lunes, 3 de junio de 2013

24. Un Dulce Despertar








Puedo sentir el anochecer en cada poro de mi piel aunque las persianas estén todavía echadas. Llevo horas observándola dormir, fascinado con sus expresiones, sus gestos y las curvas sinuosas de su cuerpo. No me gusta su ausencia, y cada vez que su cuerpo se giraba hacia el otro lado de la cama, mi mano se deslizaba con cuidado bajo su cuerpo para atraerla con delicadeza de nuevo hacia mí. Pero no he osado despertarla, aunque me moría por tomarla cada vez que la sábana dibujaba el contorno de su pecho, sus nalgas, o sus preciosos muslos... Me he mordido la lengua y me he conformado con recordar el sabor de sus besos, el tacto de su piel y la suavidad y calidez de su sexo...

A regañadientes me separo de ella y salgo de la cama, me pongo unos pantalones de deporte bajos y salgo apresurado hacia la cocina. Abro el armario de las gominolas de Nalla y lleno un bol de esas delicias de chocolate que tanto le gustan. Corto unas cuantas frutas a dados, le añado esas frutas diminutas que le chiflan a Nalla y las echo por encima para darle un toque de color. En realidad hace tan poco que Selena se trasladó a esta casa, que todavía no conozco sus gustos. Pero si he de fiarme de Nalla, esto es como un manjar de dioses, así que creo que puedo acertar. Subo a la carrera las escaleras, frenando justo frente a la puerta para abrirla despacio; no quiero despertar todavía a mi princesa.

Entro en el baño y dejo correr el agua caliente hasta llenar la bañera. Rebusco en los armarios hasta encontrar uno de los botes que los doggens se empeñaban en colocar antes en el estante. Como si hubiera deseado tomar un baño de sales alguna vez desde que me mudé a esta casa... Sonrío para mis adentros por la perspicacia de éstos al no desistir y colocarlo en los armarios cuando se dieron cuenta de que era un producto que no me importaba lo más mínimo. Hoy va a serme de gran utilidad. Abro el bote y vierto un poco en el agua hasta que empieza a burbujear. Regulo el termostato para que mantenga la temperatura y regreso a la habitación.

Cojo el móvil y mando un mensaje a Tohr y a Rehvenge de que voy a retrasarme. No doy explicaciones y no espero respuesta, así que lo vuelvo a abandonar en la mesilla. Aunque me muero de ganas de ir a la mansión y contarle a Nalla lo nuestro, quiero disfrutar de mi hembra un rato más antes de tener que volver a la realidad...

La visión de la piel satinada de sus piernas enredadas en las sábanas me hace extender los colmillos hasta rasgar mis labios. Me quito los pantalones dejándolos en el suelo y me acerco como un gato sigiloso hasta el lecho; totalmente excitado y sin muchas ganas de ocultarlo. Descubro despacio su cuerpo y dejo pequeños besos sobre su suave piel, ahora ligeramente erizada por el frío al destaparla. Tras cada beso deposito un bocado de chocolate sobre su cuerpo, que tiembla con cada respiración. Tras pocos minutos siento como despierta y se despereza despacio. Sus manos buscan mi cabeza rapada, que deja ahora un beso hambriento en su ombligo y una perla de chocolate escondida en él. Al sentir la fricción de su piel acariciando mi cabeza, mis colmillos arañan suavemente su abdomen antes de elevar mi mirada excitada hacia su rostro. Dios... hay algo más hermoso que esa seductora y risueña mirada posada en mis ojos...? Las persianas se alzan y la luz de las farolas del patio se cuelan para iluminar esos enormes ojos azul cielo...

-Buenas noches, dormilona... esto...

Despacio, cuidando de no tirar ninguna perla de chocolate de su cuerpo, me acerco a sus labios para besarla.

- Has dormido todo el día y no tenemos mucho tiempo antes de que la realidad nos azote, pero … -miro el bol en mi mano y su cuerpo perlado de chocolate y se me escapa una sonrisa traviesa- he preparado un picnic improvisado sobre tu cuerpo antes del baño... Tienes hambre...?

