viernes, 24 de febrero de 2012

4. La cena transcurre... bien...?





‎Me he escondido en mi cuarto como una cobarde, intentando ocultar, creo que sin demasiado éxito, el efecto que me ha causado verle así... le he imaginado miles de veces, pero no esperaba la reacción física que mi cuerpo traidor ha desatado. Un ansia irresistible se ha cobijado entre mis muslos obligándome a encerrarme en la estancia vacía y a sentarme en mi cama, aún más vacía, cruzando mis piernas con fuerza, abrazándome a mí misma para frenar los temblores que me sacuden con fuerza y luchando contra el deseo de acariciar mis pechos, doloridos y pesados, con los pezones sensibles y endurecidos como... como si él los hubiese tocado.
No voy bien así, Virgen Santa! Si acabo de llegar a su casa y ya estoy desfalleciendo de deseo, corriendo a esconderme para que no lo perciba y aumente así mi vergüenza!. Pero... me gusta lo que siento cuando estoy a su lado, me gusta lo que provocan en mí sus miradas, me gusta la hembra que soy cuando él me habla, cuando su voz pronuncia mi nombre en lugar del título de Elegida. Me siento dichosa cuando Nalla se acurruca en mis brazos y me llena las mejillas de besitos húmedos de azúcar y caramelo, cuando sus bracitos me envuelven y atrapan con fuerza contra su corazón.
Adoro verla dormir, y verla desperezarse despacito por la noche poniendo caritas graciosas y arrugando su naricita, necesitaba recuperar su cariño, su contacto, el único que conozco, el único que he sentido alguna vez. Quiero dejar atrás a la que fui, a la que nunca podré volver a ser. Se han acabado las túnicas para mí. Rebusco en mi maleta y saco los pantalones que Beth me regaló antes de irme, unos vaqueros gastados y ajustados que, según me aseguró, se convertirán en una segunda piel y resultarán muy cómodos. No muy convencida, me embuto en ellos no sin cierta dificultad, y los abrocho para ponerme encima una camiseta que también formaba parte del regalo. No la había desenvuelto hasta ahora, pero sonrío al ver el lema escrito en el frente: "Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes", supongo que es parte del humor humano de nuestra reina. Lo cierto es que muy corta, deja mi ombligo al descubierto y los pantalones son de talle demasiado bajo. Miro la piel expuesta, mucha más de que la que haya mostrado nunca, y pienso en cambiarme, pero ya estoy cansada de ser como todas las demás, como nos enseñaron a ser, como nos obligaron a ser. Quiero ser joven y sentirme bonita, pero ante todo, necesito sentirme independiente, cómoda conmigo misma y con este cuerpo que he llegado a odiar como algo intocable, algo hecho para placer de los demás y de lo que yo no puedo ni debo disfrutar.
Abro la puerta tras recogerme el pelo en una coleta alta y escucho tras la puerta de Nalla la algarabía de la niña y la voz de Zsadist hablándole con ternura. Bajo la escalera pensando en lo que ha sido mi vida hasta ahora: Siempre espiando, primero en los cuencos de adivinación, luego en las sombras del pasillo de las estatuas, o tras alguna columna, o por el rabillo del ojo en la mesa de la primera comida... siempre deseando ser parte de estas escenas, de su vida cotidiana, ser parte de lo que ellos dos amaban... La Virgen sabe que amé tiernamente a Bella, que jamás le deseé daño alguno por mucho que la envidiase y nunca miré a su macho como tal mientras ella vivió. Sí, le admiraba, me parecía el padre más maravilloso, el Hermano más impactante, pero fue al quedar viudo cuando nacieron estos deseos prohibidos, la necesidad de servirle mi vena, de darle fuerza y salud, de ayudarle a criar a Nalla y devolverles la sonrisa a ambos...
Llego al salón comedor y tomo de una fuente una manzana que comienzo a mordisquear de forma inconsciente mientras les espero. Recuerdo las risas de Nalla tras la puerta y sé lo que deseo hacer con el resto de mi vida: Quiero devolverle cada beso, cada abrazo y cada caricia.... los primeros meses tras la pérdida de su mahmen, cuando dejó de hablar y de comer, cuando nada ni nadie conseguía devolverle la alegría, me angustiaba no ser capaz de ayudarla y hubiese dado lo que fuese por poder tomar su dolor en mí y hacerle olvidar el suyo, dejándole tan sólo los buenos recuerdos. Pero la Madre es sabia y clemente... le dejó el mejor de los padres.
