sábado, 25 de febrero de 2012

6. Discusiones...




No he podido pegar ojo en todo el día. He salido de mi cuarto y tras comprobar que Nalla seguía durmiendo me he refugiado en el sótano; en el gimnasio improvisado con unas cuantas máquinas para mantenerme en forma. He subido a la cinta andadora y lo he programado para correr a máxima velocidad. El sonido de mis pies golpeando la cinta y mi respiración jadeante es todo lo que rompe el silencio. Ni siquiera los auriculares con la música a todo trapo han conseguido alejar mis pensamientos de Selena y al final en un arranque los he lanzado contra el suelo.
- Joder... Bella... por qué tuviste que dejarme...? Me prometiste estar conmigo siempre... no dejarme nunca!!! La Virgen sabe que jamás miré ni deseé a otra hembra que no fueses tú... Oh! nalla!... me siento tan perdido!!!
Mis lágrimas, aquellas que no me he permitido derramar desde que tomé la determinación de quedarme en este mundo cuidando de nuestra pequeña, resbalan ahora por mis mejillas empañando mi vista. Con el brazo las seco y paro la cinta con un golpe de puño. Mierda!!!! Respiro agitado con la cabeza entre las piernas y las manos a ambos lados de los muslos. Seco el sudor y el resto de lágrimas de mi cara y cuello y me siento en el suelo apretando la cabeza entre las manos, pasándolas una y otra vez por mi pelo rapado, intentando aclarar mis pensamientos... No sé cuanto rato permanezco así cuando la alarma del reloj marca las siete. Joder! Me levanto de golpe y subo por las escaleras hasta el salón a zancadas. La puerta de la biblioteca está abierta y su aroma a nomeolvides se cuela en mis sentidos nada más acercarme a la abertura... Ella está sentada en uno de los sofás de cara a la ventana que da al jardín. Tiene los pies descalzos recogidos sobre el sillón y con las manos abraza sus piernas como si pudiera consolarse con ello... Tan sólo verla mi cuerpo deja de crisparse como si ella fuera la solución que tanto he estado buscando devanándome los sesos allí abajo... Dios está preciosa! y yo soy un jodido idiota por presentarme sudado y con la cara hinchada por el ejercicio y... Carraspeo y se gira en mi dirección. Antes de que se levante alargo mi mano para detenerla.
- No, Selena, por favor no te levantes. Yo... *froto de nuevo mi cabeza* lo siento... *señalo mi camiseta mojada separándol de mi pecho* no me di cuenta de la hora y no me ha dado tiempo a cambiarme...
Ella baja la mirada azorada, se ve adorable con ese ligero rubor en las mejillas. He de contenerme para no alargar mi mano y tocarlas en una caricia. Recuerdo de repente su cuerpo crispado cuando esta mañana me sorprendió enredando su pelo en mis dedos y la idea de tocarla se esfuma de inmediato de mi cabeza. Me acerco al sofá de su lado y me siento en el reposabrazos jugando con la toalla entre mis manos. Muy serio empiezo mi discurso:
- Selena, sé que estás aquí por Nalla, pero también se que el rey te ha mandado para asegurarse de que no cometo errores ni incumplo el trato que hicimos. Por eso has insistido tanto en el tema de mi alimentación desde que has llegado...? *la interrogo con la mirada y antes de que pueda responder prosigo, ahora más calmado* Yo no sé hacer otra cosa que pelear. No puedo ni quiero hacer otra cosa. No hasta que no quede un solo lesser sobre la tierra o el fade me reclame... Yo... yo me cuido por Nalla si es lo que teméis... no me alimento tanto como un macho emparejado suele hacerlo, pero te aseguro que no voy a arriesgar mi vida por ello. Sé que W te lo ha ordenado, pero no tienes ninguna necesidad de servirme. No estás aquí en calidad de elegida. Quiero que sientas ésta como tu casa... Pero no me gusta que las cosas que suceden aquí sean chismorreadas al rey ni a nadie...



