Tras dejar a Beth en el
garaje de la mansión cierro los ojos en busca de Selena. Dijo que
estaría aquí a mi regreso, y no puedo evitar que se acelere mi pulso
aunque todavía queden unas horas para reunirme con ella. Dejo mi mente
vagar hasta encontrar el rastro de mi sangre latiendo en su corazón y
me descubro sonriendo. Sigue aquí, seguramente en el jardín jugando con
Nalla... Me sorprendo caminando a zancadas hacia la salida para poder
sentirla cerca al aire libre. Vuelvo a cerrar los ojos y me materializo
a unos diez metros de ellas. Mis pasos sigilosos no la alertan y
mientras me acerco despacio la observo echada en el suelo al lado de
Nalla, observando algo de entre las campanillas de noche.
- Buhhhh!
El
grito de la pequeña acaba en carcajadas y el brillo en los ojos de
Selena me dice que ha valido la pena sorprenderla... Doy un beso a Nalla
en la frente mientras echa sus brazos a mi cuello y doy otro a Selena
en la mejilla, que enseguida se cubre de ese rubor delicioso. Todavía no
le hemos dicho nada a Nalla y no quiero hacerlo hasta que Selena esté
preparada.
- Bueno, preciosas... sólo he pasado a besar a mis princesas antes de irme a cazar dragones...
Volver
a oír los gritos y risas de Nalla no deja de sorprenderme. Me gusta
volver a verla alegre y crecer como una niña sana y feliz. Mis ojos se
posan con orgullo en mi hembra. Ojalá pudiera estrecharla entre mis
brazos como deseo, sin importarme qué o quién o dónde... pero esperaré
lo que haga falta... No me importa la opinión de nadie salvo de Nalla en
relación a lo nuestro, y estoy seguro de que va a hacerla feliz aún
siendo demasiado pequeña para comprenderlo.
- Cuando regrese de los bosques encantados vendré aquí, a reunirme con vosotras!!!
Desenrosco las manitas de la pequeña de mi cuello y la dejo en brazos de Selena.
- Hasta luego, princesas!
Mi
móvil vibra en respuesta a mi sms y me desmaterializo en dirección a
Caldwell: Iron Mask. La relación entre Rehvenge y yo no ha excedido
nunca más allá de la cordialidad; y desde la muerte de Bella, tan sólo
lo he visto en alguna reunión de la hermandad referente a la glymera o
cuando le llevaba a Nalla a la mansión.
La
muchedumbre del pub se aparta a mi paso, repelidos por un sexto sentido
que les llama a gritos: Peligro. Y así debe ser. No me gusta la gente y
mucho menos una panda de humanos borrachos y sedientos de sexo y
drogas...
Cuando llego a la puerta del despacho de
Rehvenge un gorila se aparta para dejarme paso. Sé que me está esperando
y entro sin llamar. Mientras avanzo un par de pasos me doy cuenta que
ni él ni yo hemos cambiado mucho de aspecto en estos años... aunque sea
un macho emparejado y su lado sympath haya sido aceptado por la
hermandad sin reparos, su mirada al otro lado de la mesa no dista mucho
de la del macho que dirigía el Zerosum...
Maldita
sea! No hace un minuto que está aquí y la temperatura parece haber
descendido al menos un par de grados. No voy a hacer ningún comentario
al respecto; mi sensibilidad al frío es una debilidad que he de tolerar
para pasar inadvertido, por lo que, disimuladamente, subo un par de
grados el termostato con el mando a distancia y acomodo mis dedos
unidos bajo la barbilla mientras me echo atrás en el asiento.
-
Bueno, bueno, mi cuñado el silencioso en plan conversador... esto ha
de ser, sin duda, un hecho histórico. Tú dirás, vampiro. Tu solicitud
ha conseguido intrigarme y eso no es frecuente.
Su mirada oscura no promete una conversación agradable. Alzo mi mano frenando el inicio de su frase.
-
Y sabes que estoy guardándome mis impresiones, pero tu rejilla
emocional me está saltando a la cara, así que aminora un poco o exponte a
una lectura gratuita, Zsadist.
Mierda!
Siento su fuerza invadiendo mi mente, apenas un pequeño empujón,
tanteando el camino, pero mi alarma interna reacciona con el bloqueo
mental que aprendí a base de años de indiferencia y frialdad. No deseo
mostrarme así con mi cuñado, pero no voy a permitir que invada mi cabeza
y mis sentimientos como si fuera una maldita marioneta humana.
-
No lo necesitas, Rehvenge. He venido aquí para hablarte de mis
sentimientos, no necesitas robarlos; no voy a esconderte nada...