Nunca me sorprendió haciéndolo, pero cuando Zsadist llegaba de las patrullas y corría a buscar a su niña, cuando yo me marchaba para dejarles solos, le observaba durante un buen rato con la excusa de recoger el cuarto de la pequeña. Escuchaba su voz de ángel cantarle bajito y contarle cientos de historias en las que Bella les esperaba a ambos en el Fade cargada de abrazos y sonrisas para su bebé. Su voz se quebraba a menudo, pero Nalla sonreía, tímidamente al principio, más a menudo a medida que pasaba el tiempo. Yo lloraba cada noche porque Z nunca sonreía... algo en mí sabía que lo único que le ataba a este lado era su hija. Y hoy me encuentro viviendo con ellos dos, con los seres que más amo en esta vida, pretendiendo aportar algo de dicha a una familia truncada y rogando a la Madre que me permitan ser parte de ella.
Escucho los pasitos de Nalla corriendo por el pasillo y bajando los escalones a la carrera. La veo aparecer y salgo a su encuentro con los brazos abiertos. Cuando le faltan tres escalones por bajar, se lanza hacia mí con total confianza y enreda sus piernecitas en mi cintura mientras su nariz se hunde en mi cuello haciéndome cosquillas y hablándome de lo mucho que me ha echado de menos, de su baño de espuma y de mil cosas más. La recibo con carcajadas y un abrazo que busca fundirla contra mi corazón para no dejarla ir nunca. De pronto, la figura de Zsadist aparece bajando lentamente la escalera y mirándonos fijamente. Escondo mi azoramiento en el pelo de mi niña y me doy cuenta de que mi mano aún sujeta la manzana a medio comer contra la espalda de la pequeña. Su padre llega a nuestra altura, toma la manzana de mi mano, la muerde y muy despacio y me la devuelve a continuación dándome las gracias por el aperitivo... santos del Fade! Tengo tanto que aprender! No puedo seguir ruborizándome cada vez que me mira, que me dice algo o hace alguna broma a mi costa. Soy tan poco mundana que parezco una pobre inculta que no sabe nada de la vida, y no es esa la educación que se otorga a las elegidas. Dejo que Nalla resbale hasta el suelo y mientras se dirige a la mesa para escoger su sitio al lado del mío, me llevo la manzana a la boca y muerdo con fuerza.
Una gota de jugo resbala por la comisura de mis labios y la recojo con un dedo para lamerlo después. Zsadist me mira en silencio. Supongo que esperaría que tirase la fruta o algo por el estilo... estoy empezando a pensar que no es que yo le resulte desagradable, sino que piensa que es él el que me asusta o inspira algún tipo de repulsa. Los cielos saben que no podría alejarse más de la realidad!
-Me he pasado 300 años comiendo sola, Zsadist. He descubierto que los alimentos compartidos son mucho más sabrosos.
Le tiendo la manzana para que la coja y me doy la vuelta sin esperar a ver su reacción. La comida va a ser larga... espero que la presencia de Nalla alivie la tensión o seré incapaz de probar un sólo bocado... su padre huele a bosque y tierra mojada, siento el absurdo impulso de cerrar los ojos y aspirar con fuerza... no creo que eso contribuya a una conversación distendida. Tomo asiento al lado de la niña y los doggens llegan con las bandejas. Les agradezco el gesto y les pido que me dejen servir a mí
- Bueno, Nalla, amor, ¿qué te gusta?



‎Salgo de la habitación con la mano de Nalla agarrada fuerte a la mía. Hemos tardado un buen rato escogiendo el vestido, se emocionó tanto cuando le dije que Selena nos esperaba para la última comida que ningún atuendo le parecía suficientemente apropiado. A medida que nos acercamos a las escaleras el cuerpecito de la pequeña se revuelve inquieto, su mano se separa de la mía y sus piececitos casi vuelan por las escaleras en busca de su Selena. Nalla da un brinco y se sube a sus brazos. La cara de ambas es de mutua adoración y yo sonrío satisfecho por dentro, como hace mucho que no hacía...Sé que Selena se haya mudado con nosotros y vaya a ayudarme a criar a Nalla, es lo único bueno que nos ha sucedido desde la muerte de Bella. Todavía no sé que razón la ha llevado a hipotecar estos años de su vida. Sé que ama profundamente a Nalla, pero pasar todo este tiempo aquí, alejada de todo su mundo y a mi lado, no es tarea fácil. Por eso le agradezco al fade y sonrío. Zsadist, eres un jodido cabrón con suerte! No se si merezco o no esa suerte, pero sé que voy a tomarla mientras ella todavía desee estar a nuestro lado, a mi lado...