Le escucho en silencio, mordiéndome la lengua para no contestarle antes de que acabe su discurso. Me ha quedado muy claro lo que piensa al respecto, ojalá sus otros pensamientos fuesen expuestos del mismo modo para evitarme estas inseguridades y estas dudas que me corroen por dentro.
No consigo, por más que lo intento, alejar mi mirada de esa camiseta mojada que se pega a su pecho como una segunda piel. Huele a macho, a sudor limpio, a pino, a algo verde que me recuerda a un bosque en verano. Mi lengua asoma a lamer mis labios, porque mi boca se ha secado de repente al verle entrar. No sospecha que hace apenas unos minutos le he visto sentado en el suelo del gimnasio: Un doggen me indicó su paradero tras preguntarle por él y bajé para... no sé para qué, simplemente quería verle, necesitaba verle. Le imaginé haciendo ejercicio, quizás golpeando el saco, como solía hacer en la mansión. Me encontré, en cambio, con su enorme cuerpo encogido en el suelo, frotándose el cuero cabelludo como si pudiese extraer de su cabeza todo pensamiento molesto... ojalá fuese capaz de hacer lo mismo. No me atreví a hacer notar mi presencia y me refugié en la biblioteca a esperarle, descalza, encaramada en el sofá y mirando hacia el jardín, hermoso, inmenso, pero cansado y lleno de hojas muertas que la primavera ha de convertir en nuevos brotes, si la Virgen es misericordiosa...
- Ya no soy una Elegida.
Ya está. Lo he soltado, no ha sido tan difícil. Mi tono de voz ha sido claramente desafiante, pero mi enfado es tal que me sorprende ser capaz de mantener cierta compostura. Poco me ha faltado para sonreír al observar su desconcierto. Podría dejarle así, sin más respuestas ni explicaciones, pero tampoco lo merece. Es normal que piense así dada la información que posee, que no es mucha. Bajo los pies desnudos del sofá y me sonrojo al ver que mi vestido no consigue cubrirlos. Ahora no tiene sentido buscar mis zapatos, perdidos bajo el mueble en el que descanso. Alzo la mirada y decido que la verdad es la mejor opción, y que la Madre me ayude, pero no me importa ya cómo la manejará Zsadist. Necesito hablar y dejar bien claras las cosas o nada de esto funcionará jamás para ninguno de los tres
- Vine a cuidar de Nalla, pero no a petición del rey. Nadie, ni siquiera tu hermano, el Primale, han intentado jamás darme órdenes. Phury se ofreció a encontrar un macho con el que emparejarme, sólo eso, y yo lo rechacé. Respondo únicamente ante la Virgen Escriba, y es ella la que me ha liberado de mis obligaciones, dada la naturaleza de mi petición ante Ella.
Me mira en silencio, sus ojos, de un negro absoluto, permanecen clavados en mí sin apenas parpadear. Si sigo mirándole, seré incapaz de continuar, y esta discusión ha de ser zanjada aquí y ahora.
- No soy una espía, no soy una fuente de información para Wrath ni para nadie en la Mansión, y por lo más sagrado que no sé qué he hecho para que me veas así.
Mi tono de voz se va elevando gradualmente, soy consciente de ello pero incapaz de ponerle remedio o de frenar el enfado que va tiñendo mi voz. Me levanto sin preocuparme por buscar mi calzado y paso a su lado camino de la puerta, dispuesta a marcharme a mi cuarto hasta que pueda razonar sin alterarme más... temo decir más de la cuenta.
- Si tienes problemas con tus Hermanos, supongo que tendrás que hablarlo con ellos, pero, por favor... *Acerco mi rostro al suyo hasta que casi puedo tocarle. Estando él sentado y yo de pie estamos casi a la misma altura* no me insultes atribuyéndome intenciones ocultas o llamándome recadera de la Hermandad. Y no temas, me ha quedado bien claro lo que piensas de mi vena y el rechazo que te produce. No te perturbaré más ofreciéndotela, ya que veo que no hay excusas suficientes para rechazarla. Por lo que a mí respecta, puedes desfallecer de hambre o beber de cada hembra que se cruce en tu camino: No es mi problema.
¡Santa Virgen! ¿Cuánta mentira cabe en un sola frase? La idea de verle tomando de otra vena me llena de angustia, pero ahora sé lo que piensa de mí, no me extraña que no desee acercárseme*
- Y ahora, si me disculpas, me voy a mi cuarto. Pasaré a ver a Nalla antes de la primera comida, pero no os acompañaré esta noche. *Alzo la vista y le miro a los ojos* Dada la idea que tienes de mi forma de ser, supongo que será un alivio poder librarte de mi presencia, no sea que le cuente a nuestro rey qué has comido y en cuántos bocados lo has hecho!
Estoy siendo tan irracional como una niña pequeña, pero algo en este macho me hace perder el control por completo. Me duele más que me ofende lo que considera de mi presencia aquí, pero no es algo que pueda confesarle a él.
- Es tu casa. Tú decides. Pase lo que pase entre tú y yo en esta biblioteca, no afectará para nada a mi relación con tu hija, pero necesito saber si soportas mi presencia en tu hogar o me consideras una amenaza a tu intimidad. No deseo ser una invitada molesta, pero tampoco creo que sea bueno para nadie el seguir desconfiando. Por favor, habla con el rey y con tu hermano si no me crees. No tengo más que mi palabra, y dudo que eso te baste... ya no puedo ni jurártelo por lo que era, una Elegida de la Madre. Ahora soy sólo Selena. Y no seré nada más. Es lo único que tengo, un nombre sin linaje... eso es lo que soy: Selena, hija de nadie, y perdóname el drama, estoy demasiado enfadada ahora mismo, Zsadist, aunque dudo que lo entiendas.



