jueves, 23 de febrero de 2012

3. Acercándonos...






Vale, tampoco usted, entonces. No me importa seguir mil normas distintas si eso le hace verme de un modo más agradable a sus ojos. No acabo de comprender su ceño fruncido, porque al fin y al cabo la idea de comer juntos ha surgido de él, pero se me queda mirando fijamente y no sabría decir si es desprecio lo que delata su mirada. Me convenzo a mí misma de que no me odia, de que puedo ser una presencia medio impuesta, molesta pero necesaria para el bienestar y la felicidad de Nalla.

No... Zsadist no es así. Podía ser huraño, agresivo, violento, incluso, pero jamás haría daño a nadie inocente y por la Virgen Escriba que soy inocente como su niña e igual de virginal...absurda ironía que me pesa en el alma. Nunca he hecho daño consciente, aunque supongo que imponerle mi presencia es una forma de herirle. Sé que no he de buscarle, que no debo invadir su espacio personal y no insistir en alimentarle, sé que no he de llamarle Sire ni tratarle de usted, sé que preferiría comer solo, o no comer en absoluto, a hacerlo a mi lado.

Estoy demasiado cansada; la emoción de los días previos a mi llegada, la decisión tomada, la audiencia con la Madre para solicitarle la gracia que me ha concedido... todo se aúna para hacerme sentir agotada como nunca en mi vida. Normalmente, tras alimentar a un macho, regresaba al Otro Lado para reponerme, pero eso se ha acabado para mí. Me ha quedado muy claro que ya no soy una Elegida.

- Bien, Selena, has tirado por la borda el único título de honor que te había sido concedido!

Esa soy yo! La que elige sólo lo mejor para sí misma, como cuando solicité el status de Archivera Recluída en un intento de obligarme a aceptar mi condición de abandonada, de rechazada por sus verdaderos padres para ser entregada, como una ofrenda más, al culto de la Virgen. Fue casi un siglo lidiando con mi autodesprecio, de pensar de que sólo valía para dar mi sangre a una élite de guerreros que ya no la necesitaba, que no nos buscaba desde hacía muchas, muchas décadas. Entre los libros era otra... los libros me amaban como yo a ellos y me llamaban, me secuestraban de una realidad que no podía o no quería asimilar. Subo ahora la escalera y mis pasos se dirigen despacio a la amplia biblioteca que he entrevisto a mi llegada. Hasta que él regrese... me quedan varias horas de espera, sé que no podré conciliar el sueño hasta que le vea llegar sano y salvo.

No he podido centrar mi atención en una sola línea y al final he desistido. Me he sentado en un sillón al lado de la puerta que da a la pequeña terraza a contemplar el jardín cubierto de hojas. Ha comenzado a llover y le imagino corriendo, empapado, persiguiendo a los enemigos de la raza e inmune al frío, como siempre parece haber sido. Sentada aquí, con las piernas recogidas en la butaca y abrazada a mis rodillas, casi puedo fingir que soy su shellan, una madre para su hija, que tengo derecho a esperarle, a recibirle con un beso y ayudarle a liberarse de la ropa húmeda, secar su cuerpo y... Santa Virgen, ¿qué estoy haciendo? Mi mayor temor, desde que tuve edad para servir mi vena, fue siempre que uno de los machos que alimentaba me solicitase para el sexo. Siempre me repelió la idea de que un macho me tocase, pero desde que le conozco no puedo dejar de imaginar cosas prohibidas, deseos que no pueden ser satisfechos... mi mano viaja, como otras veces, a mis pechos cubiertos por el fino tejido de la blusa. El sujetador de encaje me aprieta e irrita mi piel, demasiado sensible, así que me lo quito sin dudarlo. El roce de mi mano endurece mi pezón y un gemido me hace bajar la cabeza y apretar los puños con fuerza. Nunca me he atrevido a más, jamás me he permitido más que esos roces casuales, pero siempre le veo cuando esto me sucede, siempre pronuncio su nombre como si pudiese convertir esa caricia mía en una suya.






Cuando llego a la mansión pongo mi rostro frente a la cámara de seguridad y la puerta se abre en menos de un segundo.