Me acerco a su abrazo y no puedo evitar tentar a la suerte. Recojo la verde y ácida manzana de sus manos rozándole levemente los dedos, erizando la piel de todo mi cuerpo con ese fugaz contacto. Mis colmillos se alargan desmesuradamente al rasgar la piel de la fruta y siento todavía su aliento y el gusto dulce de su saliva en ese sabroso bocado. Mi cuerpo vuelve a excitarse como un hijo de puta al imaginar su cuello bajo mis labios y de repente, me siento hambriento en todas las afecciones de la palabra: mi apetito se abre con el delicioso jugo de la fruta resbalar por mi garganta, mi polla palpita bajo mis pantalones clamando por poseerla y mi cuerpo pide a gritos una sangre que no le pertenece...
Devuelvo la fruta a sus manos e intento, en vano, acomodar mi erección entre las piernas. Ella alza orgullosa su cabeza cogiendo de nuevo la manzana para llevarla a esos rosados y apetitosos labios. Cuando una gota resbala por la comisura de ellos siento mi polla agitarse en una sacudida, demandante, bajo la mesa. Ella recoge esa descarriada gota con un elegante y sensual gesto para devolverla a su boca y freno mi cuerpo de la necesidad de abalanzarme sobre ella en ese preciso instante... Cielos Zsadist!!! Contente!! Esto ha de terminar! Ella puede oler mi excitación y mi hambre y es fácil pasar de un hijo de puta con suerte a un desgraciado imbécil en tan sólo un minuto. Nalla no merece que eche por la borda su felicidad de esta manera. Intento serenarme y concentrarme en la pequeña, que coge despreocupada la manzana que deambula por nuestras bocas para morderla ella también y unirse a nuestro juego. Aunque sus dientes de leche son fuertes, intenta en vano darle un gran morisco a la dura fruta y sus incisivos resbalan arañando tan solo levemente la carne.Una sonrisa se escapa de mi boca abiertamente (cuánto hace que no lo hacía....?), destensando el ambiente y permitiéndome mirar de nuevo a Selena cuando trata de partir la manzana con su cuchillo para alimentar a mi pequeña, como sólo una madre lo haría.Ella está siempre atenta a sus necesidades y escucha sus discursos con paciencia y con una sonrisa. ELLA..., sé que es ella la que, sin duda, será la que haga de mahmen de Nalla, no puede haber otra... y por alguna extraña razón sólo acude una palabra a mi cabeza... MÍA...!



‎Este jugar con la fruta entre los dos, este retarnos mutuamente para comprobar cuál de los dos cede a la vergüenza o a la timidez, me ha excitado y divertido. No sé de dónde ha salido mi resolución, pero comprendo que ya no me echaré atrás, que no tengo nada que perder ni lugar a donde ir si él no me quiere aquí con ellos. He de arriesgarme a perderlo todo porque todo es lo que puedo ganar. Si las cosas van mal, si estoy malinterpretando cada gesto y cada mirada, le suplicaré que me deje quedarme mientras Nalla me necesite y después me iré, buscaré un trabajo en el pueblo, donde pueda verlos de vez en cuando, aunque sea de lejos, donde mi pequeña pueda visitarme, si así lo desea.
Pero no puedo estar equivocada... ¿O sí? Santa Madre! Qué complicados son los sentimientos y los deseos, qué intensas e inmisericordes las necesidades de estos cuerpos que la Madre nos ha concedido! No soy una chiquilla inocente, ni una pretrans alejada del mundo, soy una elegida y la anterior directrix nos enseñó todo lo necesario sobre el sexo y lo que satisfacía a un macho. Más tarde, gracias al Fade, Amalya nos desmintió la mayoría de las enseñanzas de aquella vieja amargada que sólo nos habló de dolor, de sufrir en silencio y de soportar estoicamente las perversiones a las que quisiesen someternos los guerreros. Aún recuerdo el pavor que me inspiraba el hecho de que me llamasen para servir mi vena y me exigiesen el uso de mi cuerpo... por fortuna, mi primera asignación fue el Hermano viudo, Torhment. Es curioso... hablo de fortuna y sin embargo estuvo a punto de matarme aquella primera vez: Tan famélico como estaba, tan desesperadamente necesitado, que fue incapaz de controlarse y el ángel, Lassiter, tuvo que golpearlo para que soltase mi vena. Le recuerdo horriblemente delgado, casi un cadáver, que es lo que en realidad había pretendido. Nunca había olido tanta hambre en un macho... hasta ahora. Abandono por unos segundos la tarea de pelar la manzana para Nalla y alzo mi vista para clavarla en Zsadist... ese olor: Desde que nos hemos encontrado en las escaleras, hace unos minutos, un intenso olor... no, dos intensos olores se mezclan en el aire confundiéndome. Ahora soy capaz de aislar uno y sé que es su hambre. Un hambre feroz, descarnada, que no sé cómo puede controlar. Me pregunto si se estará alimentando de nuevo de humanas, porque sé que hace meses que no solicita a una de mis hermanas. A mí jamás me pidió, ahora ha esquivado mi ofrecimiento y me ha dicho que no soy una elegida, que no estoy aquí para servirle. Madre Bendita! Servirle es lo único que deseo, lo único que le pido y que puedo darle sin delatar mis verdaderos sentimientos.
