jueves, 21 de marzo de 2013

20. Unas Palabras con Rehvenge



 

Tras dejar a Beth en el garaje de la mansión cierro los ojos en busca de Selena. Dijo que estaría aquí a mi regreso, y no puedo evitar que se acelere mi pulso aunque todavía queden unas horas para reunirme con ella. Dejo mi mente vagar hasta encontrar el rastro de mi sangre latiendo en su corazón y me descubro sonriendo. Sigue aquí, seguramente en el jardín jugando con Nalla... Me sorprendo caminando a zancadas hacia la salida para poder sentirla cerca al aire libre. Vuelvo a cerrar los ojos y me materializo a unos diez metros de ellas. Mis pasos sigilosos no la alertan y mientras me acerco despacio la observo echada en el suelo al lado de Nalla, observando algo de entre las campanillas de noche.

- Buhhhh!

El grito de la pequeña acaba en carcajadas y el brillo en los ojos de Selena me dice que ha valido la pena sorprenderla... Doy un beso a Nalla en la frente mientras echa sus brazos a mi cuello y doy otro a Selena en la mejilla, que enseguida se cubre de ese rubor delicioso. Todavía no le hemos dicho nada a Nalla y no quiero hacerlo hasta que Selena esté preparada.


- Bueno, preciosas... sólo he pasado a besar a mis princesas antes de irme a cazar dragones...


Volver a oír los gritos y risas de Nalla no deja de sorprenderme. Me gusta volver a verla alegre y crecer como una niña sana y feliz. Mis ojos se posan con orgullo en mi hembra. Ojalá pudiera estrecharla entre mis brazos como deseo, sin importarme qué o quién o dónde... pero esperaré lo que haga falta... No me importa la opinión de nadie salvo de Nalla en relación a lo nuestro, y estoy seguro de que va a hacerla feliz aún siendo demasiado pequeña para comprenderlo.


- Cuando regrese de los bosques encantados vendré aquí, a reunirme con vosotras!!!


Desenrosco las manitas de la pequeña de mi cuello y la dejo en brazos de Selena.


- Hasta luego, princesas!


Mi móvil vibra en respuesta a mi sms y me desmaterializo en dirección a Caldwell: Iron Mask. La relación entre Rehvenge y yo no ha excedido nunca más allá de la cordialidad; y desde la muerte de Bella, tan sólo lo he visto en alguna reunión de la hermandad referente a la glymera o cuando le llevaba a Nalla a la mansión.

   
La muchedumbre del pub se aparta a mi paso, repelidos por un sexto sentido que les llama a gritos: Peligro. Y así debe ser. No me gusta la gente y mucho menos una panda de humanos borrachos y sedientos de sexo y drogas...

Cuando llego a la puerta del despacho de Rehvenge un gorila se aparta para dejarme paso. Sé que me está esperando y entro sin llamar. Mientras avanzo un par de pasos me doy cuenta que ni él ni yo hemos cambiado mucho de aspecto en estos años... aunque sea un macho emparejado y su lado sympath haya sido aceptado por la hermandad sin reparos, su mirada al otro lado de la mesa no dista mucho de la del macho que dirigía el Zerosum...



Maldita sea! No hace un minuto que está aquí y la temperatura parece haber descendido al menos un par de grados. No voy a hacer ningún comentario al respecto; mi sensibilidad al frío es una debilidad que he de tolerar para pasar inadvertido, por lo que, disimuladamente, subo un par de grados el termostato con el mando a distancia y acomodo mis dedos unidos bajo la barbilla mientras me echo atrás en el asiento.

- Bueno, bueno, mi cuñado el silencioso en plan conversador... esto ha de ser, sin duda, un hecho histórico. Tú dirás, vampiro. Tu solicitud ha conseguido intrigarme y eso no es frecuente.

Su mirada oscura no promete una conversación agradable. Alzo mi mano frenando el inicio de su frase.

- Y sabes que estoy guardándome mis impresiones, pero tu rejilla emocional me está saltando a la cara, así que aminora un poco o exponte a una lectura gratuita, Zsadist.



Mierda! Siento su fuerza invadiendo mi mente, apenas un pequeño empujón, tanteando el camino, pero mi alarma interna reacciona con el bloqueo mental que aprendí a base de años de indiferencia y frialdad. No deseo mostrarme así con mi cuñado, pero no voy a permitir que invada mi cabeza y mis sentimientos como si fuera una maldita marioneta humana.