Me acerco sigiloso al despacho de W, donde el bullicio y las voces indican que mis hermanos ya están allí. Ellos han salido hoy de caza y comentan los últimos detalles con la voz alzada sin percatarse apenas de mi presencia. Sólo Phury y W levantan la vista en mi dirección. Joder, el puto rey ciego tiene el olfato más fino de la jodida raza de vampiros! Su ceño fruncido y el gesto de su cara bajo las gafas oscuras es en sí un interrogatorio en silencio... Tohr me da una palmada en la espalda y Phury se revuelve inquieto frente a la chimenea. Joder... tanto miedo tienen de que pueda dañarla...? En serio están tan preocupados...? Creí haberme ganado su respeto cuando vivía mi shellan... Sé que tras la noticia de su muerte nada ni nadie pudo con mi rabia y mi furia... pero al cabo de los días, Tohr vino a hablar conmigo. Apenas dijo palabras, tan sólo me recordó a Nalla y su arrepentimiento por no haber estado al lado de su hijo cuando le sucedió a él. Esas palabras bastaron para hacerme regresar de la ira y el odio. Y, aunque vacío por dentro, decidí seguir adelante. Bajé cada día a sentarme en la mesa con ellos aunque en realidad no estaba allí y salí a luchar cada noche para hacer de éste, un mundo más seguro para Nalla. Es que acaso no merezco un mínimo de confianza...?

Asiento en dirección a Phury y la reunión se sucede como tantas otras... a veces creo que a W le gusta tenernos a todos cerca más que reunirnos para nada en particular...

Cuando la reunión termina todos abandonan el despacho menos W, Phury y Tohr... perfecto... esto se ha convertido en un jodido asunto de la hermandad... Miro asqueado a mi alrededor y saco un pitillo del bolsillo. Lo enciendo y doy una larga calada mientras mi mirada va de uno a otro antes de empezar a hablar

- Sí, Selena está bien, y por ahora, y sin ninguna explicación comprensible, sigue queriendo quedarse con nosotros. Nalla es simplemente feliz con ella... mucho. Si no necesitáis ningún dato morboso más, me vuelvo a mi casa con mi hija.

La mano de W vuela a mi brazo y puedo sentir sus ojos clavados en mí bajo sus gafas. Es una advertencia. Por pasarme de listo y por subestimar su preocupación. Lo sé. Lo sé y él sabe que lo sé. Pero no puedo derrumbarme en este puto instante si no lo hice meses atrás. Así que asiento y salgo del despacho donde la tensión se podría cortar con un cuchillo. Un “Zsadist, no la cagues!” resuena potente por el pasillo mientras bajo las escaleras de tres en tres. Necesito salir de aquí. Necesito volver a casa.

En cuanto llego mis pasos se encaminan al cuarto de Nalla. Su olor y el ruido de su respiración me calma como nada en el mundo. Me siento en el suelo, apoyando la cabeza en el colchón y ladeando la mirada hacia ella, hacia ese precioso rostro que me recuerda tanto a su mahmen... Un leve ruido hace que mi mirada se vuelva hacia el cuarto de Selena, a la ténue luz que se cuela bajo la puerta. Ella... la que ha venido a estorbar mi paz con su olor y su inquietante presencia...
Cierro los ojos y me dejo guiar por la respiración de Nalla para caer en un profundo sueño...






Me levanto, inquieta, y comienzo a deambular por el cuarto, pero sé con certeza que no podré descansar aquí dentro. Salgo en busca de paz, de sosiego... faltan un par de horas para que Zsadist llegue y decido entrar al cuarto de Nalla... siempre he encontrado calma viéndola dormir. No soy la única, por lo que parece. No le he oído llegar. Apoyado contra la cama de la niña, con el rostro girado hacia ella como para velar su sueño, el macho que ocupa todos mis pensamientos duerme relajado como nunca le he visto. Apoyo mi hombro en el quicio de la puerta y me dejo resbalar muy lentamente hasta quedar sentada , simplemente mirándoles. Mi nuca se apoya en la madera, mis manos sobre el regazo, sólo me quedaré un minuto, sólo uno... hace demasiados meses que no duermo, que no me permito el lujo de cerrar los ojos y perderme en el mundo de los sueños, porque estaban poblados de sus imágenes , de las dos personas que se han convertido en mi único mundo. Contemplarles unidos en su descanso, ser una testigo silenciosa del amor que se profesan aún en la inconsciencia, de saberle el perfecto e infalible protector que nunca bajará la guardia para defender a los que ama, me ayuda a relajarme soñando despierta... No sé cuándo mis párpados comienzan a pesar tanto que me siento incapaz de levantarme. Mi último pensamiento antes de caer rendida, es que no puedo permitir que me sorprenda espiándoles.