El otro aroma no lo reconozco, estoy segura de que nunca lo he olido con anterioridad y no sé a qué sentimiento o estado de ánimo corresponde: No es ira, ni incertidumbre, no huele a mentira ni a tristeza, no se siente angustiado pero es tan intenso que me afecta físicamente enviándome señales contradictorias que me hacen sentirme acalorada, excitada, hambrienta y confusa. Le examino sin recato porque necesito encontrar la fuente de estas oleadas de energía a bajo nivel que consiguen provocar en mí un eco de sus sensaciones. Estoy sentada a su lado y él en la cabecera de la mesa, me echo hacia atrás en la silla y obtengo una visión de todo su cuerpo, por lo que no puede ocultarse a mi vista... no con la suficiente rapidez y no con lo que he descubierto. Aspiro con fuerza pero mis pulmones se detienen a mitad de camino, olvidada su tarea, mientras mis ojos se clavan con descaro en su entrepierna. Su excitación es tan evidente, tan enorme, que es imposible ocultarla o disimularla en modo alguno. Jamás imaginé que los machos alcanzasen ese tamaño cuando se excitaban. Lo cierto es que la nueva directrix quiso instruirme con las ideas correctas, fueron sus palabras, pero no se lo permití, bajé a este lado antes de sus lecciones. Quizás tendría que haberme quedado, porque comienzo a pensar en lo poco que la vieja amargada nos contó y una parte de mí está terriblemente asustada mirando su sexo henchido, largo y grueso, desmesuradamente grande... otra parte de mí clama por acercarme a él, por tocar esa mejilla marcada, por besar esos labios que presiden mis sueños desde hace ya demasiados meses
‎Cuando consigo alzar la vista, sus ojos continúan clavados en mí. Ha seguido mi mirada, sin duda, y sabe que me he dado cuenta de su excitación. Podría suponer que ha recordado a su shellan, o que una escena ha pasado por su cabeza provocándole una tremenda erección, pero ni siquiera yo me engaño hasta ese punto. Me atrevo a soñar, porque lo deseo demasiado, que soy yo la que le ha excitado. Bajo la vista a la manzana y continúo pelando la fruta como si nada hubiese pasado, pero sé que ahora es él el que puede oler mi excitación... no hay nada que escape al olfato de un guerrero, mucho menos al de un Hermano. Parto la pieza en trocitos para Nalla y ella parlotea ignorante del cruce de miradas, de los pensamientos que se arremolinan en mi mente y, supongo, en la de su padre. Si me pidiese que le diese mi vena y mi cuerpo, lo haría sin dudarlo, a pesar del miedo, aún sabiendo que habrá dolor (y tiene que haberlo con ese tamaño... Madre del Fade! Podría partirme en dos!). Mis manos tiemblan, mi respiración se agita mientras escucho a la niña hablarme de los niños del pueblo con los que suele jugar cuando bajan a comprar o hacer algún recado. Sonrío cuando hay que sonreír, y una parte de mi mente la escucha, encantada de poder hacerlo de nuevo, después de tanto añorarla, pero otra parte de mí no consigue alejarse de ese macho que me mira intensamente con los ojos entrecerrados. Ahora sé que no es repulsa lo que le inspiro, puede que sea sólo deseo sexual, que cualquier hembra sirva a estas alturas para satisfacer unas necesidades que nada tienen que ver con el amor, pero me conformaré con lo que pueda darme, porque estoy preparada para recibirle con lo que quiera ofrecerme. Alzo de nuevo la mirada y un suspiro tembloroso escapa de mi pecho. De repente, un grito de Nalla me dice que algo sucede. La miro y ella me señala, nerviosa y excitada, mis dedos. El cuchillo ha abierto un profundo tajo en mi mano. Ni siquiera me he percatado de ello, tan abstraída como estaba, pero antes de darme cuenta Zsadist está a mi lado, examinando la herida, que sangra profusamente. Una absurda idea se asienta en mi mente, pero ver toda esa sangre desperdiciada y saberle hambriento, terrible y dolorosamente hambriento, me hacen forzar la mano que la diosa Fortuna ha repartido para mí
- Nalla, cariño, podrías pedirle a uno de los doggens que traiga el botiquín?