- No lo necesitas, Rehvenge. He venido aquí para hablarte de mis sentimientos, no necesitas robarlos; no voy a esconderte nada...

Con un asentimiento y una sonrisa fantasmagórica que asustaría al más osado de un ejército me indica que puedo sentarme. De dos zancadas cruzo su despacho y me siento poniendo una pierna sobre la otra. Mis movimientos son lentos, no me agrada estar aquí ni su compañía si he de desnudarme ante él, pero no voy a dejar que su mirada intimide a Selena jamás. A mí puede odiarme o pisotearme si quiere, pero no a ella...

- No quiero que te enteres por otros. Y no quiero que cuando salga de este despacho volvamos a hablar del tema jamás. Lo que tengas que decirme va a ser aquí y ahora. No habrán otras oportunidades.

Seguramente el cabrón sabe a lo que he venido antes siquiera de que hubiera cruzado esa puerta. Pero no voy a dejar que eso nos impida comunicarnos aunque sea la última vez en la vida.
Estudio por unos instantes sus atrayentes ojos amatistas y busco en su rostro algún parecido con mi preciosa Bella, algún gesto, alguna curva que lleve quizás el recuerdo de Madalina...
No voy a andarme por las ramas ni creo que lo espere. Tampoco voy a decirle cuánto amaba a su hermana porque no es a eso a lo que he venido.

- Selena y yo estamos emparejados.



- Nunca cometería la descortesía de invadir la mente de un familiar, vampiro. Me limitaba a informarte de que tu agitación es tan evidente para mí como si entrases en este despacho con tus dagas desenfundadas. Es casi inevitable que algo se filtre a mi mitad de comedor de pecados, pero aprecio la sinceridad de la que haces gala.

En todos los años que hace que le conozco, no le he visto pronunciar más que unas pocas frases, al menos en público. Me consta que no tenía problemas de comunicación con mi hermana, así que supongo que su locuacidad o falta de ella atañe al resto del planeta. Me inclino sobre el escritorio entrecerrando los ojos y mi voz suena dura sin que haga nada por evitarlo.

- No acepto órdenes del mismísimo rey de la raza; ¿qué te hace pensar que voy a hacerlo de ti? Lo que se habla en este despacho nunca.jamás.sale de aquí. Y no necesito lecciones de discreción del jodido Maestro del Mutismo, por si te queda alguna duda con respecto a mi personalidad, "Hermano".

El doble título le crispa igual que el primer día que lo pronuncié. En mi rostro se extiende una sonrisa que sé que desearía borrar a puñetazos. Bueno... bienvenido al club de los jodidos, en estos momentos y con estas noticias, no estoy tampoco de ánimo festivo.

- Así que Selena, ¿eh? Veo que no has tardado en buscar sustituta, y totalmente opuesta a cómo era mi hermana, al parecer... ¿Cuánto tardarás en comértela? Por lo que recuerdo de la ex elegida, era una ratita silenciosa y sumisa.

Me echo atrás en el sillón de cuero y observo satisfecho cómo su rostro, usualmente inalterable, pierde su expresión rígida por un momento. El recuerdo de Bella es una espina que jamás ha abandonado mi corazón desde su marcha, y sé que no estoy siendo justo con Zsadist, pero imaginar a su sustituta, saber que otra hembra ocupará su lugar, me llena de una ira profunda e irracional por unos instantes.

-¿ Es un castigo por no haber sabido protegerla, guerrero? Buscar a una que puedas dominar y que te obedezca en todo? Al fin y al cabo mi hermana nunca dejó que le dictasen lo que debía hacer, ¿no es cierto?



- Nada me lo hace pensar, tan sólo estaba constatando un hecho. Esto puede acabar esta noche bien o mal, pero jamás volveré a tratar este tema contigo. No necesito un título real para aclarártelo aquí y ahora.

Jodido cabrón. Sabía que no cedería sin pelear... pero esto...? Esto es bajo y rastrero. El jodido termostato de su despacho no va a ayudarle ahora. Mi cuerpo ha salido impulsado hacia adelante y con una gélida mano lo levanto por el pecho de su jodido trono. Es un macho grande, tanto o más que cualquiera de mis hermanos, pero la rabia me impulsa a mantenerlo de pie frente a mi cara marcada.

- No necesito tus jodidas palabras para recordarme mi error. Un jodido error que pago cada jodido día cuando veo el rostro de mi hija.

Lo suelto, aunque parece no haberse ni inmutado.