Despierto con el cuello tensionado y miro a mi alrededor. Me he quedado dormido en el cuarto de Nalla. Sus manitas se han abrazado a mi nuca y su cabeza ha quedado colgando del colchón, en busca de mi contacto. Beso su pequeña y suave frente, dejando que sus cabellos jueguen enmarañados a hacerme cosquillas en la cara. Adoro su dulce olor a nata. Aspiro profundamente y vuelvo a besarla. Despacito desanclo sus bracitos de mi cuello y la estiro de nuevo en su cama. Su ceño se frunce y su boca hace un puchero, como si en sueños notara el espacio que he puesto entre nosotros... la arropo y atrapo esos morritos en un beso, muy pequeño y suave, apenas sin tocar con mis labios los suyos, para no despertarla...

Dios, huelo a rayos! Aunque anoche no salí de lucha necesito una ducha con urgencia... Encamino mis pasos a la salida y me quedo paralizado de repente en medio de la estancia. Es ella... Selena yace en el suelo, apoyada su cabeza en el marco de la puerta del cuarto de Nalla. Se debió quedar dormida. Su frente está relajada y sus ojos cerrados me recuerdan a la expresión de paz del rostro de Nalla cuando duerme... Me quedo unos minutos de pie, frente a ella, sin saber qué hacer más que contemplarla... Poco a poco mi cuerpo se agacha hasta quedar a su altura, extiendo mi mano hasta su preciosa cara y recoloco un mechón de su rebelde pelo rubio tras su oreja. Demorándome en el gesto... ¡¡¡Santa Virgen!!! Que demonios estás haciendo Zsadist...??? Si ella se despierta vas a atemorizarla! o tal vez no...? Fue ella quien vino hasta aquí y decidió quedarse en mi presencia... tal vez... sólo tal vez, no me tema, o pueda llegar a resultarle soportable estar cerca de mí...

Acerco mis manos a su cintura. Mi piel siente el calor de la suya a través de la fina gasa del camisón y mi polla salta con vida propia dentro de mi pantalón. J.O.D.E.R!!! Es que esta cosa no puede darme tregua ni un segundo en su presencia...? Deslizo la otra mano por su espalda hasta debajo de sus rodillas en un gesto tan lento como la peor de las torturas, sintiendo bajo la palma de mi mano cada curva de su cuerpo a través de la tela del camisón. Estoy excitado, es evidente, y si ahora despertase sólo haría que la vergüenza que jamás he poseído en doscientos años, aflorase a mí de golpe y toda en conjunto. Pero, precisamente es ese azoramiento lo que me indica que no es mera excitación. Que no es sólo un cuerpo buscando a otro cuerpo... hay algo en ella que hace ablandar mi duro corazón, encapsulado y protegido en el fondo de mi pecho desde que mi shellan murió... Un rincón tan sólo alcanzable por Nalla hasta ahora... Qué demonios estás pensando Zsadist??? Déjate de hostias y concéntrate!!! Dirijo mis pasos con ella en brazos hasta la cama de Nalla. Con el movimiento, sus pechos se agitan bajo la suave tela y el fino cordón que los encierra se suelta poco a poco para mostrarme tan sólo una parte de esa curva perfecta... Mis ojos viajan hasta donde deberían estar sus pezones bajo la tela y juro que puedo sentirlos maravillosamente erectos a través de ella, incluso siento su aliento en un suspiro, golpear mi cara en una dulce brisa con aroma a jazmín. Nalla se revuelve en la cama, gimiendo en nuestra dirección. Su cuerpecito y su cabecita dormidos saben que Selena está cerca y me llama para que se la acerque... para que se la entregue... Me muevo intentando aparentar que el bulto en mis pantalones no duele, que no clama por una liberación que no va a tener...

Deposito con cuidado a Selena en la cama al lado de Nalla y sus bracitos enseguida cubren su cuerpo, posándose su manita sobre ese pecho, esa deliciosa curva, reclamando su posesión sobre ella... Dios... esto no puede estar sucediendo... El cuerpo de Selena se agita suave y dulcemente en la cama, buscando esa suavidad y comodidad que debieron abrigar su sueño, y no el frío suelo de mármol... sus brazos responden al abrazo de la pequeña y su rostro es simplemente adorable... Bien Z... esto es más de lo que podías soportar!!!