La niña sale corriendo, encantada de poder servir de ayuda, y yo me vuelvo hacia el guerrero, hablando con determinación
- No es nada, Zsadist, no voy a morir por un corte en una mano, pero ya que está ahí... *Bajo la voz hasta convertirla en un susurro que le hace acercarse a mi rostro aunque sé que puede oírme perfectamente* puedo oler tu hambre, no te molestes en negarlo, he sido criada para esto. Sé, o al menos eso creo, que no te resulto repulsiva, me he aseado y estoy limpia, no veo motivo para que rechaces mi sangre. Si prefieres a alguna de mis hermanas, yo misma la avisaré, sólo di el nombre, pero por todo lo Sagrado, no te niegues lo que necesitas como un castigo por estar vivo cuando ella ha muerto.
Ahora sí le he alejado. Su excitación baja de golpe mientras le miro y sus ojos se oscurecen aún más, si ello es posible. Sé que he sido brusca, pero si voy a vivir aquí, tenemos que poder hablar de Bella. Hace ya año y medio que aquellos lessers la asesinaron y Nalla necesitará hablar de ella, conservar los recuerdos felices para no olvidarla. Extiendo mi mano hasta posarla en su brazo, que se ha apoyado en la mesa intentando controlar, supongo, su ira y su dolor. Siento la dureza de acero de sus músculos bajo el jersey de cuello alto que se ha puesto y huelo en el aire el aroma picante y cítrico, como los limones, de la indignación.
- Perdóname si he sido impertinente, pero la niña está a punto de regresar y no quiero que perciba nada extraño. Podemos subir a mi cuarto y acabar con este asunto de la alimentación en unos minutos. Podemos hacerlo a oscuras, si lo prefieres, o yo detrás de ti, como hacía con Tohrment o...
La vergüenza ha escogido un mal momento para regresar, y mi sonrojo es tan profundo que rivaliza con el color de mi sangre, que continúa vertiéndose sobre mi camiseta desde la mano apretada contra mi pecho
-No volveré a molestarte con este tema, pero si no tomas ahora mi vena, tendrás que decirme a cuál de mis hermanas prefieres. El Rey Ciego ha sido claro en este tema al saber que vendría a vivir aquí. Ha dado por supuesto que proveería para ti. Si no va a ser así, he de informarle. Al fin y al cabo ahora es también mi rey.
Cierro los ojos y bajo la vista a mis pantalones, también manchados, esperando su respuesta pero sin atreverme ahora a mirarle. Le recuerdo como hace unos minutos, gloriosamente excitado, enorme, poderoso, increíblemente masculino, y pienso que quizás nunca más le veré de ese modo, que acabo de estropear con mi osadía cualquier posibilidad, por mínima que fuese, de que se fijase en mí como hembra. Desde luego, no es este el comportamiento sumiso y delicado que me ha sido inculcado como Elegida... por suerte o por desgracia, ya no puedo ser considerada una de ellas
- No es un chantaje, por favor, entiéndelo, Zsadist. Es lo mejor que puedo ofrecer, lo más valioso que tengo, me criaron para ello. ¿Es porque soy yo? ¿He hecho algo que te cause repulsa a la hora de usarme? Puedo lavarme, cambiar de perfume, no sé... lo que tú necesites. Considérame sólo una vena, si eso te ayuda, piensa en mí como alimento, no como hembra, quizás así...




La comida sucede tranquilamente, tan sólo la voz de Nalla rompe el silencio, explicándole a Selena sus quehaceres y ella asiente, expresando alguna que otra pregunta. Puedo sentirla nerviosa, inquieta, emanando de ella ese aroma a nomeolvides que empieza a volverme loco. Tenerla tan cerca, a mi lado en la mesa, no ayuda a calmarme ni a calmar mi maldita erección... De repente, y sin darme cuenta, siento el ardor de su mirada en mí y sigo sus ojos hasta mi entrepierna. Mierda!!! Esto si va a conseguir asustarla!!! Intento en vano ocultarla, pero sus pupilas dilatadas y su respiración entrecortada me dicen que ya me ha visto... Bien, esto es lo que hay. Ya no vale la pena tratar de disimular algo que no puedo evitar. Ella es una elegida y sé que a algunas las educan para el sexo, así que no creo que le venga de nuevo... En realidad durante el tiempo que he estado fuera de la mansión, apenas he sabido nada de ella; desconozco si ha tenido relaciones o con quién. No, no es de mi incumbencia... Es excitación lo que huelo...? De repente siento ganas de asesinar a cualquier macho que haya osado tocarla...