Con
un asentimiento y una sonrisa fantasmagórica que asustaría al más
osado de un ejército me indica que puedo sentarme. De dos zancadas
cruzo su despacho y me siento poniendo una pierna sobre la otra. Mis
movimientos son lentos, no me agrada estar aquí ni su compañía si he de
desnudarme ante él, pero no voy a dejar que su mirada intimide a
Selena jamás. A mí puede odiarme o pisotearme si quiere, pero no a
ella...
- No quiero que te enteres por otros. Y no quiero
que cuando salga de este despacho volvamos a hablar del tema jamás. Lo
que tengas que decirme va a ser aquí y ahora. No habrán otras
oportunidades.
Seguramente el cabrón sabe a lo que he
venido antes siquiera de que hubiera cruzado esa puerta. Pero no voy a
dejar que eso nos impida comunicarnos aunque sea la última vez en la
vida.
Estudio por unos instantes sus atrayentes ojos amatistas y
busco en su rostro algún parecido con mi preciosa Bella, algún gesto,
alguna curva que lleve quizás el recuerdo de Madalina...
No voy a
andarme por las ramas ni creo que lo espere. Tampoco voy a decirle
cuánto amaba a su hermana porque no es a eso a lo que he venido.
- Selena y yo estamos emparejados.
-
Nunca cometería la descortesía de invadir la mente de un familiar,
vampiro. Me limitaba a informarte de que tu agitación es tan evidente
para mí como si entrases en este despacho con tus dagas desenfundadas.
Es casi inevitable que algo se filtre a mi mitad de comedor de pecados,
pero aprecio la sinceridad de la que haces gala.
En todos
los años que hace que le conozco, no le he visto pronunciar más que
unas pocas frases, al menos en público. Me consta que no tenía
problemas de comunicación con mi hermana, así que supongo que su
locuacidad o falta de ella atañe al resto del planeta. Me inclino sobre
el escritorio entrecerrando los ojos y mi voz suena dura sin que haga
nada por evitarlo.
- No acepto órdenes del mismísimo rey
de la raza; ¿qué te hace pensar que voy a hacerlo de ti? Lo que se
habla en este despacho nunca.jamás.sale de aquí. Y no necesito
lecciones de discreción del jodido Maestro del Mutismo, por si te queda
alguna duda con respecto a mi personalidad, "Hermano".
El
doble título le crispa igual que el primer día que lo pronuncié. En mi
rostro se extiende una sonrisa que sé que desearía borrar a puñetazos.
Bueno... bienvenido al club de los jodidos, en estos momentos y con
estas noticias, no estoy tampoco de ánimo festivo.
- Así
que Selena, ¿eh? Veo que no has tardado en buscar sustituta, y
totalmente opuesta a cómo era mi hermana, al parecer... ¿Cuánto tardarás
en comértela? Por lo que recuerdo de la ex elegida, era una ratita
silenciosa y sumisa.
Me echo atrás en el sillón de cuero y
observo satisfecho cómo su rostro, usualmente inalterable, pierde su
expresión rígida por un momento. El recuerdo de Bella es una espina que
jamás ha abandonado mi corazón desde su marcha, y sé que no estoy
siendo justo con Zsadist, pero imaginar a su sustituta, saber que otra
hembra ocupará su lugar, me llena de una ira profunda e irracional por
unos instantes.
-¿ Es un castigo por no haber sabido
protegerla, guerrero? Buscar a una que puedas dominar y que te obedezca
en todo? Al fin y al cabo mi hermana nunca dejó que le dictasen lo que
debía hacer, ¿no es cierto?
-
Nada me lo hace pensar, tan sólo estaba constatando un hecho. Esto
puede acabar esta noche bien o mal, pero jamás volveré a tratar este
tema contigo. No necesito un título real para aclarártelo aquí y ahora.
Jodido
cabrón. Sabía que no cedería sin pelear... pero esto...? Esto es bajo y
rastrero. El jodido termostato de su despacho no va a ayudarle ahora.
Mi cuerpo ha salido impulsado hacia adelante y con una gélida mano lo
levanto por el pecho de su jodido trono. Es un macho grande, tanto o
más que cualquiera de mis hermanos, pero la rabia me impulsa a
mantenerlo de pie frente a mi cara marcada.
- No necesito
tus jodidas palabras para recordarme mi error. Un jodido error que
pago cada jodido día cuando veo el rostro de mi hija.
Lo suelto, aunque parece no haberse ni inmutado.