Cojo una pequeña fruta rosada y la coloco sobre su lengua. Ella cierra despacio la boca atrapando mi dedo en entre sus labios con una seductora sonrisa. Siento sus dientes morderlo ligeramente antes de lamerlo hasta dejarlo libre. Una sacudida de deseo azota mi polla , presionando sobre sus muslos. Suelto una carcajada y mando a la mierda el chocolate para alzar una pierna sobre ella y atraparla bajo la cárcel de mi enorme cuerpo. Mi boca busca la suya con ansia y un gemido se pierde entre sus labios cuando noto el sabor dulce de la fruta al acariciar mi lengua con la suya.

- A la mierda el picnic!!! Tengo hambre de ti, Selena...

Una mano recorre el contorno de todo su cuerpo hasta su sexo y se hunde en él para encontrarlo mojado y resbaladizo... totalmente dispuesta para tomarla.... Un gruñido sale de lo más profundo de mi pecho al sentirla cálida y ardiendo por mí, aún habiendo que sentirse dolorida. El ambiente se carga del aroma a especias oscuras que emana de mi piel. Todo mi cuerpo clama por hundirse en ella y en mi cabeza sólo resuena una palabra: MÍA!!!

Separo sus muslos con las rodillas y antes de moverme la miro miro a los ojos para asegurarme de que no voy a lastimarla, de que ella aprueba mis ansias y las exigencias de mi cuerpo: el cuerpo de un macho vinculado.

Sus ojos se entornan de deseo cuando mis dedos la acarician al abandonar la calidez de su sexo y entonces me hundo en ella. Me obligo a ir despacio, no quiero dañar más la herida que le hice anoche, pero sin posibilidad alguna de retirarme... Empujo despacio hasta el fondo para llenarla por completo. Santa Virgen Escriba... su cuerpo es menudo, pero dentro de ella mi polla se acomoda a la perfección llevándome con su presión al mismísimo cielo. Abandono la calidez de sus ojos para hundirme también su boca. El beso y mis embestidas van tornándose más intensas, y cuando siento las piernas de mi hembra abrazar mis caderas instándome con ello a moverme más rápido un grito fiero me arranca su nombre al correrme. Mientras los espasmos hacen que mi miembro se vacíe sin tregua en ella, no dejo de entrar y salir de su cuerpo hasta que siento sus músculos contraerse sobre mi miembro y la escucho gritar. Joder! Mis colmillos se alargan y tras lamer un reguero de chocolate, desecho por el calor de nuestros cuerpos, que asoma por el hueco de su cuello, muerdo su vena haciendo que en ese bocado estalle el contraste del chocolate dulce con su sangre, llenándome de nuevo de placer.

Cuando el orgasmo la deja finalmente relajada, sello la herida y ruedo en la cama hasta dejarla encima mío, sin salir todavía de ella.

- Espero no haberte hecho daño, princesa... me vuelves loco!!! y eso me hace perder el control... si alguna vez te lastimo o sientes que es demasiado para ti, sólo dilo... Me mataría antes de dañarte, lo sabes, verdad...?

La beso ahora con suavidad y susurro en su boca.

- Dime, pequeña... qué es lo que deseas que tu macho te haga...? Estoy a tu entera disposición aunque sean sólo un par de horas....

Vuelvo a atrapar sus labios en un travieso mordisco a la espera de su respuesta.


 