Un chillido de Nalla me devuelve a la realidad. Todo mi cuerpo se envara y me pongo de pie con la daga en la mano antes de que su grito finalice. Los ojos de la niña están puestos en Selena y un aroma picante golpea mis fosas nasales. Santa Virgen!!! El olor es delicioso... y mis colmillos se alargan sin permiso. Sé lo que es antes de verlo, su sangre... Ella deja caer el cuchillo y el hilo rojo resbala por su dedo hasta llegar al plato que contenía su manzana. Cojo la servilleta y presiono la palma de su mano, aplacando ese olor tan endemoniadamente adictivo que me embriaga. Intento cerrar la boca, pero la longitud de mis colmillos me lo impide y giro la cabeza con una mueca de fastidio. Ni siquiera la estoy escuchando. Hace tanto tiempo que no tomo de la vena... no recuerdo cuando fue la última vez que llamé a Phury para alimentarme, seguramente hace meses... Concentro mi atención en su discurso cuando sus palabras empiezan a tomar forma en mi cabeza. Ella me está pidiendo que tome de su vena o le indique una de sus hermanas para hacerlo... Por el fade! no deseo a otra!!! Castigo...? Castigo...? Como decirle que hasta ahora no he deseado a otra y que el simple hecho de pensar en mis labios posarse en la piel de otra hembra me repugnaba hasta ayer...? La misma noche en que imaginé mis colmillos perforando la tierna piel de su cuello...? “Wrath... informar a Wrath...?” Mierda Zsadist!!! Es que no la estás escuchando imbécil...? Ella ha venido aquí solamente para alimentarte y para estar con la niña. Absolutamente ninguna de esas fantasías en tu cabeza y en tu polla van a hacerse realidad. Espabila!!!Mi mirada se ha vuelto seria y dura. Su mano se posa con suavidad en mi brazo, agarrado a la mesa para no caer. Mis dedos aprietan la madera sintiendo como se hace añicos bajo mi presión. Al darme cuenta, instintivamente, suelto la otra mano sobre la herida de Selena, levantando la servilleta, mirando asustado a sus ojos por si pude herirla con mi fuerza, pero en su mirada sólo veo ruego, tristeza, anhelo... Bajo la vista a su herida, que ya debería haber empezado a cicatrizar, pero al destaparla, la sangre vuelve a brotar del profundo corte, salpicando su camiseta y sus pantalones. Ella también necesita alimentarse... Vuelvo a cerrar la herida antes que pueda quitar la mano del agarre de la mía cuando sus palabras quedan suspendidas en el aire... “Pensar en ella sólo como alimento y no como un hembra...?” Santa Virgen... que me has hecho!!!Respiro hondo antes de hablar, pero cuando estoy a punto de abrir la boca, Nalla llega corriendo con una caja y dos doggens azorados detrás, sin quitar la vista de mi hembra, dispuestos a atenderla en lo que precise.
- Yo me encargo!!!
Se que he sido brusco, pero nada más sale de mi boca, absolutamente nada. Ni una disculpa, ni una indicación u orden, nada... Los doggens se retiran con una reverencia hacia la cocina y Nalla deja el botiquín sobre la mesa. Lo abre y le señalo el desinfectante y las gasas. Ella sonríe por poder ser útil, aunque sus ojos están brillantes, conteniéndose para no llorar, asustada por la sangre vertida y seguramente mis malos modales... Selena ni siquiera hace el ademán de moverse. Tan sólo su otra mano viaja hasta el pelo de la pequeña, calmándola con una caricia.Descubro el corte y al instante una traidora gota brota para derramarse a través de la herida. Me llevo su mano a los labios y lamo su palma. Su sangre golpea con intensidad mi paladar. Un siseo se escapa entre mis colmillos, que clavo en mi lengua para evitar succionar de su herida y abalanzarme a su cuello a por más. Mis sentidos estallan al mezclar su sangre con la mía en mi boca y una corriente erótica recorre mi columna como un latigazo. Santa mierda... es sencillamente deliciosa...Nalla me tiende los utensilios con una preciosa sonrisa y obligo a mi cuerpo y a mi mente volver a la realidad, a relajarme... Desinfecto el corte y cubro la herida con unas gasas, aunque mi saliva ha empezado a hacer su efecto sanador y el corte empieza milagrosamente a cicatrizar. Presiono el esparadrapo sobre ella y resigo su contorno con ambos pulgares en una lenta caricia. Cuando termino la suelto y alzo la mirada, respirando hondo, serio hacia su rostro, que me interroga en silencio. No huelo temor ni lo veo en sus ojos y le sonrío a la pequeña, que me mira abrazada a su cintura, con la cabeza apoyada en su vientre, resistiéndose a separarse de ella y comprobando su mano una y otra vez... Revuelvo su pelo y me agacho para besarla en la frente, acercándome demasiado a los pechos de Selena y a su endemoniado olor que despierta todos mis sentidos dormidos... la miro a la cara una vez más
- Esta noche viene una institutriz a enseñar a Nalla. Yo... *bajo la mirada* yo no sé si su aprendizaje es correcto o no para su edad. De estas cosas se encargaba su madre...*la alzo de nuevo para sonreírle a Nalla y guiñarle un ojo* Nosotros... nosotros solemos leer antes de acostarse Nalla y parece aprender con facilidad, pero yo... yo no sé si... *la miro ahora a ella de nuevo y creo ver ternura en sus ojos...?* Me gustaría que tú supervisaras esas clases y vieras qué necesita realmente Nalla... Sé que todavía es pequeña... pero no voy a permitir que vaya a una escuela ni salga durante el día... y no quisiera que se atrasase en los estudios. No quiero que... que le falte una buena educación. Te importaría, Selena, por favor? *Mientras espero su respuesta añado* Antes de la primera comida podemos reunirnos en la biblioteca para hablar... *miro su mano y mi lengua se pasea por mi boca acariciando mis colmillos, recordando el delicioso sabor de su sangre pura* sobre... lo otro...