Salgo apresurado de la habitación en dirección a la mía. Me deshago de las armas, los pantalones y la camiseta. Mi miembro salta hacia mi vientre como si tuviera vida propia y lo veo sonreírme en su bienvenida. ¡¡¡Jodido cabrón!!! El agua fría de la ducha no basta para bajar la erección y el dolor se hace insoportable... Mi mano viaja despacio hacia ella... No había hecho esto hace más de un año, y jamás sin Bella presente... jamás busqué mi liberación por placer para mí sólo... Cuando mi mano encierra mi polla el dolor parece ceder y un siseo se escapa de mi boca. ¡¡¡Mierda, no!!!! Cojo una toalla y salgo de la fría ducha, sin molestarme en envolverme en ella, sin prestar más atención al miembro que me llama... No, no voy a ceder ante él. No me importa el dolor. Puedo lidiar con él. Sólo me importa la única imagen que invade mi cabeza... Selena...

- Por qué...?






La consciencia llega lentamente, el percibir mi entorno, la inspección con los ojos cerrados a la que estoy acostumbrada cada noche, solo que esta vez todo parece estar mal, no encuentro los estímulos y los sonidos conocidos, la rutina cotidiana. Siento un peso ligero sobre mis pechos y el sonido de una respiración pausada. No comprendo qué ha sucedido, lo último que recuerdo es... ¡Santa Virgen del Fade! Me he quedado dormida! Me incorporo con brusquedad y en la penumbra del cuarto percibo la presencia de Nalla, que arruga su naricita molesta por el repentino movimiento de su colchón. Intento tranquilizarme y analizar la situación. Me tumbo nuevamente muy despacio para no despertar a mi niña y repaso en mi mente todos mis movimientos... Es inútil, lo último que recuerdo, por más que me esfuerzo, es haberme sentado en el suelo a contemplar a Zsadist dormido junto a la cama de su hija, después... sólo lo que he soñado.

Recuerdo haber sentido frío, mucho frío y cierta incomodidad en la espalda, como si hubiese adoptado una mala postura. En mis sueños, me veo de repente en medio de un bosque, con un fuerte olor a pino, a cedro, a un verde que he llegado a relacionar con la vida y la naturaleza en estado salvaje. El aroma me relaja, me hace sonreír y pensar en cosas agradables. Me veo a mí misma flotando envuelta en ese intenso olor que me envuelve como una manta cálida. Ya no siento frío, ya no hay molestias ni dolor, sólo esa sensación de ingravidez, de desplazarme sin esfuerzo como viajando en una nube extrañamente compacta, pero suave y perfumada, hasta que el vuelo termina plácidamente, en una nube ahora blanda y cómoda. Mi cuerpo experimenta por unos segundos un gélido vacío, como si me hubiesen desnudado y abandonado al frío de la calle, pero un contacto dulce y tierno me ata a mi nuevo lugar de descanso, trayéndome la paz, anclándome con el peso suave de su mano sobre mis pechos... es mi niña, Nalla, que me ha hecho un hueco en su cama, aunque aún no consigo explicarme cómo.

Bueno, puede que aún no esté espabilada, intuyo que no pasará mucho de las seis y mi pequeña no despertará al menos en un par de horas. Miro al techo y comienzo a desgranar sueño y realidad, sensaciones e invenciones de mi mente. Miro mi escote y puedo ver el valle de mis pechos. El camisón se ha abierto del todo, supongo que no até bien la cinta de satén que mantiene unidas ambas partes y he acabado mostrando mucho más de lo que nadie ha visto nunca de mí. La única explicación posible, la más plausible, al menos, es que haya sido Zsadist el que me he dejado en la cama de su hija· El pensar en él y en mi carne expuesta, me hace sonrojarme profundamente, al tiempo que una tensión extraña se acomoda en mi vientre. Siento una humedad extraña entre las piernas y las cierro con fuerza intentando acallar esa sensación que me hace respirar agitadamente. Recuerdo el olor a pino y a cedro, su olor, el aroma de macho que siempre le acompaña, y me imagino hundiendo mi nariz en su cuello y aspirando con fuerza. Mis pechos se han vuelto pesados de repente, puedo ver sus cumbres, los pezones de nuevo erectos y doloridos. Llevo mis manos hasta ellos y cierro el camisón con rapidez. Por Dios, qué estoy haciendo? Qué me está pasando? Tengo que salir de aquí. No puedo permanecer al lado de Nalla mientras imagino estas cosas prohibidas, mientras pienso en su padre y en lo que nunca obtendré de él.