No recuerdo, en mis 3 siglos de vida, un descanso más dulce y reparador que el que he tenido esta mañana. He caído dormida profundamente, agotado mi cuerpo tras ser amado una y otra vez por Zsadist, y ha sido él el único protagonista de cada uno de mis sueños. Hacer el amor con él, escuchar sus promesas y sentir mi piel cubierta por su aroma vinculante, me han transformado para siempre, me han hecho una hembra completa y saciada, feliz y satisfecha como nunca soñé que fuese posible. Perdida en la bruma de mis ensoñaciones, percibo la llegada del anochecer sin ser capaz de abrir mis párpados. No es el agotamiento, delicioso y cálido, el que me lo impide... siento mi piel caldearse de nuevo bajo los labios de mi amante, ardiendo a fuego lento bajo cada caricia de su boca. Mis piernas se remueven, inquietas, sin que pueda hacer nada para impedirlo; mi cabeza gira sobre la almohada y toda mi piel se eriza de frío buscando de nuevo sus labios... no quiero dejar de sentir, no puedo abrir mis ojos para descubrir, quizás, que Zsadist ha salido a su patrulla sin despertarme y que habré de esperar una larga noche antes de que vuelva a hacerme el amor. De repente, su figura inmensa se cierne sobre mí y mis párpados se alzan para descubrirle desnudo, arrolladoramente masculino, besando mi ombligo y dejando en él algo que no alcanzo a ver con claridad. Pero nada más importa... mis piernas se separan un poco para hacer sitio a sus caderas y mis manos recorren su cabeza rapada, recordando el tacto apenas aprendido hace unas horas, la sensación de increíble suavidad de su pelo corto en mis dedos.


- Lo siento, amor, no pretendía dormir tanto, pero...

Noto en mi piel un sonrojo profundo que me devuelve de golpe todo el calor perdido; supongo que tardaré un tiempo en acostumbrarme a hablar de sexo con naturalidad, pero no dudo que lo haré, porque he descubierto entre sus brazos un mundo maravilloso, las sensaciones más electrizantes y adictivas que haya experimentado nunca.


- Supongo que no estoy acostumbrada al tipo de ejercicio que practicamos esta noche.

Mi voz suena ahora más pícara que avergonzada. Me gusta verle reaccionar, notar cómo se alargan sus colmillos y se dilatan sus pupilas al recordar la noche pasada. Sé que está excitado de nuevo, puedo verlo y notar su erección contra mi costado, pero su mano es gentil mientras deposita en mi boca la pieza de fruta, dulce, jugosa, que sólo despierta mi apetito por él. Huelo el chocolate y sonrío despacio al observar las perlas de chocolate que ha esparcido por mi cuerpo, algunas de las cuales han caído a la cama. Lamo su dedo y gimo de placer ante su sabor... no hay nada en este mundo o en el otro que sepa como él; dulce por el chocolate y la fruta que ha manipulado, salado por su piel, picante por su olor de vinculación y su excitación, fresco por su fragancia natural a verde y ahumado por su hambre, que puedo percibir aunque se ha alimentado, como yo, recientemente. Sé que no estoy reaccionando como una hembra modesta y recatada, pero no puedo ser más esa mujer, no a su lado, no entre sus brazos y mientras me muero por sentirle de nuevo en mi interior. No hay mucho que pueda decir, dada mi experiencia- o mejor dicho, mi falta de ella- para explicarle mis deseos, para hacerle notar mis necesidades, pero en este preciso instante, no puedo pensar en otra cosa que en hacer el amor con él una vez más.

Supongo que con Z no son necesarias demasiadas palabras... su beso me indica que su hambre iguala la mía, que también él piensa en lo mismo, e imaginarle tomando mi vena, renovando sus fuerzas antes de salir a la lucha, me hace sentir como una shellan orgullosa. Siguiendo sus enseñanzas, mi lengua se enreda con la suya aspirando su sabor, lamiendo la cara interna de sus mejillas, acariciando sus colmillos y mordisqueando sus labios suaves sin demasiado cuidado. Han bastado un par de caricias, unos besos dispersos por mi cuerpo y el sabor único de su boca para excitarme de nuevo hasta hacerme gemir. Me retuerzo bajo su peso deseando que no abandone jamás esa posición, y rezando para que se tome el tiempo necesario para amarme antes de regresar a las calles.


- Realmente necesito un baño después de lo esta mañana...


Sus ojos, ahora de una amarillo intenso, se clavan en mi rostro, esperando el final de mi frase.

- Pero quiero seguir oliendo a ti un rato más antes de sumergirme en el agua.