- A Selena mantenla al margen Rehvenge. Soy yo quién está aquí ahora frente a ti. Soy yo quien va a volver a emparejarse. Y soy yo quien estaba casado con tu hermana. Si vuelves siquiera a nombrarla va a tener que entrar uno de tus gorilas para arrancar mis colmillos de tu cuello.



Si cualquier otro, miembro de la raza o humano, me hubiese sujetado de ese modo, encontraría su mano sobre mi escritorio y su cabeza en el suelo de mi despacho, pero lo cierto es que mi parte sympath, aún a pesar de la dopamina, se siente extasiada ante tal despliegue de emociones violentas. Soy consciente de que he ido demasiado lejos, incluso para mis stándares, por lo que sonrío mostrando mis colmillos y me dejo caer nuevamente en el sillón con los puños apretados.

- No vuelvas a hacer algo semejante o te juro que no sobrevivirás para repetirlo una tercera vez.

Se ha apartado un par de pasos, recobrando un aire de control e impasibilidad que no puedo dejar de admirar.

- Me he excedido, lo reconozco. Por favor, acepta mis disculpas por una acusación injusta.

Ahora es él el pillado por sorpresa. No acostumbro a pedir perdón, pero sé reconocer mis errores. Su alusión a Nalla me ha traído de repente la imagen de Bella a su edad, todo huesos y ojos maravillados, buscando consuelo en mis brazos cuando Rempoon ponía sus jodidas miras en ella. Sé que, a pesar de mi resquemor inicial cuando se emparejó con mi hermana, ha sido siempre un padre ejemplar.

- Soy consciente de que no me debes nada, Zsadist. Tu vida de pareja no es asunto de mi incumbencia, ahora que Bella ha pasado al Fade, pero te agradezco la deferencia que muestras, hacia ella y hacia mí, informándome antes que a nadie.

Fijo la vista en los papeles que llenan mi escritorio, como si en ellos pudiese encontrar la explicación a mis
comentarios insidiosos.

- No esperaba una noticia como esta. Siempre he pensado en ti como el hellren de mi hermana, y por un segundo fue como si la hubieses olvidado cuando lo único que yo deseo es traerla de vuelta.

Le miro ahora a los ojos. Sé que mis palabras le lastiman porque su rejilla emocional es una maraña de sentimientos  encontrados, pero puedo notar su convicción, la absoluta sinceridad y certeza de lo que dice y piensa. No necesita mi permiso ni mi aceptación, por eso agradezco su visita de cortesía.

- Sé que la quisiste, guerrero. Y supongo que lo sabes, pero siempre, desde el primer momento, la hiciste más feliz de lo que nunca había sido... gracias por eso.

Supongo que no hay mucho más que decir entre los dos. La próxima vez que nos crucemos en la mansión, o que coincidamos en una rotación, será como si nada de esto hubiese pasado, salvo que en su espalda habrá otro nombre tallado y otra hembra criará a mi sobrina en lugar de mi hermana.


-Selena es una hembra de valía. Quizás no la que yo hubiese imaginado al lado de alguien como tú, pero es tu elección y sé que Nalla la aprecia, porque siempre está parloteando acerca de ella.


El brillo acerado de sus ojos me dice que no va a comentar conmigo nada acerca de su hembra. Un punto más a su favor. Antes de que desaparezca, me pongo en pie, me acerco a él y me detengo a un par de pasos de su cuerpo.


- Nalla es lo único que me queda de mi hermana, es mi única familia. No quisiera perderla, aunque  entenderé que se aleje más ahora que tendrá una nueva mahmen.



Me retiro unos pasos hacia atrás. Estoy en su casa, pero no dudaré de arremeter contra él si sigue por ese camino... Sus disculpas me sorprenden. Aunque esté en paz con Bella siento que jamás podré perdonarme por su pérdida. Quizás este macho, que empezó a quererla 30 años antes que yo, también se sienta culpable... Rehvenge ha salido algunas veces a las calles a luchar a nuestro lado cuando se ha requerido de su ayuda. Quizás no soy el único que se tortura por sus faltas...

Olvidarla...? Realmente cree que podría olvidarla...? Mi mirada se vuelve más fría e impasible todavía. No voy a hablarle de Bella, ni de su lugar en mi vida y mi corazón, ni mucho menos de Selena.
Cuando escucho en voz alta su recuerdo de mi Bella feliz, asiento. Aunque siempre pensaré que si no se hubiera emparejado con un hermano, posiblemente podría seguir con vida ni que fuera en una fortificación encerrada a manos de su hermano...