‎Santa mierda!! Es que le han dado cuerda....????? De su boca tan sólo salen malentendidos y cada vez está más y más ofendida y enfadada... Casi me divertiría verla tan molesta si no fuera porque no soporto la idea de dañarla, de que mis palabras la hayan ofendido o herido como lo han hecho... Cojo su muñeca cuando se gira para salir por la puerta. La sujeto fuerte para retenerla aunque intentando no apretar demasiado para no hacerle daño. Su brazo es tan menudo que podría partirle los huesos con sólo apretar mis dedos en torno a él... Levanto su brazo alzando el mío a la vez y dejando la banda de esclavo de mi muñeca al descubierto.
- Ves esto Selena..? Te dice algo esta marca...? *digo más enfurecido de lo que desearía, mi tono es casi hiriente* Sé que las elegidas son veneradas y no hay nadie más culto ni de clase más alta... *bajo la mirada y la suelto* pero no elegisteis vuestro destino... en qué se diferencia de un esclavo de sangre? Detesto tener que beber y lo hago sólo cuando mi necesidad es acuciante... Le he pedido a Phury una elegida distinta cada vez... *vuelvo de nuevo la vista hacia ella* crees que sería capaz de mirarlas a la cara si volviera a solicitarlas...? Sé que os enseñan a servirnos por la continuidad de la raza pero... *niego con la cabeza frotándome el cabello inexistente* Crees que si tuviera otra manera de hacerlo acudiría a vosotras...? Tu dices que ya no eres una elegida... por qué demonios quieres entonces alimentarme si no es por deseo expreso del rey...? Qué necesidad tienes de ofrecerme tu sangre si no es por obligación?