Mi mirada se posa, de forma inconsciente, en su sexo erguido y sube hasta la vena que palpita furiosa en su cuello, al tiempo que su mano desciende a acariciar mi sexo con delicadeza. Sé que puede notar la humedad ahí, la que él ha provocado como respuesta a sus miradas y sus palabras. Mi cuerpo parece licuarse con su tacto, y mis caderas giran descontroladas mientras sus dedos me enloquecen de deseo. Separa mis rodillas para acomodarse mejor entre mis piernas. Su envergadura me abre para él sin permitirme el más mínimo recato, pero lo único en lo que puedo pensar es en mi amante hundiéndose nuevamente en mi cuerpo. La lentitud con la que lo hace parece destinada a hacerme suplicar... puedo sentirle entrar milímetro a milímetro, llenándome, estirándome casi al punto del dolor, pero completándome con una sensación de plenitud que no creía posible. No duele, sólo hay placer... el poder y la fuerza de su sangre repararon al instante cualquier daño que hubiese podido producirse anoche, y lo único que experimento ante su invasión es la inminente llegada de un nuevo orgasmo. Envuelvo sus caderas con mis piernas para hacerle llegar aún más profundo, para sentirle por completo dentro de mí; su mordisco en mi vena y sus movimientos me hacen estallar gritando su nombre mientras le noto vaciarse en mi interior. Mi respiración tarda varios minutos en aquietarse y Zsadist me coloca sobre él sin abandonar el refugio de mi sexo. Todavía puedo sentirle semierecto y sé que en cuanto se percate de que no me ha hecho daño, volverá a amarme de nuevo... no sé cuántas veces puede repetirlo, pero si he de tomar la medida de la noche pasada, estas dos horas me dejarán saciada y feliz como ninguna hembra lo ha sido jamás...


- No hay dolor, amor... cuando me tocas siento que también yo pierdo el control. Basta tu mirada para que te desee de nuevo... no sé si esto es normal o correcto en una hembra, pero creo que nunca dejaré de desear tus besos y tus caricias, sin importar las veces que nos hayamos amado.

Me inclino hasta apoyar mis pechos sobre su torso y siento el frío del metal que perfora sus pezones. Me excito otra vez mientras muerdo sus labios despacio, meditando su pregunta.

- Puedes...? Puedes... Ah, Parcas! yo...


Alza mi barbilla con un dedo y me mira fijamente, como exigiéndome el valor de pedirle lo que deseo.

- Puedes hacer lo que hiciste ayer? Quiero sentir tu boca de nuevo entre mis muslos y quiero probarte en la mía. Quiero beber de tu vena mientras aún te mueves dentro de mí.

Bajo la vista y noto mi rostro de un rojo profundo. Jamás he hablado de estos temas y ni siquiera mi amor por él puede hacer que no me sonroje al mostrarme tan terriblemente descarada, pero me ha pedido sinceridad y confío en él con mi vida.

- Quiero repetirlo todo antes de irnos a la mansión y después...


Miro sus ojos claros mientras le noto, duro y ardiendo, moverse lentamente dentro de mí otra vez.

- Después quiero que todo el mundo sepa que estamos juntos. Quiero tener el derecho a besar a mi macho delante de todos antes de que salga a defendernos en las calles y abrazar a nuestra hija mientras nos despedimos de ti.






- Princesa, no hay nada incorrecto entre nosotros, nada de lo que digas o sientas lo será jamás.

Mi sonrisa vuelve a asomar traviesa ante su recato y su confesión; que lo haya dicho en voz alta consigue llenarme de orgullo como un pavo real... Sé que ha gritado mi nombre y sé que sus músculos se han tensado en orgasmos una y otra vez desde el amanecer, pero... joder!! Por fin ha dicho en voz alta un “nosotros” y “nuestra hija”... Sé cuánto le habrá costado pronunciar estas palabras. Dentro de mí crece un sentimiento de posesividad cada vez mayor, ese sentimiento latente de que nada ni nadie podrá jamás separarnos. De que ellas son MÍAS y de que son lo más valioso del mundo entero...

Ruedo de nuevo sobre la cama hasta volverla a tener debajo. Apreso su rostro entre mis dos antebrazos, apoyados contra el colchón y vuelvo a mecerme lentamente dentro y fuera de ella.

