ahora mismo que te perdone por ser un hijo de puta salido y egoísta... pero de mis labios no sale disculpa alguna...

- Nos veremos a mi regreso.


Me separo un poco de ella y salgo por la puerta. Necesito respirar algo de aire fresco para quitarme su olor gritándole a todos mis sentidos y calmarme o no voy a poder desmaterializarme... no puedo presentarme en este estado frente a Wrath sin que me eche la caballería encima por degenerado!!

Vuelvo a encender otro pitillo y mis pensamientos vuelan de nuevo hacia ella... aunque ya no puedo olerla, puedo sentirla moviéndose en el piso superior... escucho cada uno de sus pasos y la imagino moviéndose, pintando su rostro en mi cabeza, esa imagen que tengo grabada en la mente desde que volvía a verla bajar del tren... Miro hacia arriba, a la ventana encendida de su cuarto y me parece ver una sombra apoyada en el cristal, pero enseguida desaparece...

Echo al suelo el cigarro y entro en la casa. Dispongo mis armas y me preparo para salir. Es tarde, pero el rey nos convocó en su casa antes del amanecer y debo acudir o me serán negadas todas las exigencias de autonomía que solicité cuando me marché.

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