Salgo muy lentamente de la cama, intentando no mover demasiado el colchón, y camino silenciosamente fuera del cuarto. Paso frente a la puerta de Zsadist y le oigo moverse por su habitación... no duerme, espero que baje a comer, como prometió, pero... estará la niña. No será el momento de aclarar nada, ni de pedir excusas. No le temo, nunca lo he hecho; hasta hace un rato, hubiese jurado que mi simple presencia le molestaba, pero su gesto, tierno y amable, no concuerda con esa idea: Hubiese sido fácil y natural despertarme y enviarme de regreso a mi cuarto, sin complicaciones, sin nada que reprocharle, pero me ha dejado dormir abrazada a su hija... sabe que la niña me quiere, pero ha sido él el que me ha tomado en sus brazos... la simple idea me hace maldecirme por mi sueño profundo y lo sigiloso de su entrenamiento guerrero... nunca más podré verme en esa situación, jamás me acomodaré, relajada y feliz, contra su pecho... y he dormido durante todo el proceso.

Me he detenido frente a su puerta. Sus pasos se han detenido también, he oído ruido de armarios, así que supongo que se habrá vestido ya para la primera comida. Llamo suavemente y en menos de un segundo la puerta se abre y le veo ante mí, fuerte, poderoso, todo músculo húmedo y marcado. Mis ojos se agrandan y bajo desde los aros de los pezones y la marca de la Hermandad hasta el borde de la toalla en la que está envuelto... obviamente, acaba de salir de la ducha y yo... no puedo apartar mi mirada, sumando la vergüenza a la culpa. En cuanto se da cuenta de que soy yo, y no uno de los doggens, profiere una maldición, me cierra la puerta y regresa al cabo de un minuto con unos pantalones aún desabrochados y una camiseta descendiendo por ese pecho de guerrero que hasta ahora sólo podía imaginar. No es un buen comienzo para alguien que ha ido a disculparse, así que supongo que también por esto tendré que pedir perdón

- Lamento haberme presentado así, Zsadist, sólo quería asegurarle... asegurarte - de tú, ahora el tratamiento es de tú, no de usted, elegida torpe!- que no era mi intención espiaros. Fui a ver cómo se encontraba la niña y ... bueno, no quise perturbar su... tu descanso, pensé marcharme enseguida, pero no sé cómo...

Sus ojos no se desvían ni un milímetro de los míos. Eso debiera de ponerme nerviosa, pero en realidad me alivia profundamente, porque comprendo que mi camisón, una gasa suave, en realidad, no deja apenas nada a la imaginación y mis pezones, duros una vez más por él- me pasa siempre que le tengo cerca?- se destacan claramente denotando mi excitación... la calefacción funcionando a marchas forzadas elimina la excusa del frío ,así que... si. Mejor que mire mis ojos... yo podría mirar los suyos eternamente y no necesitaría ver nada más fuera de él y Nalla.

- Yo... bueno, eso, Zsadist, sólo quería disculparme y darte las gracias por llevarme a la cama.

Cupo repleto. No podría cometer más desaguisados en un sólo día. Acabo de pasar por todos los tonos de escarlata en cuanto me he dado cuenta de cómo ha sonado eso. Creo que él ha pensado lo mismo, porque su ceja se ha alzado y la comisura de su boca también, como si estuviese conteniendo la risa o... no lo sé ni me quedaré a averiguarlo. Salgo despedida hacia mi habitación, cierro la puerta de golpe y una vez al otro lado, me apoyo contra la madera intentando calmar mi sonrojo, mi vergüenza, mi respiración, mi excitación... y en unos minutos tendré que verle en la mesa. Creo que se puede morir de humillación. Si nadie lo ha demostrado, voy a ser la primera en hacerlo. Pero cierro mis ojos y todo lo que veo es él... ojalá pudiese fotografiar un recuerdo, sólo uno! Sería el de su cuerpo semidesnudo y mojado, mirándome a los ojos.