-
A Selena mantenla al margen Rehvenge. Soy yo quién está aquí ahora
frente a ti. Soy yo quien va a volver a emparejarse. Y soy yo quien
estaba casado con tu hermana. Si vuelves siquiera a nombrarla va a tener
que entrar uno de tus gorilas para arrancar mis colmillos de tu
cuello.
Si
cualquier otro, miembro de la raza o humano, me hubiese sujetado de ese
modo, encontraría su mano sobre mi escritorio y su cabeza en el suelo
de mi despacho, pero lo cierto es que mi parte sympath, aún a pesar de
la dopamina, se siente extasiada ante tal despliegue de emociones
violentas. Soy consciente de que he ido demasiado lejos, incluso para
mis stándares, por lo que sonrío mostrando mis colmillos y me dejo caer
nuevamente en el sillón con los puños apretados.
- No vuelvas a hacer algo semejante o te juro que no sobrevivirás para repetirlo una tercera vez.
Se ha apartado un par de pasos, recobrando un aire de control e impasibilidad que no puedo dejar de admirar.
- Me he excedido, lo reconozco. Por favor, acepta mis disculpas por una acusación injusta.
Ahora
es él el pillado por sorpresa. No acostumbro a pedir perdón, pero sé
reconocer mis errores. Su alusión a Nalla me ha traído de repente la
imagen de Bella a su edad, todo huesos y ojos maravillados, buscando
consuelo en mis brazos cuando Rempoon ponía sus jodidas miras en ella.
Sé que, a pesar de mi resquemor inicial cuando se emparejó con mi
hermana, ha sido siempre un padre ejemplar.
- Soy
consciente de que no me debes nada, Zsadist. Tu vida de pareja no es
asunto de mi incumbencia, ahora que Bella ha pasado al Fade, pero te
agradezco la deferencia que muestras, hacia ella y hacia mí,
informándome antes que a nadie.
Fijo la vista en los papeles que llenan mi escritorio, como si en ellos pudiese encontrar la explicación a mis
comentarios insidiosos.
-
No esperaba una noticia como esta. Siempre he pensado en ti como el
hellren de mi hermana, y por un segundo fue como si la hubieses olvidado
cuando lo único que yo deseo es traerla de vuelta.
Le
miro ahora a los ojos. Sé que mis palabras le lastiman porque su rejilla
emocional es una maraña de sentimientos encontrados, pero puedo notar
su convicción, la absoluta sinceridad y certeza de lo que dice y piensa.
No necesita mi permiso ni mi aceptación, por eso agradezco su visita de
cortesía.
- Sé que la quisiste, guerrero. Y supongo que
lo sabes, pero siempre, desde el primer momento, la hiciste más feliz de
lo que nunca había sido... gracias por eso.
Supongo que
no hay mucho más que decir entre los dos. La próxima vez que nos
crucemos en la mansión, o que coincidamos en una rotación, será como si
nada de esto hubiese pasado, salvo que en su espalda habrá otro nombre
tallado y otra hembra criará a mi sobrina en lugar de mi hermana.
-Selena
es una hembra de valía. Quizás no la que yo hubiese imaginado al lado
de alguien como tú, pero es tu elección y sé que Nalla la aprecia,
porque siempre está parloteando acerca de ella.
El
brillo acerado de sus ojos me dice que no va a comentar conmigo nada
acerca de su hembra. Un punto más a su favor. Antes de que desaparezca,
me pongo en pie, me acerco a él y me detengo a un par de pasos de su
cuerpo.
- Nalla es lo único que me queda de mi
hermana, es mi única familia. No quisiera perderla, aunque entenderé
que se aleje más ahora que tendrá una nueva mahmen.
Me
retiro unos pasos hacia atrás. Estoy en su casa, pero no dudaré de
arremeter contra él si sigue por ese camino... Sus disculpas me
sorprenden. Aunque esté en paz con Bella siento que jamás podré
perdonarme por su pérdida. Quizás este macho, que empezó a quererla 30
años antes que yo, también se sienta culpable... Rehvenge ha salido
algunas veces a las calles a luchar a nuestro lado cuando se ha
requerido de su ayuda. Quizás no soy el único que se tortura por sus
faltas...
Olvidarla...? Realmente cree que podría
olvidarla...? Mi mirada se vuelve más fría e impasible todavía. No voy a
hablarle de Bella, ni de su lugar en mi vida y mi corazón, ni mucho
menos de Selena.
Cuando escucho en voz alta su recuerdo de mi
Bella feliz, asiento. Aunque siempre pensaré que si no se hubiera
emparejado con un hermano, posiblemente podría seguir con vida ni que
fuera en una fortificación encerrada a manos de su hermano...