Su mano atrapando mi muñeca es una cadena que desearía poder fundir a mi piel para no separarme nunca, pero soy consciente de que es la rabia la que nos mueve a ambos, que es el dolor el que nos hace gritar cada palabra como un disparo que lleva esperando en la recámara demasiado tiempo. Miro su banda de esclavo y mis colmillos estallan en el interior de mi boca, ansiosos por hundirse en ella y tomar de su vena, pero supongo que eso no me hace mejor que el ama que le esclavizó y siento asco por mí misma. Escucho sus palabras, el paralelismo que establece entre su antigua esclavitud y nuestra posición como elegidas... tiene razón. Una extraña calma me invade mientras le hablo mirándole a los ojos.
- No es cierto que haya hablado con el rey, Zsadist, al menos no como tú crees. Él dio por supuesto que, dado que iba a vivir aquí, tomarías de mi vena, y yo no le desengañé. Y jamás le diría que no te estás alimentando como es debido. Sé que Nalla lo es todo para ti y nunca te pondrías en peligro.
Tomo ahora su mano entre las mías y acaricio con mis pulgares la banda tatuada sobre su muñeca.
- Ya ves, una elegida jamás se atrevería a comportarse con la osadía de la que yo hago gala, o con mi escasa educación al atreverme a tocarte. *Alzo la vista a sus ojos enfadados. Aún puedo sentir la ira bullendo bajo su piel, corriendo ardiente por sus venas* No tengo necesidad alguna de alimentarte. Ni a ti ni a ningún otro macho, de hecho. Nunca más. Lo que te he ofrecido ha sido una decisión propia, no impuesta por mi crianza, ni por la Madre, ni el Primale, ni siquiera por el Rey. Soy una hembra sin pareja, la sangre que corre por mis venas me pertenece sólo a mí y a aquel a quien quiera regalársela.
Me detengo en mi camino hacia la salida, inmóvil frente a él. Su ira ha hecho descender la temperatura de la habitación varios grados y me estremezco de frío.
- Si decides que no deseas usarme cuando precises alimentarte, tendré que buscar un macho que me alimente a mí, quizás pedirle a tu hermano, por más que me humille, que me encuentre un desconocido del que beber. Pensé que podría ser algo mutuo... ya veo que no. Tu necesidad de sangre y la mía son igual de vergonzosas e igual de indeseadas...


Mierda! Mierda! Mierda!!!!!! Por qué tiene que ser todo tan jodidamente complicado...?Cuando está a punto de llegar a la puerta me desmaterializo y aparezco tras ella, cerrando los goznes de golpe con el pensamiento y encerrándola entre la jaula de mis brazos y la gruesa madera. Obligándola a girarse para encararme, si es que no me tiene miedo.....La idea de que algún otro macho toque su muñeca con los labios me hace hervir la sangre de furia. He visto sus colmillos alargarse mientras me miraba y he olido su hambre por todos los poros de su piel... Santa mierda... Yo podría alimentarla... podría ser algo que hiciera sólo para ella...
- No tienes que pedirle nada a Phury, no es necesario... *un gruñido bajo sale de mi pecho* Nadie tiene que meter las narices en esto ni saber por qué razón necesitas o no alimentarte... Yo podría...

La tengo demasiado cerca... puedo oler su aroma a hembra mezclado con nomeolvides... pero no huelo miedo aunque la estoy acorralando...Mierda!!! mis ojos se desvían a su boca y mi erección decide volver a despertarse aunque la furia sigue hirviendo en mis venas...

- Yo podría alimentarte...

La dureza bajo mis pantalones crece hasta presionar la fina tela de su vestido contra su abdomen... dios, es imposible que no lo note! Me separo de ella aunque el bulto sigue siendo evidente bajo mis pantalones de deporte, que se han hinchado como una tienda de campaña... joder!!!! Es inútil que intente ocultarlo... es la reacción que su presencia ejerce sobre mi cuerpo, y si es que no me tiene miedo ni decide marcharse después de lo de hoy, va a tener que acostumbrarse...Me muevo hacia la derecha y abro la puerta mirándola de nuevo a los ojos.

- Ahora necesito ir a ducharme antes que despierte Nalla... cuando regrese esta madrugada seguiremos con esto... si quieres...