Seco con la toalla el corto pelo que envuelve mi cabeza. Paso la mano por ella y automáticamente busco la máquina en el cajón. Concentrar mi atención en otra cosa quizás consiga bajar mi jodida erección... En menos de un minuto mi cráneo vuelve a estar rapado y liso. Mierda! Mi mente viaja de nuevo a su angelical rostro, al valle de sus senos expuestos... joder Zsadist, así no vamos bien... mejor vístete! Mis pasos se detienen cuando llaman a la puerta con delicadeza. Lío mi toalla a la cintura y al abrir la figura de Selena con su fino camisón, está plantada en el umbral. Toda ella emana luz y su rostro es como un perfecto cuadro del renacimiento. Mi miembro, que iniciaba su viaje de descenso vuelve a alzarse vergonzosamente entre mis piernas. Santa mierda!!! Algo de cordura me dice que este no es el recibimiento que ella se merece, si es que en realidad ya no me teme... Cierro la puerta de golpe y rebusco hasta encontrar unos pantalones gruesos que oculten mi erección. Perfecto! No... no tan perfecto... es tremendamente doloroso abrochar los botones con mi polla alzada como un mástil... Cubro mi torso con una camiseta y simplemente espero que no le de demasiada importancia a mi cuerpo...

Vuelvo a abrir la puerta y su boca empieza a moverse entonando una incoherente disculpa. Maldita sea, es que va a tener que disculparse por cada cosa que hace debido a mi falta de delicadeza...? Como demonios hacerle entender...? Termina su discurso con un agradecimiento por haberla llevado a la cama y estoy seguro de que mis ojos se han encendido tras ese comentario, inocente, pero que mi calenturienta mente ha interpretado a su manera... Sale despedida como un huracán y cierra su puerta frente a la mía de golpe, sin darme tregua para réplica. Bien, Zsadist, otro punto a tu favor en la escala de meteduras de pata...

No sé como demonios actuar frente a una hembra... Bella estaba acostumbrada a mis modales y nunca me he relacionado con ninguna tan estrechamente salvo con Mary. Y jamás se me ocurriría avergonzar a la shellan de mi hermano con mi comportamiento. Por qué demonios con Selena sólo siento que la cago constantemente...? Resoplo y cierro la puerta. Su olor vuelve a embriagarme, su fragancia impregna mi cuerpo y mis sentidos. Tan sólo ha estado unos minutos frente a mi puerta. Pero casi desnuda bajo ese fino camisón y recién levantada, haciendo que su cuerpo desprenda ese adorable olor a jazmín y nomeolvides mezclado con su aroma de hembra. Perfecto y justo para despertar mis apetitos que murieron con mi shellan... tiene esto algún sentido...?
Recojo las armas desparramadas y las guardo en el armario, bajo llave. Tan solo una daga bajo el pantalón es suficiente para proteger a mi familia en mi casa. “Mi familia”...?

Salgo del cuarto hacia el de Nalla y sus bracitos se extienden en mi dirección al acercarme a su cama. Sus ojos están todavía cerrados y su naricilla se arruga enfadada olisqueando el ambiente.

- Dónde está Selena...?

Es lo único que sale de su boquita al inspeccionar con la mirada el hueco a su lado. Se abraza a mí y todo su diminuto cuerpecito huele deliciosamente a nata y a nomeolvides... perfecto Z... tu sigue así que vas bien, muy bien hermano!

- Ha ido a arreglarse para bajar a comer con nosotros. Anoche te quedaste dormida y no pudimos comer juntos... Te apetece hacerlo ahora, princesa?

Sus ojos chispean de emoción y se sube en mis hombros para llegar a caballo al baño. Enciendo los grifos mientras desnuda su cuerpecito para meterse en el agua. La observo anonadado como dobla su camisón en el taburete, deja sus zapatillas perfectamente colocadas debajo y entra despacio en la bañera. Dios... cuando se hizo tan mayor...? Beso su frente y le alcanzo la manopla con el gel de baño.

- Princesa, te espero fuera, hemos de elegir un vestido precioso para esa comida...

Ella sonríe y empieza a juguetear con el jabón en sus manos. Me quedo unos minutos observándola desde el marco de la puerta y salgo con una sonrisa dibujada en los labios. Me siento en los pies de su diminuta cama y echo mi cuerpo hacia atrás, estirándome sobre las sábanas todavía revueltas. Mi cara se entierra en la almohada donde reposó el cuerpo de Selena, disfrutando de su aroma, impregnándose más y más hondo en mi cerebro y en todos mis sentidos... Tan sólo la vocecita de Nalla desde el baño me saca de mi ensueño. Recojo a la pequeña, envuelta como un paquete de navidad en la enorme toalla, y elegimos su vestido para la ocasión. Es hora de bajar al salón. Bien Zsadist, no vuelvas a cagarla!!

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