Se
acerca a modo de despedida y mi cuerpo se tensa. Sus ojos amatista se
muestran sinceros, doloridos por la ira y los recuerdos evocados, y
llenos de tristeza al hablar de la niña.
- No vas a dejar jamás de ver a Nalla mientras los dos queráis seguir haciéndolo.
Alzo la vista para encarar su mirada amatista.
-
Hay algo más. La casa, tu casa. No sé si ahora vas a querer que siga
viviendo en ella. Puedo comprarla si te resulta más cómodo. Pero no voy a
volver a la mansión. Si no es allí, buscaré otro lugar seguro para mi
familia.
Me aparto de nuevo de él. No me gusta el
acercamiento físico a menos que sea en un enfrentamiento y espero su
respuesta erguido, callado.
Mi
humor, oscuro y doliente, crea un aura fría en el cuarto que no ayuda a
aliviar mi frío. Cierro las solapas de mi abrigo y me alejo en
dirección al sofá. No era mi intención iniciar una batalla esta noche
con mi cuñado, ni saltar sobre él como un maldito hijo de puta por algo
que ni él ni yo hemos podido o sabido evitar. Me dejo caer en el
mueble haciendo crujir el cuero negro y Zsadist se desplaza hasta la
ventana, cuajada de luces de una ciudad que nunca duerme, la ciudad que
nos alimenta y nos pone en peligro noche tras noche.
- Gracias por eso, guerrero. Sabes que daría mi vida por tu hija, si fuese preciso, y haría lo que fuese para protegerla.
Cruzo
mi tobillo sobre la rodilla y le veo apoyado contra el cristal con los
ojos entrecerrados, como evocando un recuerdo agridulce. Salvo el
color del pelo y el amarillo de sus ojos en algunas ocasiones, Nalla no
se le parece demasiado: Es el vivo retrato de su madre, y verla a ella
es ver a Bella cuando tenía su edad.
- Con respecto a lo de la casa...
La cabeza apoyada contra el vidrio se levanta de golpe, atento a mi respuesta.
- ¿De verdad crees que echaría a la hija de mi hermana a la calle? ¿O a ti, dado el caso?
Una risa baja e irónica se forja en mis labios.
- Joder, debo de ser más cabrón de lo que pensaba, si se me atribuyen tan caritativas intenciones.
Zsadist
se yergue en toda su altura, enfadado por mi respuesta. Parece que el
exceso de testosterona por ambas partes no combina bien con la
sutilieza. Procuro insuflar a mi tono un aire de calma que en realidad
no poseo e ignorar la miríada de emociones que cargan el ambiente,
listas para su degustación por parte de mi mitad maldita.
-
No te sulfures, Z. En los días posteriores a la muerte de Bella, puse
la casa a nombre de Nalla, por eso os la ofrecí cuando supe que querías
abandonar la mansión. Como su tutor legal, es tuya para que hagas con
ella lo que desees.
- No, supongo que no lo harías. Sé que no lo harías. Gracias.
Encamino mis pasos hacia la puerta pero me detengo, vacilante.
-
Nalla está ahora en la mansión. Si tenías pensado pasar allí las horas
de sol y si a Ehlena no le importa, supongo que la niña estará
encantada de pasar el día con su tío. Puedo venir a recogerla mañana al
anochecer, antes de la patrulla.
Desde
su marcha de la casa de la Primera Familia, apenas hemos mantenido
contacto. La niña no acotumbra a salir de la mansión y resulta difícil
coincidir con sus breves visitas. Cuando Zsadist habla de pasar el día
con ella, comprendo lo mucho que la he echado de menos.
-
Mi shellan y yo estaremos encantados de tenerla con nosotros. Quizás,
si no te importa, podamos llevarla al Commodore durante un par de horas.
Ehlena ha comprado para ella cosas de esas que las hembras encuentran
irresistibles y todavía no habíamos encontrado la ocasión de
llevárselas.
Me pongo de pie y extiendo mi mano en un
gesto de paz. Él la estrecha brevemente pero con firmeza y yo hago un
gesto de asentimiento algo brusco.
- Mañana al anochecer
la tendremos lista para irse. Ehlena y yo llegaremos a la Mansión en
una hora, más o menos, y nos haremos cargo de ella. Gracias, de nuevo,
por mantenernos en su vida.
Asiente también y, sin más,
abre la puerta y se desmaterializa. Tomo el teléfono para llamar a mi
shellan; hoy será un día importante.
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