Abro la puerta y me deslizo a través de ella, a salvo de su ardiente mirada que enciende más mi polla bajo los pantalones... Saco la cabeza de nuevo tras la puerta.

- Selena... me gustaría verte en el comedor para tomar la primera comida con Nalla...

Mi cabeza vuelve a desaparecer y me encamino a zancadas hacia mi cuarto.



Atrapada contra la madera y encerrada en la jaula de esos enormes brazos, tendría que sentirme atemorizada, pero no lo hago... de algún modo siento que estoy donde deseo estar, y creo que mi cuerpo responde a su presencia porque sus ojos se entrecierran y le veo aspirar lentamente, como si analizase el aroma que desprendo.
- Opino lo mismo, Zsadist. Nadie tiene que meter las narices en nuestros asuntos.
Mi voz se quiebra al imaginar mis labios hundidos en su piel y su sangre penetrando en mi organismo. No sé qué sabor tiene, qué se siente, ni siquiera he conseguido aún acostumbrarme a la nueva sensación de mis colmillos estallando en mi boca. Normalmente, a estas alturas estaría ya al Otro Lado para evitar el hambre, pero las cosas han cambiado y tendré que habituarme. Siento su excitación y el bulto de su sexo hinchado contra mi vientre. Un cosquilleo se asienta entre mis piernas, obligándome a cerrarlas con fuerza mientras mi respiración se agita. Hay algo que sí he aprendido a este lado... el olor de su excitación es un perfume embriagador que me nubla el pensamiento y me vuelve incoherente. Se aleja de mí pero mis ojos se desvían a la erección que presiona la tela de su pantalón. Al igual que la primera vez que la vi, su tamaño me impresiona, pero no me asusta lo más mínimo... la Virgen sabe que tendría que imponerme algo más de respeto y algo menos de curiosidad.
- Está bien, bajaré, si es lo que quieres, pero no creo que lleguemos a ninguna parte con esta discusión. Es un quid pro quo, o los dos o ninguno. Prefiero salir a la calle a buscar al primer macho desemparejado que encuentre que hacer de esto algo unilateral *Me mira furioso de nuevo, puedo notarlo antes de que desaparezca escaleras arriba. Asomo mi cabeza por la puerta de la biblioteca mientras sube* Y puedo asegurarte que soy capaz de esperar mucho tiempo. Al fin y al cabo no lo he hecho nunca, no creo que sea algo demasiado distinto a cualquier comida que compartamos en el comedor, ¿no?
Cierro la puerta sin darle tiempo a una respuesta y me apoyo contra ella cubriéndome la cara con las manos.
-O sí?



‎- Dichosa hembra testaruda!!!!

Farfullo mientras subo las escaleras de tres en tres. Santa mierda! Buscar cualquier macho desemparejado!!!Sin dejar de renegar tiro al suelo las ropas empapadas de sudor y me meto en la ducha. Ni el agua cálida consigue calentar mi gélido cuerpo tras la discusión con Selena. Santo cielo, imaginarla con otro macho me hace querer desenfundar mi arma y apuntarla contra la cabeza del tipo, directa a su cerebro, o mejor aún... a su polla! cualquiera de los dos músculos que sea el que hubiera accedido a alimentarla...
Al salir paso por el cuarto de Nalla Hija de Zsâdist, pero no está y oigo sus voces en el salón. Bajo ya vestido para marcharme en cuanto las formalidades de la primera comida terminen. Mi cabeza no está realmente en el mejor momento para conversaciones y no querría que Nalla me viera enfadado y confuso...