- Te quiero, Selena. Te quiero aquí ahora y para siempre... Sé que no soy suficientemente bueno, pero prometo que cada minuto que pase a tu lado va a ser para complacerte, para demostrarte cuánto me importas, cuánto te necesito...

Siento como todo su cuerpo se arquea para conseguir un contacto más íntimo, como sus caderas se mecen bajo las mías para salir a mi encuentro. Un rugido se sale de mi pecho cuando la noto contraerse envolviendo mi miembro. Beso sus labios y expongo mi cuello frente a ellos hasta que la banda negra tatuada queda a la altura de su boca. Cuando sus colmillos perforan mi piel y siento mi sangre viajar por su garganta hasta su interior me siento un macho invencible, siento que soy necesario para mi hembra, que sólo yo puedo proporcionarle lo que necesita para subsistir. La succión de su boca sobre mi vena y la de las paredes de su vagina sobre mi polla me hacen enloquecer, moviéndome frenéticamente en su interior hasta un último embate, ese que me lleva inevitablemente a correrme. Mis colmillos se alargan y antes de que desclave los suyos de mi vena, muerdo la delgada línea que late frenética bajo el lóbulo de su oreja. La siento dentro y fuera de mí y me siento dentro de ella de todas las maneras posibles... Y sé que en este instante, soy suyo... SUYO para siempre a los ojos de la Virgen Escriba...

Pasan varios minutos antes de que el fiero orgasmo de ambos deje de convulsionar nuestros cuerpos. Cuando la siento relajarse bajo mi peso y apartarse de mi cuello desclavo mis colmillos en un último sorbo. Beso la herida y busco sus ojos. Sonrío cuando su mirada me dice todo lo que ahora no somos capaces de pronunciar. Su respiración es todavía entrecortada contra mi boca. Mi pecho respira trabajosamente, reponiéndose poco a poco hasta sentir mi miembro crecer de nuevo en su interior. Pero ya no temo asustarla... sé con certeza que ella me desea tanto como yo a ella... Salgo despacio de su interior y me estiro a su lado.

- Bueno, cariño... creo que he batido los récords mundiales para llegar tarde al trabajo... vamos a hacer que la bronca valga más todavía la pena... No vamos a movernos de esta habitación hasta que se hayan cumplido todos y cada uno de tus deseos...

Miro mi miembro, erecto sobre mi vientre, aunque mojado todavía de los restos de nuestros orgasmos. Paso mis manos bajo su cuerpo, caliente y suave hasta cogerla en brazos.

- Quieres tomar ese baño primero, tahlly...? El agua está tibia creo que te sentará bien...


 



Mi mente sigue preguntándose a cierto nivel si todo lo que estoy viviendo y sintiendo es real, si puede una vida cambiar por completo en tan poco tiempo y puede el futuro volverse venturoso donde ayer sólo era un yermo páramo solitario. Mi cuerpo está agotado y satisfecho, anhelante de cada caricia que mi amante me prodiga y receptiva como nunca imaginé posible. Atrás va quedando la timidez, el pudor inicial que me hacía dudar de mí misma, de si Zsadist encontraría belleza en mi cuerpo desnudo. Verle a él basta para excitarme y no deja de asombrarme la increíble resistencia de este macho, dedicado totalmente a complacerme y hacerme sentir la hembra más adorada en esta tierra. Me dejo llevar en sus brazos envolviendo los míos en torno a su cuello y apoyo mi mejilla en el hueco de su hombro mientras nos acerca a la bañera que espera, ya preparada, para acogernos a los dos.

- Nadie en este mundo o en el otro podría hacerme la mitad de feliz de lo que tú me haces, Zsadist... bueno no es una palabra que sirva para designar lo que eres para mí... perfecto, quizás; único, desde luego; especial... desde el primer día, amor.

Con una sonrisa que me emociona, me deja lentamente dentro del agua y se hace sitio después conmigo en la enorme bañera que apenas es suficiente para permitirle una posición incómoda. Comprendo entonces el motivo de que siempre se duche en lugar de bañarse, además del ahorro de tiempo, ya que su enorme estatura difícilmente cabe en el interior. Sentado frente a mí con sus piernas envolviendo mi cintura, toma mi pie y comienza a lavarlo con delicadeza. El agradable calor sumado al cansancio acumulado y a sus caricias lentas y rítmicas con la esponja, me hacen apoyar la cabeza en el borde de la tina con un gemido de placer.