Un gesto, ha bastado un simple gesto para hacerme olvidar la conversación que acabo de mantener con Zsadist, sus respuestas, las palabras de Nalla y mis intenciones de ser discreta y educada: En lo único en lo que puedo pensar es en su boca, con los colmillos asomando de un modo tan evidente que no ha podido ocultarlos a mi vista, en su lengua lamiendo mi palma despacio para cerrar mi herida y en mi cuerpo que no puede parar de temblar, con el eco de su caricia aún causando estragos en mí. Sólo una estúpida idea se asienta con fuerza: Ojalá fuesen cien, mil, los cortes de mi piel, me los haría con gusto si él los curase como ha hecho con este.
Santa Virgen! Sólo llevo un día aquí y ya no me reconozco. ¿Dónde he dejado a la Elegida circunspecta, siempre serena y calmada, dueña de sí misma, que solía ser? Toda esa serenidad se la ha llevado Zsadist con sus miradas oscuras cargadas de misterio, toda mi calma ha muerto bajo el toque de su lengua, e incluso mi cerebro parece haberse licuado, porque no reacciono salvo para acariciar el pelo de Nalla en un vano intento de transmitirle una tranquilidad que yo no poseo. Hasta sus dedos presionando el esparadrapo me parecen una caricia y envían escalofríos de placer y deseo a cada terminación nerviosa de mi cuerpo. Me mira fijamente y sé que puede oler mi excitación y leerla en mis ojos. Mi lengua asoma a lamer mis labios, repentinamente secos, y trago con dificultad la poca saliva que encuentro en mi boca. Nalla se abraza a mí, ignorante de lo que sucede entre su padre y yo, aliviada por ver mi herida ya curada. Zsadist se inclina para quedar a su altura y verle tan cerca de mis pechos no contribuye a calmarme, precisamente. Mi respiración se agita y estoy seguro de que él puede verlos subir y bajar con fuerza a cada respiración. De repente soy consciente de lo que me está diciendo y me sorprende la explicación detallada que me da de la situación. El Zsadist al que estoy acostumbrada pronuncia tan sólo las palabras imprescindibles, es seco en sus preguntas y respuestas y tajante en sus afirmaciones.
Verle ahora dubitativo, pidiéndome algo por favor, me resulta extraño y me confunde terriblemente, pero cuando habla de leer con la niña al acostarla, recuerdo los cuentos que espiaba, lo mucho que me gustaba escuchar su voz en las mañanas leyéndole despacio con su voz de tenor, y me llena de ternura la imagen robada a su pasado.
- Por supuesto que me haré cargo, Zsadist, para eso he venido... entre otras cosas. Sé que no has tenido mucho contacto con niños, pero cualquiera puede decirte que nuestra niña... *Me callo de repente al comprender lo que he dicho, me ruborizo intensamente e intento continuar como si no me hubiese delatado de un modo terriblemente evidente* Nalla es excepcionalmente inteligente para su edad, ¿verdad, pequeñaja? *Revuelvo su pelito y la beso en la frente para volver a continuación la vista hacia su padre* Un colegio normal no sería adecuado para ella, necesita más atención que una niña corriente o se aburrirá enseguida de sus lecciones. Precisa estímulos, atención exclusiva y un programa de estudios adecuado a sus capacidades. Esta tarde hablaré con su institutriz y te diré lo que pienso cuando... *bajo la vista, me siento tímida nuevamente y no entiendo por qué* cuando nos reunamos en la biblioteca. Si te parece bien, acudiré a las once de la noche, para que nos dé tiempo a... a hablar antes de la primera comida.