Mi cuerpo se paraliza antes de recorrer el último tramo de escaleras... Selena está sentada en el sofá con Nalla en su regazo. Su pelo cae en mechones sobre el de Nalla, perdiéndose entre su melena tricolor como si se tratase de una continuidad de su pelo. Las dos ríen y juegan con una muñequita de trapo, que bien podría ser la del cuento de anoche. Dios la imagen es tan perfecta... No se cuánto tiempo llevo aquí parado, simplemente mirándolas. El frío que se había apoderado de mi cuerpo, (el frío que salía de mi mismo cuerpo!) ha desaparecido y algo suave y cálido se instaura en mi corazón. Selena alza la vista hacia la escalera y continuo bajando, pensando que quizás siga molesta conmigo, pero su sonrisa no se desvanece y toma a Nalla en brazos para llevarla a la mesa. Beso a la pequeña en la frente y la recojo de sus brazos para sentarla en la cabecera esta vez. Ella sonríe contenta de sentarse en el trono como una reina y yo puedo tenerlas a las dos a la vista a la vez... y de paso mirar a Selena de frente sin que se dé cuenta... Ella no deja de sonreír con los comentarios de Nalla y de cuando en cuando me sorprende mirándola. Pero no dice nada, tan sólo baja la mirada hacia el plato con un leve rubor en las mejillas y una sonrisa perfecta, todavía más acentuada...


No sabría decir exactamente en qué momento se disipó mi enfado, quizás al verle subir las escaleras como alma que lleva el diablo. Sé que le he enojado mucho y ha sido premeditado. No busco molestarle, pero está vivo, mientras me grita, mientras se cierne sobre mí como un gigante amenazador, está vivo y muestra más emoción que en todo el año anterior... puedo asegurarlo porque le he buscado a menudo en los cuencos de adivinación y siempre observaba su hieratismo, su impasibilidad, fruto de la indiferencia, noche tras noche, hora tras hora de patrullas rutinarias, de gestos repetidos por pura fuerza de costumbre. ¿Me grita, se irrita por mis reproches? ¡Bien! Verle reaccionar por fin ante algo, aunque ese algo sea yo y lo haga con rabia, me da esperanzas...
Despierto a Nalla jugueteando con mi nariz en su pelito y con besos suaves mientras la llamo en voz baja. Sus bracitos me rodean el cuello y sus piernas se envuelven en torno a mi cintura.
- Buenas noches, mi niña. Hay que vestirse para ir a clases, ¿qué nos ponemos hoy?
La elección es rápida, a pesar de poseer un vestuario digno de una princesa. Se dirige directamente a un vestido exactamente igual que el de la muñequita con la que ha dormido. Bajamos de la mano hasta el salón a esperar a Zsadist para empezar a comer. Los doggens han servido ya la mesa y Nalla y yo nos dejamos caer en el sofá hablando de cosas de chicas con su muñeca favorita, aconsejando a la pequeña señorita de trapo con respecto al chico que le gusta. Nos reímos poniendo voces tontas y sin saber muy bien cómo, acabo casi tumbada con la niña encima dándome besitos en el cuello que me hacen reír. Su naricita se abre paso entre los mechones de mi pelo y yo le pido a la muñeca que me proteja, que llame a su caballero para defender a una dama inocente... unos instantes relajados que me recuerdan el pasado y los buenos momentos vividos en la Mansión. La risa de Nalla es un pequeño milagro que me trae de nuevo la paz, dejando atrás la tensión y las preocupaciones.
Le veo de repente frente a nosotras y me pregunto cuánto tiempo lleva observándonos, porque es tan silencioso como una sombra. Toma a su hija en brazos y le otorga el puesto de honor en la mesa. Nalla ríe satisfecha y coloca a la muñeca a su lado. La comida transcurre tranquila, conmigo robando comida del plato de Nalla y ella intentando hacer lo mismo conmigo, contándonos secretos en voz baja que su padre, sin duda alguna, escuchará como si los gritásemos a pleno pulmón, por lo que intento medir mis palabras. Le susurro al oído que no está bien susurrar al oído de nadie en presencia de otros y Nalla estalla en carcajadas. Cada vez que alzo la vista le encuentro mirándome, pero ninguno de los dos aparta la mirada. Al cabo de unos segundos yo bajo los ojos, ruborizada pero no incómoda, y vuelvo a hablar con mi pequeña.

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