- No quiero que llegues tarde por mi culpa, Zsadist, aunque supongo que ya es un poco tarde para preocuparme por eso...

Sé que no le importa, que afrontará lo que haya de ser su castigo, pero pensar que vaya a pagar por el tiempo que le estoy robando a la Hermandad, me hace sentir incómoda.

- No puedo permitirlo, amor... no puedo quedarme esperando tu regreso, preguntándome qué sanción te impondrán por mi causa... habrá muchos días, Z; muchas noches y muchos más momentos juntos que nadie nos quitará con sus prisas o sus prioridades. Además... sé que quieres hablar cuanto antes con tu hermano y tenemos que contárselo a Nalla, y...

La enormidad de lo que vamos a revelar en la mansión me asalta de golpe. Me arrodillo entre las piernas estiradas de mi amante y me abrazo a su torso, húmedo y cálido, que huele a bosques y a especias oscuras.

- Ojalá ya todo hubiese pasado, Zsadist... ojalá fuese hoy un día cualquiera en nuestra rutina cotidiana, una noche más, como todas las otras noches, y pudiésemos simplemente ser Nalla, tú y yo, una familia normal y corriente... soy una cobarde; sé que todos se alegrarán por nosotros, pero... vamos a hacerlo ya, amor, mientras me quede algo de valor, porque quizás dentro de un rato no sea capaz de enfrentarlos.


 



 Siento su cuerpo cálido contra mi piel y sigo excitado...

- No creo que pueda cansarme nunca de sentirte así conmigo, mi ángel... Ven...

La arropo contra mi cuerpo, acariciándola bajo el agua templada y lleno de besos su pelo mojado y enmarañado bajo mi barbilla. La encaro y la miro a los ojos con una sonrisa pícara que le dice que estoy bromeando.

- Vale, preciosa. Vamos a gritarlo a los cuatro vientos, no quiero que te arrepientas... -suelto una sonora carcajada cuando por un momento la veo dudar- No, no, no, princesa... nada de dudas... No voy a dejar que te eches atrás... No es que hasta anoche me sirvieran de mucho mis atributos, pero no deseo que mi hermano me los corte si no te tomo como es debido... -vuelvo a soltar otra carcajada al verla mirar hacia mi entrepierna horrorizada- ehhh, venga, que es broma, pequeña. Phury va a tomárselo estupendamente bien... y quizás la noticia me salve de la bronca de Tohr...

La beso en esa arruga entre la frente que se le ha formado, pequeña pero preciosa, encogiendo esos ojos hechiceros. Quiero que deje de preocuparse, pero mi horrible sentido del humor la está asustando todavía más... Pongo ambas manos a cada lado de su rostro y la atraigo a mis labios con suavidad. Me demoro en el beso, acariciando cada rincón de su boca con mi lengua, sintiendo como se destensa poco a poco cada músculo de su ser mientras mi miembro cobra vida más y más duro de nuevo. Ignorándolo, la ayudo a levantarse y termino de enjabonarla bajo el chorro de la ducha.

- Todo va a salir bien... y ahora vamos a vestirnos o voy a volver a tomarte aquí, en el suelo del baño, en el de la habitación y de nuevo en la cama... Y entonces si que voy a estar muy muy jodido y ni siquiera esos ojos hechiceros van a enternecer a ninguno de mis hermanos...

La arropo con la toalla y me anudo una a la cintura. La observo moverse, con el cuerpo semidesnudo bajo la toalla y siento mi polla todavía clamando por tomarla. Da igual lo que haga o diga, que esté vestida o desnuda... es ella... es simplemente ELLA que desentumece mis instintos más primitivos y posesivos tanto tiempo dormidos... Es mi ángel que me despertó de nuevo para volver a hacerme sentir calor, deseo, felicidad, amor y ganas de vivir...




No hay comentarios:

Publicar un comentario