Se acerca a modo de despedida y mi cuerpo se tensa. Sus ojos amatista se muestran sinceros, doloridos por la ira y los recuerdos evocados, y llenos de tristeza al hablar de la niña.

- No vas a dejar jamás de ver a Nalla mientras los dos queráis seguir haciéndolo.

Alzo la vista para encarar su mirada amatista.

- Hay algo más. La casa, tu casa. No sé si ahora vas a querer que siga viviendo en ella. Puedo comprarla si te resulta más cómodo. Pero no voy a volver a la mansión. Si no es allí, buscaré otro lugar seguro para mi familia.

Me aparto de nuevo de él. No me gusta el acercamiento físico a menos que sea en un enfrentamiento y espero su respuesta erguido, callado.



Mi humor, oscuro y doliente, crea un aura fría en el cuarto que no ayuda a aliviar mi frío. Cierro las solapas de mi abrigo y me alejo en dirección al sofá. No era mi intención iniciar una batalla esta noche con mi cuñado, ni saltar sobre él como un maldito hijo de puta por algo que ni él ni yo hemos podido o sabido evitar. Me dejo caer en el mueble haciendo crujir el cuero negro y Zsadist se desplaza hasta la ventana, cuajada de luces de una ciudad que nunca duerme, la ciudad que nos alimenta y nos pone en peligro noche tras noche.

- Gracias por eso, guerrero. Sabes que daría mi vida por tu hija, si fuese preciso, y haría lo que fuese para protegerla.

Cruzo mi tobillo sobre la rodilla y le veo apoyado contra el cristal con los ojos entrecerrados, como evocando un recuerdo agridulce. Salvo el color del pelo y el amarillo de sus ojos en algunas ocasiones, Nalla no se le parece demasiado: Es el vivo retrato de su madre, y verla a ella es ver a Bella cuando tenía su edad.

- Con respecto a lo de la casa...

La cabeza apoyada contra el vidrio se levanta de golpe, atento a mi respuesta.

- ¿De verdad crees que echaría a la hija de mi hermana a la calle? ¿O a ti, dado el caso?

Una risa baja e irónica se forja en mis labios.

- Joder, debo de ser más cabrón de lo que pensaba, si se me atribuyen tan caritativas intenciones.

Zsadist se yergue en toda su altura, enfadado por mi respuesta. Parece que el exceso de testosterona por ambas partes no combina bien con la sutilieza. Procuro insuflar a mi tono un aire de calma que en realidad no poseo e ignorar la miríada de emociones que cargan el ambiente, listas para su degustación por parte de mi mitad maldita.

- No te sulfures, Z. En los días posteriores a la muerte de Bella, puse la casa a nombre de Nalla, por eso os la ofrecí cuando supe que querías abandonar la mansión. Como su tutor legal, es tuya para que hagas con ella lo que desees.


- No, supongo que no lo harías. Sé que no lo harías. Gracias.

Encamino mis pasos hacia la puerta pero me detengo, vacilante.

- Nalla está ahora en la mansión. Si tenías pensado pasar allí las horas de sol y si a Ehlena no le importa, supongo que la niña estará encantada de pasar el día con su tío. Puedo venir a recogerla mañana al anochecer, antes de la patrulla.



Desde su marcha de la casa de la Primera Familia, apenas hemos mantenido contacto. La niña no acotumbra a salir de la mansión y resulta difícil coincidir con sus breves visitas. Cuando Zsadist habla de pasar el día con ella, comprendo lo mucho que la he echado de menos.

- Mi shellan y yo estaremos encantados de tenerla con nosotros. Quizás, si no te importa, podamos llevarla al Commodore durante un par de horas. Ehlena ha comprado para ella cosas de esas que las hembras encuentran irresistibles y todavía no habíamos encontrado la ocasión de llevárselas.

Me pongo de pie y extiendo mi mano en un gesto de paz. Él la estrecha brevemente pero con firmeza y yo hago un gesto de asentimiento algo brusco.

- Mañana al anochecer la tendremos lista para irse. Ehlena y yo llegaremos a la Mansión en una hora, más o menos, y nos haremos cargo de ella. Gracias, de nuevo, por mantenernos en su vida.


Asiente también y, sin más, abre la puerta y se desmaterializa. Tomo el teléfono para llamar a mi shellan; hoy será un día importante.

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