Este tema ha quedado zanjado por el momento. Con el asunto de mi herida, casi hemos olvidado la comida, que los doggens han comenzado a servir en grandes bandejas. Lo cierto es que entre los tres apenas comemos un plato de tamaño normal. No me extraña que esté tan delgado, quizás pueda hablar con el servicio de cocina y preguntarles qué le gusta a su amo, intentar tentar su apetito... no sé qué hacer, aunque todo me suena peligrosamente a hembra emparejada cuidando de su macho. Yo no soy Bella, yo no tengo derechos, sólo mi amor, sólo mi deseo, sólo el quererles más que a mi vida...
- Vamos, mi niña, a la mesa, dadme unos minutos para cambiarme de ropa y regreso enseguida. *Miro a Zsadist que se ha sentado ya en su lugar* Por favor, empezad sin mí, ahora vuelvo.
Subo la escalera despacio en dirección a mi cuarto. Una vez en él, me desnudo y echo la ropa al cesto de lavar. Abro el armario y cojo lo primero que encuentro: Una falda negra demasiado corta y una finísima blusa blanca. ¡Madre del Fade! ¿Pero qué tipo de ropa me ha metido Beth en la maleta? Más me hubiese valido traerme las tres túnicas, mi única indumentaria, mis únicas posesiones a este lado. Desde luego, parece que aquí tienen serios problemas con la escasez de tela!
Bajo nuevamente al salón sin haberme mirado al espejo, prefiero no amargarme la noche con más vergüenza. Los ojos de Zsadist se entrecierran al verme, pero no dice nada. Me siento a su lado y la falda se desliza hacia arriba de un modo escandaloso... imposible bajarla: De donde no hay, no se puede quitar nada... no hay tela suficiente, simplemente. Aprieto mis muslos con fuerza e intento no mirar al macho que me perturba. Nalla ríe divertida y dice algo acerca de que puede ver mi ... ¿Mi qué?! Mi sujetador! Mierda! Me parece sorprender una risa baja a mi lado y cuando miro la esquina de su boca está ligeramente curvada, ocultando por completo la cicatriz que la marca. Cruzo los brazos sobre mi pecho mientras me sirve la comida en mi plato y en cuanto mira hacia otro lado, tomo la enorme servilleta y me la coloco a modo de barrera para ocultar mis pechos. No vamos bien... nop.
- Bueno, Nalla, ¿qué es lo que más te gusta estudiar? ¿Te parecería bien que hoy me quedase contigo durante tus clases? Podrías presentarme a tu profesora.




Me he puesto nervioso al hablar de los estudios de Nalla... siempre lo hago cuando pienso que no soy todo lo bueno que ella necesitaría, que no puedo hacer los deberes con ella y que tan sólo puedo leerle... Echo de menos a Bella, su tacto al tratar estos temas... era ella quien le enseñaba a Nalla... era ella quien se sentaba a su lado con amor y paciencia a contarle las cosas que debía saber... Pienso en Selena, y la oigo rebuscar arriba, en su cuarto, seguramente algo de ropa limpia para cambiarse. Ella... ella sería la mahmen perfecta para Nalla... y aunque mis estúpidas fantasías con ella no tengan ningún sentido, todavía puede serlo... no necesita ser mi compañera para amar y cuidar a la niña como si fuera su hija. Sí, su postura ha quedado clara cuando me ha hablado de Wrath. Ahora entiendo sus preocupaciones y su jodida cara interrogándome bajo las oscuras gafas de sol. Nalla aplaude en una bienvenida cuando Selena vuelve a aparecer. Por la virgen!!! que demonios lleva puesto...? es eso una falda...? Mis ojos viajan hasta sus piernas y me obligo a alzar la cabeza hasta su cara para no parecer un jodido idiota salido... pero en mi camino hacia arriba me detengo en su fina blusa, su transparente blusa!! insinuando esos preciosos y redondos pechos que ya he visto, que ya he olido, y que me muero por tocar... Mis colmillos se alargan de nuevo y mi polla salta en el pantalón. Por los dioses!! Es que no descansa nunca??? Siento el azoro de Selena tras mi mirada y enseguida vuelvo a dirigirla a la mesa. Nalla hace un comentario sobre su ropa interior y río por lo bajo, es que hasta la pequeña se ha puesto de acuerdo con el destino para tentarme...?

No hay comentarios:

Publicar un comentario